Un día más de clases, y como siempre llego sin hablar con nadie y me siento en mi butaca, sentía que a mi alrededor estaban murmurando algo que al parecer era de mí, pero no le puse importancia, ya que se parecía al primer día de clases, aunque sentía que era algo diferente, entre tanto pensar llega el profesor y empieza las clases.
Cuando se acabaron las primeras horas de clases, se me acercó Adrián y me preguntó:
- ¿Acaso sabes de qué todos murmuran de ti?
-No.
-Dicen que te gusta Licia.
Estupefacto y asombrado me ha dejado esas palabras. Entonces, le pregunto:
- ¿Quién ha dicho eso de mí?
-Bueno eso está difícil de saber hermano.
No aguantaba el enojo, y lo curioso es que sé quién fue el chismoso.
Pasaron las demás horas de clases hasta que llegó la hora de receso, sin perder tiempo comienzo a buscar a Alex, pero no lo encontré. Pensé y pensé hasta que me llegó la idea de que podía estar en el cuarto aquel, pues cuando me dirigía al lugar, todos me miraban y se burlaban, ¿Acaso es un crimen enamorarse?, ¿Por qué todos me tratan así?, estaba enojado al triple de lo que estaba, ya vera aquel hijo de su madre lo que le pasará.
Al fin pude llegar al cuarto y resulta que era un lugar prohibido para los estudiantes, me estaba esperando la dirección completa, al ver todos los cigarrillos, también me acusaron de fumar en la escuela, de verdad que estaba en grandes problemas.
Mandaron a buscar a mis tíos, ellos no creían que yo era capaz de tal cosa, pero mi tía concluyó que por eso llegaba tarde a casa, pues nada, me dieron un mes de expulsión de la escuela.
Duró poco para que toda la escuela se enterara de esto, lo más doloroso era que pude ver a Alex y se estaba riendo de mi estado actual, ese desgraciado era el culpable de todo. Poco tiempo después, caí en la cuenta que el culpable de todo era yo, por no saber escoger una amistad.
Una vez que había llegado a casa, mi tía estaba muy enojada, tan enojada que solo puso una mala cara y hacía que no, con la cabeza, respiró hondo y me dijo:
-Estas castigado por un mes aquí también, sin salir de casa y sin nada de diversión, solo tareas y más tareas.
No me dejó explicarle, ni dar mi versión del problema, solo bajé la cabeza y me fui a mi cuarto.
Entro a mi cuarto decepcionado de mí mismo, ya no volveré hacer amigos, no después de lo que acaba de pasar, porque si así, me van a tratar los demás amigos, prefiero no volver hacer más. Me puse en la ventana a mirar el cielo, a decirles a mis padres que me perdonaran por ser tan molesto para mis tíos, por ser un niño malo, incliné la cabeza y serré los ojos, diciendo las palabras: “Enséñenme hacer amigos” …
Escuchaba una vos, que gritaba mi nombre:
-Manny, Manny.
Despierto espantado buscando de dónde venía dicha vos, resulta que era Adrián desde afuera que podía verme por la ventana. No quería ni mirarlo a la cara después de lo sucedido, sin darme cuenta se había ido, me imagino que fue por no ponerle asunto a sus llamados. Al rato escucho la puerta sonar, cuando fui abrir era él con mi tía, ella comenzó su sermón:
-Mira, Adrián va a venir a traer todos los días las tareas, pero una vez que termines él, se va a su casa, nada de juegos, ¿Entendido?
-Sí, tía.
Adrián entró al cuarto y de una vez nos pusimos hacer las tareas, no era capaz de mirarlo a los ojos:
-No te preocupes, no eres culpable de que te lancen al precipicio.
Me dijo eso con pura amabilidad, de verdad que sentía paz, cuando alguien me comprendía.
Desde entonces los días se me hacían largos y aburridos, pues, me lo pasaba leyendo y terminando tareas. Solo podía distraerme cuando Adrián venía a casa a traer las tareas, aprovechaba para dialogar y ponerme al tanto no solo de las tareas, sino de los sucesos del colegio.
Así pasó el mes completo hasta que pude volver al colegio, a tomar clases presenciales. Como era de esperarse todos me miraban como un criminal, lo interesante era que no me importaba ya que mi moral está intacta.
Después de unos días descubrieron que era Alex quien fumaba e iba al lugar secreto, y resulta que fueron unos amigos quienes lo inculparon. Y como Adrián tiene sus frases, yo tengo las mías, “las amistades suelen ser peligrosas”. Luego de darme cuenta de que las amistades se construyen a base de confianza, persistencia, apoyo y consejos buenos, decidí hacer otras amistades, esas en las cuales el tiempo las forjó, “No la necesidad”, ya que cuando buscas amigos por necesidad la vida te golpea para que aprendas, no para nada más.
Ahora bien, yo les digo busquen amistades que les sumen, no que les resten, busquen amistades que estén en las malas y en las buenas, y aunque no lo creamos nadie sabe elegir mejor las amistades que nosotros mismos.
Mis tíos enfermaron y Adrián estuvo ahí, el día de mi cumpleaños estuvo ahí, el día de la graduación estuvo ahí, cuando me casé estuvo ahí, dicho sea de paso, fue padrino de mi primer y segundo hijo. Una amistad se busca para siempre no para algo pasajero, y si en una amistad te sientes incomodo, es porque no es una buena amistad.