Excepcional Gene

Prefacio

Prefacio

 

 Y allí estaba. Otra vez.

Aquel sentimiento que te hace creer que en cualquier instante tu cráneo y su contenido van a dividirse en dos. Solo para que una y la otra parte comiencen a discutir entre si y, tal vez, solo tal vez poder conseguir a una respuesta.

No era una experiencia nueva para él, y valla que la había experimentado demasiadas veces en el pasado. Y para su mala suerte aquello entraba en la categoría de eventos que no importa cuántas veces afrontes nunca dejan de doler. Pero esta vez debía enfrentar cada pensamiento que surcaba por su mente con la lucidez que los medicamentos le habían arrebatado en el pasado:

 

-... hicimos cuanto pudimos. Todo a nuestro alcance pero surgieron varias complicaciones durante la cirugía-Y es que las palabras seguían retumbando en su cabeza con un eco estremecedoramente claro-Lo lamentamos mucho. Murió.

 

Claro que había muerto. Era una posibilidad perfectamente efectiva. Había estado considerándolo desde el primer instante. Sabía que podía, y había ocurrido. La doctora solo cumplía con su deber al informarle. Al dar la noticia directamente del deceso, ahora podía superar el shock inicial.

Entonces su ansiedad debía ser desplazada por el duelo. ¿Cuál iba primero? ¿Dolor o Negociación? “Aceptación” era la última ¿no? No podía recordarlo con claridad. Ahora se encontraba en casa, en su departamento. En su cama. Y aun no lograba sentir nada. La marea de sus emociones era contenida por gigantes muros sólidos construidos por un único material: duda.

 

-¿Y vas a creerles así nada mas? ¿No quieres ver el cuerpo? ¡¿Eres idiota?! ¡Él no está muerto! ¡Lo sé! Es imposible, s-su enfermedad no estaba tan avanzada... Y aun así... Y aun así tú...

 

Simples gritos embargados en llanto y negación. Ni siquiera se había molestado por la bofetada que le habían estampado en la mejilla. Aquella era una reacción natural, perfectamente predecible y desconectada del pensamiento lógico debido a la densa secreción en el cerebro de una hormona, cuyo nombre ahora no quería recordar, que era la responsable de aquel sentimiento conocido como “dolor”.

Entonces, aun sabiendo eso, ¿por qué permitía que aquello embargara su mente de dudas?

¿Por qué debía lidiar con la incertidumbre en lugar del duelo? Por qué debía siquiera considerar creer las palabras de alguien que apenas conocía un par de meses atrás y que siempre había demostrado ser su opuesto material:

 

-Es tu amigo. Si vas a darlo por muerto ten él valor de tomarle el pulso tu mismo.

 

-Te equivocas...-Respondió a la oscuridad de su habitación. Fue solo un momento y un pequeño desvió antes de irse; en lugar de caminar hacia la salida había bajado al sótano, a la morgue. Había abierto el refrigerador, quitado el plástico que lo cubría y lo había visto con sus propios ojos: su cabeza afeitada para la cirugía, la cicatriz del lado del lóbulo occipital, al menos habían tomado los puntos con cuidado. Inconscientemente había colocado su mano sobre el pecho donde pronto una cicatriz en forma T quedaría como evidencia de la autopsia para determinar la causa de muerte. Y luego llevado sus dedos al cuello donde por varios minutos los mantuvo intentado, suplicando, sentir el más mínimo latir-Frank está muerto.

 

¿Entonces por qué sus lágrimas aun no salían?




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