II
Escuchaba los llamados de la enfermera pero a la profundidad, intentaba abrir mis ojos pero me era imposible, lo volví a hacer esta vez los abrí pero muy poco, me pesaban.
- Ya despertaste cariño, debiste haberlo hecho hace algunas horas pero creo que la anestesia hizo mucho efecto en ti. –sonrió pero el único rostro que quería ver ahora era el de mi mamá.
- Y mi mamá –pregunte de inmediato, ella me miro y volvió a sonreí
- La llamare cariño, le diré que ya despertaste –salió de la habitación en donde me encontraba. Recordé porque estaba allí resistía en no ver en donde solía estar mi pierna pero la curiosidad se apodero de mí, levante un poco la sabana y vi el vacío que había dejado mi pierna, trague rápidamente y comencé a llorar aun sentía la sensación del movimiento de mis dedos pero ya no había nada, cerré mis ojos y las lágrimas salían desconsoladamente de mis ojos, sentí la presencia de alguien más en la habitación abrí los ojos y allí estaba ella junto mi.
- Mamá ya no está –me dedico un cálido abrazo de esos que quieres en los momentos más difíciles, ella siempre ha estado conmigo lo que no puedo decir de mi papá, él nos abandono es lo que dice mi madre yo no lo puedo recordar ya que estaba muy pequeña, pero eso no importa ahora tengo a mi mamá nunca me ha dejado, sollozaba en su pecho y sentía como ella suspiraba fuertemente para contener sus lágrimas supongo.
- Todo estará bien mi niña –me susurro en el oído con la voz entrecortada –sabes que siempre te acompañare y estaré a tu lado, lo importante es que Dios no permitió que te pasara nada y todo salió bien. –
- ¡Dios!, mamá Dios –me interrumpió
- Si hija Dios es el que hace todo.
- ¡No mamá! Dios, estuve con él. –entrecerró su mirada.
- Sigues con el efecto de la anestesia mi amor, ¡que es lo que dices!
- Es verdad, ¡no me crees!, mientras me operaban subí al cielo –seguía con esa mirada de incredulidad puesta en mí.
- Duerme mi vida, lo necesitas
- No quiero, porque no me crees, me dijo que volvería con el algún día.
- Ya Estrella, ¡SI! tus hermanas están afuera, además tu abuela vino a verte junto con tu tía y tu prima. Quieres que pasen.
- Ahora no mamá, tu dijiste que tengo que descansar, puedes dejarme sola un momento
- Estas segura que quieres estar sola.
- Ok mi niña, si necesitas algo solo llámame, estaré afuera –Asentí y le mostré una pequeña sonrisa para que quedara tranquila.
¡Luna! Ese nombre resonaba en mi cabeza pero no tenía idea quien era, como se suponía que yo sabría de inmediato quién era, si ni se cómo se ve ella y porque tengo que decirle que Dios está a su lado no puedo llegar a entender nada pero sé que Dios me dará una señal o habré estado soñando todo eso y no fui al cielo y no hable con Dios, talvez eso solo fue un efecto de la anestesia y lo imagine todo, posicione mis manos sobre mi cara de pronto escuche esa voz diciendo “Como que quiere estar sola, la veré ahora quiera o no.” Reconocería esa voz donde quiera que fuera, era mi abuela.
- Mi pequeña Estrellita, como es eso que no quieres ver a tu Abuela ¡ah! Cómo te sientes mi pequeña – mi abuela era muy tierna, su cabellera totalmente emblanquecida hizo cosquillas en mi cara al momento de que me abrazo.
- Estoy bien, ¡Eso creo! –medio sonreí, tras ella estaban mis hermanas y por supuesto mi tía y mi prima.
- Como que eso crees, mi Estrella fugaz –solía llamarme Estrella fugaz no sé porque lo hacía en realidad pero poco a poco lo iba entendiendo, Me llamo Estrella y poco tiempo me queda aquí, y desapareceré por eso el Fugaz. Pellizco mi mejilla suavemente y deposito un beso en mi frente –te quiero mi pequeña.
- Hola tía –articule, se acercó lentamente a mí y beso mi mejilla traía de la mano a Jimena mi prima ella tenía 6 años, la elevo hacia mí y ella rio sin parar repitiendo mi nombre, la abrace y en ese momento me di cuenta de que tenía una gran familia a pesar de que era muy pequeña y eso pinto una sonrisa en mi cara. –me alegra verlas aquí a todas.
- a mí me pone contenta verte también, y saber que todo salió bien –dijo mi abuela con una enorme sonrisa.