— ¿Nada?
— Ni una palabra.
Llevo su mano hacia su cabeza alborotando un poco su pelo. Pasados unos segundos el silencio que se había formado en la sala fue interrumpido por el sonido de la puerta del baño siendo abierta. La mirada de Daniels se dirigió hacia ella , por dónde la figura de un chico se hizo presente, X.
Salió del baño vestido solamente con el pantalón sin el suéter. Sus ojos disparejos enfocaron a Daniels, ambos se examinaron por un largo rato.
— X, ¿Verdad? — cuestiona Daniels en dirección al chico, quien ni siquiera se inmutó. Ante esto volteo a mirarme , alce los hombros dandole a entender que a mí tampoco me respondía.
«Mira X, soy Hamza, Jeanne y yo queremos ayudarte — empezó, era la primera vez que alguien en Quentin decía mi nombre y de esa forma — pero no podemos hacerlo si no hablas.
Y si guardaba esperanzas de que sus palabras funcionaran, pues no.
» ¿Puedes hablar?
Si no hablas, no podemos ayudarte — Hamza soltó un largo suspiro, cuando no obtuvo respuestas.
— X, siéntate — le pedí y eso hizo. Tome asiento frente a el. — Necesitamos que nos digas algo, por favor — silencio — ¿Quieres escribirlo? — le extendí el cuaderno junto con el lápiz. Miro el cuaderno y el lápiz en mis manos, luego me miró a mi, más no los tomo.
—Tenemos que llevarlo a la policía.
—¡No! — grite rápidamente, pero eso no sorprendió a Hamza, lo que lo sorprendió, mejor dicho, nos sorprendió fue el hecho de que X, también grito lo mismo.
Aún sorprendidos, ambos dirigimos nuestras miradas hacia el.
—A si que, si puedes hablar — empezó Hamza.
Al decir esto esperábamos una expresión de miedo o de quién se siente descubierto pero no, fue todo lo contrario. La mirada del chico seguía fija en nosotros, como si quienes le debieran respuestas fuésemos nosotros.
Quedamos viéndonos por unos largos minutos hasta que Hamza me tomo por el hombro y me encaminó hacia la cocina, estando allí me soltó y se apoyo en el borde del desayunador.
—Ya que no quieres ir a la policía, ¿Qué propones? — cuestiona cruzado de brazos. Su mirada me era intimidante.
—No lo sé, ¿Está bien? — confieso mirándolo a los ojos, mientras me apoyo a la pared.
—No, no está bien — espeta sereno — He presentado una propuesta, bastante factible por cierto. No estás de acuerdo. Presenta una contrapropuesta. Simple.
Quedó en silencio pensando algo con lo que podría refutar pero no se me viene nada a la cabeza. De soslayo visualizo la figura del desconocido en mi sala, luce como un niño. Un niño que no sabe dónde está, uno que parece tener más preguntas que respuestas para dar.
Alboroto mi cabello — una clara señal de fustración — volviendo la mirada hacia Hamza, quien me mira expectante. Suelto un suspiro de fustración.
—Bien, vamos a la policía — le otorgo la razón — Hasta he pensado que podríamos decirles. Algo como: Hola, soy Jeanne Elwood, encontré un chico desconocido en el bosque, con una herida gigante en la zona lumbar pero no lo lleve al hospital, ni llame a la policía. Lo suture yo misma. ¿Podrían averiguar, quién es? Dato curioso: No habla ¿Ya dije que soy Jeanne Elwood? — hago un especial enfasis en mi nombre.
—En todo caso yo también estoy involucrado.
—Claro, pero yo soy Jeanne Elwood, tu pasarías a ser víctima de la historia que se van a montar — explico exasperada.
—Bien, tienes razón. No lo reportaremos con la policía, pero igual debemos ir.
—Pasas de mal a peor.
—No iremos a hablar con ellos. Nos colaremos en los archivos.
—¿Dices que nos colaremos en los archivos policiales sin que nadie se de cuenta? Suena como si te faltará parte del cerebro.
—Conozco al sheriff, puedo distraerlo mientras tú buscas en los archivos — insistió.
—Buscare entre los cientos y cientos de archivos que seguramente hay en la estación hasta encontrar a alguien que se llame, X. Demasiado fácil.
—Bien, ya que no te gustan ninguna de mis ideas y por lo visto no tienes ninguna. Hazlo hablar
—No es que no me gusten tus ideas, es que todas son nefastas e involucran que vaya a la cárcel y que mis padres sean más criticados de lo que ya son.
—Gracias por el voto de confianza — ironiza, soltando sus brazos y caminando hacia mi.
—De nada.
— ¿Cuando lo harás hablar? Por qué, ¿Lo harás hablar? ¿Cierto?
—Eso haré.
—Bien, pues hazlo hablar — dice en tono retador cuando ya estamos frente a frente.
—Bien.
—¿Lo harás hablar? — pregunta sorprendido.
—Lo haré hablar.
Editado: 09.12.2024