EL FAMOSO MITO DEL AMOR
En lo alto de las brumosas montañas y en lo profundo de los oscuros mares, se alcanzaba a oír una sueve voz que entonaba una vieja historia, el surgimiento de nuestro sentimiento favorito.
Un radiante destello de luz se convirtió en un hombre al bajar del cielo, y al tocar el suelo de la tierra con su presencia se creó el amor. Con la rama floreciente de un durazno creó un arco y con un beso al aire formó dos flechas, una flecha de oro para conceder el amor verdadero y otra de plomo para el olvido.
...
—Hermano, he de tomar una importante desición y no quiero arrepentirme el día de mañana —contaba el angelical joven a una fuente de mármol en las afueras de un templo —El amor existe para unir a dos almas perdidas que buscan encontrarse, no debe verse como una cadena que no deja en libertad al corazón.
Abatido y con la mirada afligida Cupido se limitaba a suspirar triste mientras arrojaba al agua los pálidos pétalos de una rosa. Se mantuvo en calma hasta que el tacto de una mano en su hombro se hizo presente.
—Amor, es hora de tu descenso a la tierra —esa era la voz de Venus hablando con calidez a su hijo, dirigiéndole una forzada sonrisa.
—No bajaré madre —volteó y la encaró con la mirada firme —No cumpliré más sus caprichos. Mi padre realmente se ha enamorado de aquella joven y yo no puedo separarlos.
El semblante de la diosa del amor se volvió frío al notar la aparente traición del joven ángel. Borró toda farsa de su rostro y mostró aquellos amargos sentimientos que realmente deseaba expresar.
—Entonces tendré que deshacerme de ellos yo misma —amenazó sin titubeos, tomando todas las flechas de su hijo con rabia, reduciéndolas a simples cenizas.
Una sola flecha había permanecido intacta, la flecha que seguramente utilizaría Venus para llevar a cabo su venganza al llegar a la tierra de los mortales
—No está hablando en serio, usted jamás lo haría
—Me estás obligando a hacerlo
Lo que hasta esa mañana había sido un tranquilo manantial, propicio para el romance, se convirtió en odio puro envuelto en llamas. En el aire se podía sentir el agobio de una mujer sin consuelo, traicionada y herida.
Asustado, el joven ángel que contemplaba la catástrofe frente a sus hojos, corrió hasta un árbol y en un torpe intento de apaciguar las cosas formó su conocica herramienta. Con la mano sobre el palpitante corazón, tomó un suspiro y apuntó una brillante flecha en dirección recta, esperando hacer renacer el amor entre Venus y Marte. En el último instante el miedo lo invadió y cerró los ojos en un acto reflejo.
Al levantar la mirada todo se oye en calma, el humo del fuego se disipaba. Unas blancas alas se levantan por encima de todo, Anteros y la joven musa habían sido alcanzados por la flecha, quedando enamorados.
Nadie pareció reaccionar ante tal evento hasta que Cupido solloza al contemplar su terrible error, había unido a su hermano y la novia de su padre en una incómoda pasión.