Slide Away- oasis.
Pov Hannae:
— No. No por favor. No me dejes. Quédate conmigo. No quiero quedarme con él, no puedo, tengo que estar a tu lado. Déjame irme contigo. No me abandones. — balbuceé sin sentido, moviéndome por la cama sin dejar de dar vueltas, quitándome las sábanas porque estas se me habían pegado al cuerpo, y sin poder dormir pero tampoco pudiéndome despertar. Mi corazón iba más rápido de lo normal, anticipándose al final del sueño, mis lágrimas amenazaban con salir antes de incluso llegar al punto que solía hacerme llorar. Volví a girarme en la cama intentando espantar el sueño, cogiendo la almohada y tapándome la cabeza con ella, alejándolo de mí.
Pero no pude, y el sueño continuó su curso, hasta llegar al mismo punto, y final, de siempre.
Me desperté de golpe, incorporándose mientras llevaba las manos a mi pecho intentando volver a respirar con normalidad y poder así dejar de llorar e híper ventilar. Y todo después de ver la imagen, la misma imagen de todas las veces anteriores, de alguien cayendo al vacío. Bueno sabía quien era, pero no quería poner su cara en aquella escena desoladora. Sería aún peor si encima pensaba en ella.
Me quité lo poco que quedaba de sabana tapándome por las piernas y fui hacia mi baño, descalza y sin nada más que una camiseta larga de Asher como pijama, no me había visto, pero estaba segura de que me vería como una loca, con el pelo revuelto, los ojos llorosos y los labios hinchados.
Encendí la luz a tientas, ya que aunque me hubiera despertado de golpe aún así no lo había hecho lo suficiente como para ver a la perfección, y tenía la vista algo nublada por las lágrimas, me acerqué al lavabo y abrí el grifo de golpe dejando correr al agua fría antes de agacharme y con mis dos manos hacer un cuenco con el que poder retener algo de agua antes de echármela por la cara, haciendo que de inmediato me despertara y así volviera, a su vez, a la realidad.
Después de coger aire, apoyando ambas manos en el lavabo y con la cabeza gacha mirando al grifo levanté la cabeza para mirarme al espejo, viendo mi cara perfilada con algunas gotas que caían de ella, además de poder ver mi aspecto cansado y mi piel pálida, comparada con mi tono normal, a consecuencia del sueño, o pesadilla para algunos. No estaba segura de que era exactamente, dado que había verdad en él. Por lo que precisamente como sueño no podía calificarlo.
La echaba de menos, solo quería poder abrazarla por última vez y que pudiera decirme un te quiero al oído.
Aunque fuera en un sueño, uno de verdad.
Pero en vez de eso soñaba con la forma en la que mi mente creía que se fue.
Quería volver a dormir, pero iba a ser imposible, salí del baño y vi en el reloj de mi mesilla de noche que apenas eran las 5 de la mañana, bostece víctima del sueño, pero ni me moleste en intentar dormir sabiendo que no lo conseguiría, en vez de eso fui hacia la ventana para abrirla y poder salir al pequeño balcón que tenía.
No eran unas vistas bonitas, más bien eran de las partes de atrás de algunos locales en los cuales, en la parte de arriba, vivían las familias que eran dueñas de dichos comercios, pero solo necesitaba tomar el aire, me daba igual lo que fuera a ver.
En un primer momento quise ignorar la vocecilla de mi cabeza que me decía, o me persuadia de una forma extraña, que cogiera aquella cajetilla de cigarrillos que tenía, y con la que podía pasar cómodamente 6 meses, y que me fumara uno.
En ese primer momento me negué a mi misma hacerlo. Era más fuerte que eso, tenía más fuerza de voluntad, me repetía a mi misma. Pero no era así, por lo menos no en estos momentos. No tenía nada que hacer, no iba a poder dormir, era de madrugada y no tenía ni siquiera alguien con quien poder hablar. Un cigarrillo no sería para tanto.
Salí del balcón y al llegar a la altura de mi mesilla de noche me agaché y metí la mano en el hueco que había entre esta y el suelo y saqué el tabaco. No lo escondía por si mi padre me pudiera pillar, era más bien para evitar la tentación, a mi padre le da bastante igual lo que haga y cuáles sean mis vicios. Después de coger uno la dejé de nuevo en su sitio para coger el mechero y volver al balcón.
Nada más salir apoyé los brazos en los barrotes y saque la parte de arriba para afuera para a continuación colocarme el cigarro en la boca y dándole fuego al mechero, en un ágil movimiento me lo encendí fumando en el primer instante en el que pude hacerlo. Al separarme el cigarro de la boca expulse el tabaco lentamente, o por lo menos así lo sentía, y de alguna manera, viendo el humo, me calmé. No tardé mucho en darle una segunda calada, invadida por el ansia de fumar después de haber estado tantos meses sin hacerlo, y así seguí hasta que me lo termine sin importarme el aire frío de la noche que me ponía la piel de gallina. Casi no se sentía o esa sensación se veía disminuida por la sensación de calma que me había provocado el cigarro, haciendo que todo lo demás había pasado a un segundo plano.
Al haberlo acabado y estar empezando a sentir el frío por todo el cuerpo, y el hecho de estar descalza no ayudaba, decidí volver a mi cuarto y cerrar la ventana para no acabar poniéndome mala. Me recogí en un moño descuidado, en el que quedaron unos cuantos mechones sueltos, aquella locura que tenía por pelo y decidí ir a por algo de beber o de comer.
Salí de mi habitación sin hacer ruido, pero aún sin zapatos, << ¿tanto me costaba ser una persona sensata que evitara ponerse mala?>>cuando de repente al llegar a la altura de las escaleras escuché voces abajo. Inmediatamente me puse en alerta, es decir, era la hora que era y no era precisamente normal escuchar gente hablando, por lo que esperaba que hubieran sido imaginaciones mías.
Baje un par de escalones, confiando en que el sueño había producido que oyera cosas donde no las había, << bueno no sabía si eso sería un buen consuelo.>> pero al llegar a poner el pie contra el frío suelo del tercer escalón conseguí diferenciar no una ni dos sino tres voces, masculinas, y dos de ellas algo profundas y con acento marcado dos, que provenían seguramente del salón. Presa de la curiosidad bajé un escalón más y me senté en el suelo, intentando alargar algo más la camiseta para que mis muslos no se congelaran, y procurando no hacer ningún ruido. Puse el oído para enterarme bien que era lo que estaba pasando, bueno más bien para saber de qué era de lo que estaban hablando. <<Una que nace cotilla, la ponen una escena en las narices y necesita saberlo todo>>.