El señor Kim Nam Joon manejaba ese elegante automóvil negro valuado en más de un millón de dólares, el volante forrado con imitación de piel (si, odiaba que lastimaran a los animales) así que eran de las imitaciones más caras ya que eso hacía menos pesado el maniobrar el auto a través de las detestables calles de ese mugroso pueblo, mientras las piedras del camino hacían que el coche se moviera de manera desesperante, la familia iba en completo silencio dentro del espacio acogedor que los envolvía debido a la calefacción del interior.
— Maldición esto parece sillón relajante — se burló el de risa peculiar, cortando el silencio incómodo dentro del automóvil.
— Ni me digas — resopló el mayor de los tres — Las suspensiones pagaran por este chiste, ¿Verdad Jungkook? — lo miró a través del retrovisor y su hijo solo sonrió ladino, disfrutaba mucho estar con sus padres, siempre habían sido muy amables con el desde que lo encontraron la primera vez y el hecho que lo aceptarán como su hijo ante la sociedad, lo hacía sentir amado, importante, pero sobretodo aceptado.
— Así es papi .
Mofándose, enseñándole los dientes de conejo, un gesto demasiado adorable que no había cambiado a través de los años.
— Recuérdame, ¿Porqué acepté venir a este pueblo horrible con olor a cloaca? — cuestionó el otro señor Kim de risa peculiar, con cara de asco mientras observaba fuera de la ventana las personas que atendían los pequeños abastecimientos del lugar o las tiendas de comida.
— Porque será divertido padre — añadió burlón.
— Espero que lo sea — bufó más divertido que nada, haría lo que sea por su familia.
— Es los seiscientos años que he merodeado este mundo, jamás había visto gente tan horrible como ésta, lo prometo...
Un suspiro profundo salió de su cuerpo, solo por simple inercia, observando hacia afuera de la ventana viendo pasar las personas del lugar, todo ellos sabían fingir muy bien, el menor creía que todas esas personas eran las más deplorables del mundo, a pesar de la modernización que existía en el planeta, este pueblo seguía siendo prácticamente, retrógrada.
— Si tú lo dices, lo creo, hijo — respondió ahora el mayor de los tres, negando divertido y una sonrisa ladina que hizo que apretara la mandíbula se dejó observar.
— Mencionaste a un niño... — preguntó Jin, acomodándose sobre su asiento para mirarlo directamente a los ojos desde su posición — ¿Qué sucede con él?
— Él... — la preocupación se vio reflejada en ese perfecto rostro y una línea se cruzó por su frente apenas perceptible a los ojos humanos normales — Debo hacer que se aleje de esa horrible mujer...
— ¿Y como lo harás?
Sabía cómo era, lo conocía perfectamente, tenían juntos demasiado tiempo y sabía de lo que era capaz, cuando algo se le metía en la cabeza no había nada en el mundo que lo hiciera cambiar de idea. Un suspiro profundo salió de su cuerpo y la mirada del menor conectó con él, con voz fría y seca reveló.
— Si la tengo que matar, lo haré de ser necesario.
— Pero es su madre — levantó ambas cejas cuestionándolo enserio — ¿No es así?
— Lo es — asintió levemente — Pero eso no le da derecho de tratarlo como lo hace.
— Será difícil...
— Pero no imposible, puedo cuidarlo.
— ¿Qué le viste? — cuestionó ahora más confundido — Todo el cambio que estamos haciendo es prácticamente por él.
— Él... — sonrió al recordar a ese chico de cabellos alborotados y hermosa sonrisa cuadrada en el que se había convertido desde la última vez que lo vio. — Él, es hermoso, lo más bonito que sus ojos puedan admirar alguna vez.
— Él... es humano Jungkook. — protestó un tanto serio, sabían lo que ponían en riesgo si alguien sabía de su existencia.
— Lo sé... — repuso rápidamente antes de que quisieran mencionar cualquier cosa
— Y por eso debo protegerlo.
— Estás jugando con fuego, podemos quedar expuestos si él nos descubre.
— No lo hará — espero que no nos descubra Jungkook o estaremos en problemas - reclamó su conciencia — Solo debo hacer que se aleje de esa mujer y nos iremos después.
— Espero que sepas lo que estás haciendo. — agregó sin más, aún con los años su hijo seguía siendo una maldito testarudo, y eran familia, jamás lo dejarían solo, la lealtad entre ellos era irrompible e irremplazable.
— Sé lo que hago — añadió viendo a la nada.
Más que nada fue para convencerse a sí mismo que a los demás pasajeros, su mente recordaba, vinieron esas imágenes que no había podido sacar de ella en tanto tiempo, pero desde ese día no había podido olvidar su pequeña mirada cuando lo vio a través de la ventana, siendo lastimado por ese monstruo. Esa noche quiso arrancarle la cabeza y dejársela a los lobos, vaciar la sangre de su cuerpo con una aguja y destazarlo vivo. Pero no lo hizo, se limitó a solo mirar y dejar que eso sucedería. ¿Porque? Por estúpido, pero no iba a permitir que eso sucediera otra vez.
Tuvo que cerrar su mirada para desechar esos recuerdos, ya que su padre llamó su atención.
— Ya lo sabemos hijo, por eso estamos aquí contigo, te ayudaremos en todo lo que necesites.
Una sonrisa llena de ternura salió de su rostro dándole la confianza que no tenía en ese momento, pero al verlos a su lado, consiguió.
— Gracias papis...
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El pueblo estaba atento a la llegada de la nueva familia, muchos estaban demasiado nerviosos en aceptar a nuevas personas en ese pueblo, sabían que no les convenía que visitantes llegaran para quedarse, eso los podría exponer, y definitivamente era lo último que querían.
Los lugareños no sabían mucho de la familia que llegaría, estaban asustados, demasiado como para hacer preguntas, confundidos, se cuestionaban que mierda había sucedido con la familia Neul, una familia importante que simplemente se fue sin decir adiós, eso los confundía mucho porque nadie de ese pueblo salía sin que el cabezal supiera su decisión, pero de repente una mañana la casa se encontraba en venta, y las personas que ahí vivían ya no estaban, no mucho tiempo después el cartel de EN VENTA había desaparecido y muchos creyeron que los dueños se habían arrepentido y regresarían a su lugar de nacimiento, no obstante sabían que tendrían un castigo por irse sin avisar, pero vaya sorpresa para muchos, la familia que llegaba no eran los anteriores dueños, las personas que ahora habitarían esa casa era una familia diferente, muy diferente a lo que está permitido en ese lugar.