La discusión con el director no llegó a nada, aun teniendo todo el tiempo necesario para discutirlo, no lo hizo, se quedó mudo. Esa pregunta solo necesitó una respuesta, un concreto sí o algo que me dijera para ponerme en marcha.
—¿Puede por favor, decirme algo en vez de quedarse con la boca cerrada? —Le reclamé aún con la cólera llegándome hasta la garganta—. Está tan cerrado a decirlo o él lo amenaza con hacerle algo, ¿dígamelo?
—Los negocios son negocios, Leyna —Me reprochó para luego pasearse por la sala, en busca de algo, se acercó a mí y me susurro algo en oído—. Yo no sé, Leyna. Créeme, pero sé que él estaría dispuesto a todo por ti. Ahora vete a la clase.
—Esto no quedará así.
—Pues, no es mi problema.
Me regresé con la broca teniéndola hasta la punta de la cabeza. Me salí de su oficina y la secretaria me miró con una cara de desaprobación.
—No vuelvas a entrar así.
—No volverá a pasar —Dejé mi mochila en unos de mis hombros y me encaminé hacia la salida del colegio, no estoy dispuesta a soportar más de estas cosas.
Al salir puertas a afuera del colegio me encontré con ese olor asqueroso en la nariz y de pronto nuestra mirada cruzo, giré los ojos, no estoy dispuesta a soportar a nadie.
—Leyna, espera —La vi, pisar el papelillo encendido y se acercó a zancadas—. ¿Quiero hablar algo contigo?
—¿Qué quieres, Candy? Tengo cosas más que hacer.
—Estoy apenada de que tu amistad y la de Herian se haya destruido —Hice una mueca. Su cara es de estar apenada, parece vampiro con los ojos rojos—. Somos primos, Leyna y no hay nada entre ambos. Yo siempre soy cariñosa con él, soy de piel y sé que a veces puede parecer raro, pero esto es lo que soy.
—Mira... —Tomé aire, no puedo con esto—. Estoy cansada y este ha sido un día pesado.
Me giré dejándola plantada.
—¡Sé lo de Carter! —Me gritó de repente, deteniéndome.
—No estoy entendiendo —Le comenté apenas me di la vuelta para encararla.
—Si sabes, él me lo contó —Levantó una ceja y sonrió de esa forma malévola, igual que Herian, ¿acaso esa sonrisa estúpida era de familia? Muy tonta debo decir—. Quiero que formemos una alianza.
—¿Y por qué crees que formaría algo contigo? Apenas nos hablamos y míranos ahora —Nos señale con mi dedo índice—. ¿Además que me ofrecerías tú a mí?
—Información. Te oí con el director hablando —Concretó y se me acercó a pasos decididos—. Ambas sabemos que Herian, no es precisamente el chico que por coincidencia se acerca a ti. La primera vez apuesto a que lo pensaste. Durante muchos años nadie lo hizo, todo el mundo te cataloga como una rara y ahora como una drogadicta, no crees que un chico así de bonito, se acercaría a ti solamente por tenerte lastima.
Un balde de agua me llegó de golpe como si en todo eso trajera mi orgullo, dispuesto a ser tirado al suelo.
—¿Qué quieres de mí? —Alineé mis labios y fruncí el entrecejo.
Esta niña es de lo peor.
—A Carter —Me habló como si nada. Tomó un mechón rosa de su cabello y lo enrolló en su dedo índice—. Él y yo éramos amigos con derecho, quise llevar las cosas a otro nivel, pero tiene a otra chica en la cabeza.
—¿Y eso que tengo que ver yo con él? —Pregunté, cruzándome de brazos.
—Te vi el otro día con él, fue a hacerte tutorías y te tomó la mano. Con las demás chicas no es así, mucho menos conmigo. Después de pensarlo mucho y analizar lo que estaba ocurriendo entre ambos llegué a una rara conclusión... —Me barrió de arriba abajo y tomó un mechón de mi cabello, notando mis puntas quebradizas. Hizo una mueca—. Eres tú, la peor de las bajezas, en la que se fijó él.
Era veneno el que me lanzaba a la cara.
—Lo que tuve con Carter, no es de tu interés y si estas tan desesperada por él... —Cogí su muñeca con fuerza, causando que le doliese mi apretón. Me soltó el cabello y la dejé zafarse, ocasionando una mueca en su cara—. Carter y yo no nos hablamos durante muchos años, además prometimos jamás hacerlo, Candy.
—Entonces, no te importará que esparza el rumor de que tú y él, tuvieron algo turbulento y peligroso —Comentó sin importancia para ella.
Sonreí sin demostrar mi punto débil. El miedo de que todo el colegio se enterara de esto, es horripilante. Como terminaron las cosas, me dejó mal con su familia y la mía corría la misma suerte. Decidí irme a casa a pensar con más tranquilidad, la última vez las cosas no funcionaron como pensé, los monstruos me siguen persiguiendo y Carter Davison era uno de ellos.
Fui por mi llave al casillero, siempre la dejo ahí para evitar que mi subconsciente me haga salir del colegio antes de tiempo. Apenas Candy decidió irse de mi camino, yo corrí devuelta a mi casillero, lo abrí con una desesperación tan aberrante que se me contrajo el pecho. Revolví todo como una demente hasta poder encontrarlas, las agarré y al instante la puerta de mi casillero se cierra de golpe, por suerte pude sacar las manos antes de que me las pisara. Cerré los ojos furiosa.
—¡Eres un idiota Herian! —Y escuché su risa.
—Así que ese chico es —Esa risa no era de ese chico dulce y peligroso, más bien era del demente de mi pasado.
Retrocedí al instante y nos miramos como dos cómplices de un asesinato.
—¿Qué quieres de mí? No bastó con arruinarme la existencia y ahora regresas como si nada —Le reproché con enojo y él comenzó a chasquear la lengua—. ¿Qué quieres?
—A ti de vuelta.
—No, no lo haré.
—¿Cómo qué no? —Me alejé, pero de improvisto se acercó, tomándome por la cintura con fuerza y me arrinconó hasta la pared de casillero, ocasionando que me golpease con ellos—. La herida que me provocaste en la cabeza se paga, Ely. Dale gracias a la persona que te ama porque esté aquí, hablando contigo y no odiándote desde el infierno como el otro.
—Deberías estarlo —Le escupí.
—No, no porque así te tengo más cercana, nena —Me sonrió y pasó sus labios, oliendo mi cabello—. Exquisito perfume, hueles a flor, a inocencia, ¿o es que ya has encontrado a alguien con quien follar?
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Editado: 27.11.2021