Esto no puede ser amor

Capítulo 31

—¿Tú...? —su voz no debió salir quebradiza, vamos él la amaba, la respuesta seria obvia ¿Por qué tenía que sentir tanto maldito medio? Como si su vida se acabara ante un no, ante un no puedo, un no quiero—. ¿Tú serías capaz de dejarlos por mí?

Jacob clavo la vista en ella. ¿Qué clase de pregunta era esa? Jacob acaba de tener una ruda pelea con sus padres por Dakota. No le importo las lagrimas de cocodrilo de su madre. Menos la rudeza de su padre ¿Por qué lo haría? Él siempre fue independiente, no necesito de ellos más que para ser engendrado. Por lo general Jacob no era de reaccionar de tal forma, pero dos días seguidos escuchándolo lo harto. Toda persona tenía un limite. Sus padres llegaron al suyo. Si peleó con sus padres fue porque no podía seguir aguantando que ambos dijeran tanta barbaridad de Dakota y menos aún que su madre fuera la principal promotora de ello. ¿Acaso se había olvidado de lo que hacia en los Estados Unidos? ¿Lo que hacia en aquel hotel? Pues Jacob no lo había echo. Era algo con lo que tenía que cargar. Su madre fue una prostituta, regenerada o no, pero lo fue. No permitiría que siguiera menospreciando Dakota, cuando Dakota ni siquiera lo hizo por dinero. El padre de Dakota la utilizó por una rencilla del pasado. Eran casos distintos. Su madre no era mejor que Dakota. 

Salió de la mansión para poder pesar. Para tener calma. No había esperado ver a Dakota ahí mismo tras su discusión. Si bien no hizo caso a sus llamados fue porque nada de lo que saliera de su boca sería agradable de oír. Prefirió lidiarlo solo, solo hasta calmarse. Caminar ayudaba. Lo hizo. Pero lo que no espero fue oír esa pregunta tras detenerse. Si bien él ya tenía su respuesta. No sabía porque diablos Dakota se lo estaba preguntando. ¿Estaba hablando en serio? Por la seriedad en aquel rostro níveo la respuesta era sí.

—¿Por qué preguntas eso? —Una mirada de tristeza se inundo en el rostro de la pelirroja.

No. No importaba que hubiera ensayado más de diez veces frente al espejo. No importaba que habría repetido más de cien veces que era lo mejor. Su mente se reusaba a creerlo. Nunca tendría la fuerza para manipularlo. Su cuerpo se negaba a mentirle. Las palabras no salían. Su boca le traicionaba. Las lagrimas eran su única vía de escape. Su cuerpo se rendía ante él.

—Perdón —sollozó corriendo hasta él y refugiándose en sus brazos como si fuera el único lugar seguro en el mundo, así lo sentía, para su estúpido corazón era eso—. Perdóname, perdóname... —pidió con los ojos cerrados y con la voz aún más quebradiza—. No quiero perderte, no quiero alejarme de ti. —Sacudió su cabeza sobre el pecho de Jacob—. Eres lo único que quiero, te amo, no me imagino una vida sin ti, por favor —suplico con el corazón encogido, tantas emociones tristes acumuladas en su corazón—. No me dejes. —Una lagrima traviesa se desentendió de sus pestañas afiladas—. Yo no quiero... —Otra lagrima más—. No quiero... por favor...

Jacob no entendía lo que Dakota quería decir. ¿Por qué Dakota lo perdería? ¿Por qué se alejaría de él? Lo único que atino a hacer fue a envolverla en sus brazos y trata de limpiar una que otra lagrimilla del rostro. No pudo, eran demasiadas, dolía verla así. Dolía escucharla.

—Dakota —interrumpió su balbuceó y coloco su mano izquierda en el mentón de la joven—. ¿Qué...

—Por favor... —pidió reclinando su rostro sobre el hombro derecho de Jacob—. No quiero dejar de verte. —Envolvió los brazos alrededor del cuello de su rubio preferido.

Pensar que talvez sería el ultimo abrazo que... miles de lagrimas cayendo de ella, no, nunca permitiría eso, Jacob era suyo, él pertenecía con ella, en cualquier lugar que ella estuviera ¿Pero como llevarlo con ella? Su corazón se encogía ante la idea de manipularlo, estaba perdida, Jacob era lo que necesitaba para no perderse, no lo dejaría ir, no quería.

Él no irá a ningún aparte, tú sí.

Su conciencia ya había tardado en aparecer, esos días estuvo calladita en algún rincón de su mente, pero ahora, seguro que no se callaría.

—Si no... si no aceptas... esta seria... —El vacío se acentúo en su interior—. No... no quiero, no lo acepto. —Sacudió su cabeza con fuerza, se negaría a creerlo, se negaría a creerlo hasta estar en el maldito avión rumbo a casa ¿Casa? Su nuevo infierno, eso sería, en eso se convertiría—. ¿Tú me amas? —preguntó levantado él rostro y fijando la miranda en él—. ¿Me amas? ¿Verdad que sí? —Necesitaba oírlo, necesitaba tanto oírlo—. ¿Verdad? ¿Verdad? —repitió con voz temblorosa y un respirar agitado.

Ella aún tenía los ojos cerrados, como si tuviera miedo de verlo a los ojos. Esos ojos casi celestes, tan misteriosos e hipnóticos.

Jacob no dejó de contemplarla en ningún instante ¿Por qué estaba actuando así? Por quien sea que fuera la alimaña que la había reducido a este estado se las vería con él.

—¿Verdad? —la voz de Dakota se hoyo rota y mucho más afligida que antes.

Jacob sintió el corazón apretado, borraría el todo el dolor acumulado en aquel cuerpecito, era la única forma de dejar de sentirse tan malditamente enfermo por dentro. Acuno aquel rostro empapado de lagrimas entre las manos mientras con el pulgar trataba de limpiar algunas de las que seguían cayendo.

—¿Verdad? —volvió a preguntar como si dudara de ello.

—Te amo —respondió, una sola vez no era suficiente—. Te amo Dakota...

La pelirroja amaba como sonaba su nombre en la voz de Jacob.—No me dejes —suplicó—. No quiero esta vez sea la... —ni siquiera capaz de decirlo ¿Cuan patético era eso?—. No lo soportaría... perdón, perdóname, por favor, perdón.

—Dakota —interrumpió su lloriqueó—. ¿Qué sucede?

Dakota entreabrió los ojos, hubo ternura en su pregunta, era la segunda vez que lo escuchaba, quería que le hablará así siempre, solo en ese tono, hasta el día de su muerte

—Es que... mi... no...

—Tranquila —acaricio aquel cabello anaranjado como el fuego—. Calma. —La respiración de la pelirroja se volvió estable, volvió a reclinar la cabeza sobre el hombro de Jacob mientras se acercaba a su tacto, era relajante ser acariciada de esa forma, tan gentilmente cuando se encontraba tan vulnerable, calentaba su corazón de una manera distinta, especial, nuca tendría suficiente—. ¿Qué te sucede?




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