Después de lo que se suponía, que sería un baño relajante, mi cabeza seguía doliendo como los mil demonios y mi reflejo en el espejo lucía horrible.
Me vestí con la ropa más cómoda que encontré y baje las escaleras en dirección a la sala. Seguía igual que la noche pasada, marchas de pisadas enlodadas, agua, el botiquín seguía en los muebles, con algunas cosas desordenadas, en conclusión todo era un caos. Y estaban ellos, los dos, justo en los muebles. El único que no estaba era Daniels, mejor dicho Hamza Daniels.
«El…»
El me había sorprendido.
Yo esperaba como una risa irónica, algo de sarcasmo, o algo cómo, ¿Esperas que te crea eso? O yo que se , pero fue todo lo contrario. Para cuando termine de contarle todo, afuera estaba esclareciendo y solo dijo: —Tengo que ir a trabajar. Volveré en la tarde.
Lo siguiente que hizo fue anotar un número en una servilleta —Este es mi número, me llamas o escribes cualquier cosa —dejo la servilleta en mis manos y camino en dirección a la puerta — Y debes abrirme la puerta cuando venga —agrego con firmeza antes de salir por la puerta.
Volviendo de la isla de recuerdos en la que me sumo, empeze a quitar el desorden de la sala, que en realidad no es una sala sino la antesala. Para cuando casi terminé, empeze a organizar el botiquín. Mi vista se poso en las pastillas, específicamente los analgésicos, necesitaba tomarme uno con urgencia.
Casi una hora después, todo estaba limpio y organizado en su respectivo lugar. Yo estaba sentada en uno de los sofás de la antesala, sintiéndome cohibida o mejor dicho intimidada ante la presencia de los chicos frente a mí.
Con la mente un poco más tranquila, recordé los libros. Los libros por los cuales Hamza Daniels, llegó aquí. Los tome y recordé lo único que no le había dicho a Daniels.
Con ellos en mano volví a sentarme, con la intención de leer aunque fueran algunas páginas. Pero mi me te aún divagaba.
— Hola, yo soy M.K 1035228.
Hablo de la nada el pelirrojo, asustandome, logrando casi caerme del sofá, con una mano en el pecho. Mi corazón latía desenfrenado.
— Lamento haberte asustado, no era mi intención . Tú frecuencia ha aumentado . Eso no es bueno.
¿Cómo?
—Ahora luces asombrada, son muchas emociones en poco tiempo.
«Abriste y cerraste la boca varias veces. Es un acto que realizan los humanos cuando no encuentran que decir o están asombrados. ¿Tú? ¿Por qué estás asombrada?
Y de nuevo volvía a pasar lo que de ayer a hoy se estaba volviendo costumbre en mi,me quedé sin nada que decir.
—X, estará bien pronto —me aclaro, refiriéndose al chico pelinegro.
—¿Tú? ¿No quieres llevarlo al hospital? — le pregunté por su extraña reacción — No soy doctora, podría darle alguna infección o algo. Pero no debes mencionarme .
—No, no puedo llevarlo. No puedes llevarlo al hospital. — ordenó alterado, poniéndose de pie.
—¿No? , ¿Y por qué no al hospital? , ¿Ustedes quienes son? , ¿Cómo llegaron al bosque? — empecé a bombardearlo con preguntas sin poder evitarlo.
— El es X, y yo MK1035228. No puedes llevarlo al hospital, por qué sería peligroso y llamaría la atención. Lo demás es información clasificada.
—¿Información clasificada? , ¿Me estás jodiendo? — lo cuestione un poco enojada. El chico se prepara para decir seguramente los resultados de su análisis, pero no sé lo permito —Yo acabo de pasar una noche en vela, con dos chicos que no conozco. Uno con una herida, y el otro más muerto que vivo y otro cuestionandome cosas que no se. Y tú en ves de explicarme, me dices que es información clasificada.
— No estoy configurado para mentir.
— Pues entonces di la verdad — propuse ya exasperada.
Después de unos minutos de silencio, el pelirrojo se puso de pie, desconecto el extraño aparato y lo puso en su mochila — Me voy.
Dicho esto se encamino hacia la puerta, por un momento no dije nada hasta que mi vista se poso en el chico recostado en el sofá.
—¡Espera! — mi grito lo hizo volverse hacía mi — ¿Qué hay de el? — cuestiono señalando al chico en el sofá.
— Vendré por el — cuando expreso esto, abrí mi boca para refutar, pero el ya se había esfumado.
Genial ¿No?
Las horas pasaban y el chico aún no despertaba. Yo por mi parte leía uno de los libros y tomaba apuntes, intentando encontrar la respuesta a algo que ni idea.
¿Qué se supone que estoy buscando?
Un poco aturdida y con el dolor de cabeza intensificarse, me pare de la silla del comedor, dejando los libros y el cuaderno de notas a un lado, con una mano masajeando mi cabeza me dirigí hacia la sala y para mí sorpresa el chico estaba despierto y miraba fijamente en mi dirección, nos quedamos así un largo rato, mirándonos sin decir nada.
— Eh… am — empecé a tartamudear nerviosa — ¿Necesitas algo? — le pregunté, pero fue en vano ya que no obtuve respuesta de su parte solo se quedó estático observandome — Te prepararé algo ¿Está bien? — sin esperar respuesta, giro sobre mis pasos pasando por el comedor, hasta llegar a la cocina. En dónde caí en cuenta que no había comido en todo lo que iba de día, mire el reloj que marcaba las doce con cincuenta y seis minutos y yo no había comido nada desde la tarde de ayer. Increíble.
Dejando de lado mis pensamientos, empecé a preparar una rápida sopa de fideos para el chico era lo más rápido que se podía hacer, luego de un sándwich, la cual no lo llenaría. Espero que la sopa si.
Para cuando estuvo lista, había servido un vaso con agua y otro con jugo, con todo servido en una bandeja, me encamine nuevamente hacia la sala, en dónde el seguía sentado, sin perder tiempo , rápidamente puse la bandeja frente a el. La miro por unos largos e interminables segundos, para luego elevar su mirada hacia mi, pareció pensarlo , pero finalmente la tomó de la mesa y empezó a beberla. Yo por mi parte lo dejo solo, nuevamente para no incomodar y me dirijo hacia la cocina en dónde me preparo algo ligero de comer y limpio lo que utilice.
Editado: 09.12.2024