Eterna " El retrato de Rose Castillan"

A un paso del infierno

 Las espesas nubes que cubrían el cielo habían comenzado a diseminarse dando paso a las estrellas que escoltaban a la luna como si de guerreros protegiéndola se tratase.   

Los finos rayos se filtraban por la ventana posándose en el somnoliento rostro de Nilo que descansaba aún en la habitación de la casa de Tauret.

— ¡Es imposible que la Gema tenga otro tipo de sangre! — El grito de una chica sobresalto a Nilo despertándola — ¡Ella debe ser pura!

Colocó una de sus manos intentando disminuir la luz que se asomaba por la ventana molestando sus ojos.  A su alrededor todo estaba sombrío, no habían colores que destellara en el cuarto, hace mucho tiempo que no era ocupada por alguien. Aunque la delicada cerámica utilizada para formar cada parte de la habitación la dejo maravillada, la precisión utilizada para crear los muros y los pequeños detalles eran dignos de admirar.

Luego de adaptarse a la luz por instinto se tocó el cuello donde había un apósito cubriendo la herida.

No creo que ella sea una Gema. Chicos, entren en razón, las Gemas deben ser puras —escucho la misma voz de hace un momento seguido de un violento ruido emitido por una silla.

— ¿Gema? —Susurró acercándose a la puerta — ¿Qué es una Gema?

Cuando iba a girar el picaporte, su celular comenzó a vibrar descontrolado atrayendo la atención de la chica. Sacó el celular de su bolsillo que tenía varias llamadas perdidas de su padre y textos de su hermano. 

Leyó un mensaje al azar recibido a las 04:00 A.M

“¿Dónde estás Nilo? Por favor no vengas a casa. Juntémonos en el restaurant El Trauco”

Esto ya no me está gustando se dijo a si misma mientras abría otro mensaje de Benjamín que fue recibido a las 05:30 A.M

”No se te ocurra regresar a casa, Nilo. Te pondrás en peligro, perdóname por todo. Llama a  Daniel, él te mantendrá a salvo."

Miró la hora en su celular, ya eran cerca de las 06:00 de la mañana.

— Debo salir de aquí — sentenció mientras miraba a su alrededor.

No había nada útil a su favor para poder escapar de la habitación sin que nadie se dé cuenta. Se encontraba en el segundo piso, una altura prudente para bajar o al menos saltar y no salir lastimada.

Abrió la ventana que emitió un rechinido por no haber sido abierta en un largo tiempo, se sentó en el marco polvoriento sacando los pies que quedaron colgando por la distancia del suelo.

Sintió la fría briza de invierno que reconoció al instante, estaba en el límite del bosque de su pueblo Salas, no estaba tan lejos de su casa. Tomó aire como si fuera a sumergirse en el mar, imitó repetidamente la acción postergando el hecho de saltar.

Tenía miedo de salir lastimada y la altura no era algo que la tranquilizara.

— Debo estar loca —susurró inhalando para luego dejarse caer en el matorral que había planeado ocuparlo como soporte.

El impacto provocó que soltara el aire contenido en sus pulmones y por el movimiento que recibieron sus extremidades inferiores sintió como la herida del muslo comenzó a escocer.

— ¡DEMONIOS! — maldijo por el dolor y ruido que ocasionó al impactar contra el matorral.

Los chicos que mantenían una conversación acalorada dentro de la casa al percibir un alboroto en los arbustos del hogar trotaron a gran velocidad directo al bullicio.

En el momento que Nilo se recuperó, corrió adentrándose en el oscuro bosque escuchando atrás suyo gritos de frustración.

El viento soplaba moviendo las hojas de los gruesos y altos arboles que danzaban al compás de la fría briza. Con su familia solían acampar en las noches de Haloween para contar historias de terror y que el ambiente pareciera endemoniado, mas no recordaba que fuera tan tenebroso y tampoco recordaba sentirse tan vulnerable como ahora. Excepto una vez…

Flashback

Hace ocho años atrás una noche de Haloween, Nilo de nueve años permanecía oculta tras un árbol esperando que su padre terminara de contar para poder salir de su escondite.

— ¡Diez! SALÍ —gritó su padre Alan — ¡Iré a por ustedes chicos!

Sin embargo a la persona que Nilo observa apoyada en el árbol de espalda, no se había movido ni emitido algún sonido. Esta seguía observándolo hasta que la persona habló con ella.

— Salí, Nilo… —su voz estaba distorsionada — Iré a por ti… Iré a por ti… ¡IRÉ A POR TI! — grito dándose vuelta corriendo donde ella.

Nilo asustada gritó y al girar para comenzar a correr chocó con el cuerpo de su padre.

— ¿Nilo… cariño que sucede? — Alan tomó a su pequeña en brazos.

— Algo estaba en el árbol —la pequeña gimoteaba — ¡Era un monstruo! ¡Venia por mí! — Nilo sorbía su nariz sin parar al igual que sus incontrolables lágrimas.

— Nilo, los monstruos no existen. Son invenciones para obtener publicidad especialmente en fechas como hoy — Alan abrazo a su hija.




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