—Gracias por tu compra. ¿Te gustaría que ampliemos el tamaño de tu helado o agregar un snack? —sugirió Valeria, quien vestía un uniforme de rayas blancas y rojas.
La chica que se encontraba comprando en el mostrador no hizo ni un solo gesto. Solo alzó la mirada y negó con la cabeza. Ni un gracias recibió.
Valeria se sentía cansada; llevaba horas parada sobre el mostrador de la heladería, y los clientes no paraban de llegar. Era de esperarse, con las fuertes oleadas de calor, lo único que se antojaba era un rico helado. De repente, su teléfono comenzó a sonar sin parar; era Romina.
—Hola, ¿qué pasó? ¿Todo bien? —respondió Valeria.
—De maravilla, Vale. Solo quería hacerte una pregunta: ¿cómo vas con el encargo que te pedí?
—¿Es en serio, Romina? ¿Para eso me llamas? No puedo creer que seas tan impaciente —dijo entre risas.
—Solo quiero saber si todo va marchando bien.
—Todo va bien; puedes estar tranquila. Tengo que dejarte, estoy trabajando y no puedo seguir hablando por teléfono. Adiós, te mando besos —respondió Valeria mientras colgaba la llamada.
La jornada laboral fue intensa, pero al fin se había terminado. Eran las tres de la tarde, y por fin se dirigía hacia su casa. Mientras caminaba por las calles de la ciudad, se encontraba con muchas parejas tomadas de la mano y otras demostrándose su cariño a base de besos.
—¡Qué cursis! —murmuró con cierto desagrado. Parecía que ahora todo lo relacionado con el amor era ajeno a ella.
Al llegar a su departamento, se llevó una sorpresa al encontrarse con Rafael y Romina juntos.
—¡Hola, Rafael! ¡Qué milagro verte por aquí! ¿Has estado muy ocupado? Ya no te he visto por estos rumbos —mencionó Valeria.
—Sí, el trabajo y la universidad me están consumiendo —respondió Rafael.
—¡Qué horror! Lo bueno que me he dado un año sabático en los estudios. ¿Tienen una cita el día de hoy? —dijo mientras contenía el sentimiento de desprecio hacia Rafael, ya que era el responsable de que su amiga se estuviera volviendo paranoica.
—Sí, iremos al cine —interrumpió Romina, quien se había percatado de los gestos de desagrado de Valeria.
—No los detengo más. Pueden marcharse.
Valeria y Romina se despidieron con beso en la mejilla. Esta última aprovechó para mencionarle al oído que no olvidara su misión de espionaje. Después de un tiempo, por fin prendió su laptop para revisar el perfil de su nueva personalidad, "Sofía". Este perfil parecía haber sido creado arbitrariamente, pero en realidad reflejaba todos sus deseos reprimidos, como el amor por el arte, la fotografía y todas lo que nunca se atrevió hacer por miedo a fallar en el intento.
Al iniciar sesión en el perfil, se sorprendió mucho, su bandeja de notificaciones estaba repleta de varias solicitudes de amistad. Al revisar quiénes eran los interesados, se llevó una gran decepción al ver que la mayoría de las personas eran señores y algunos adolescentes. No tuvo de otra opción que aceptarlos; quería que el perfil denotará más credibilidad y poco a poco fue dando clic al botón de confirmar. Después de aceptar a otros usuarios, decidió visitar el perfil real de aquella chica pelinegra de ojos verdes para tomar prestadas algunas fotos.
—Discúlpame, Sofía. Solo tomaré tus fotos por un corto tiempo —decía mientras descargaba unas fotos de su perfil para agregarlas a su perfil falso—. Ahora sí, llego el momento de agregar al infiel mentiroso.
Acto seguido, se deslizó hasta el buscador para buscar al novio de su compañera de cuarto. Una vez localizado el perfil, decidió agregarlo. El siguiente paso era esperar que aquel hombre aceptará la solicitud; mientras tanto, no podía hacer nada más.
—Te odio, Romina. Todo lo que tengo que hacer por ti —se dijo a sí misma.
Se disponía a cerrar el perfil cuando, de repente, llegó una nueva notificación. Sin ánimos de continuar con el perfil, abrió la notificación y era una nueva solicitud de amistad.
—Obed Sevilla. Revisemos tu perfil —dijo interesada.
Valeria se sintió intrigada al ver la solicitud con el nombre "Obed Sevilla". Sin pensarlo dos veces, hizo clic en el perfil y comenzó a explorar la vida virtual de este misterioso individuo.
El perfil de Obed estaba lleno de fotos de viajes exóticos, aventuras al aire libre y momentos con varios amigos. Valeria notó que compartían algunos intereses, como la fotografía y el amor por los gatos. Por lo visto, era estudiante de derecho y tenía un gusto por las chaquetas de cuero negro. Después de inspeccionar cada detalle de su perfil decidió aceptarlo.
—Esto es todo por hoy. Tengo el estómago vacío, necesito comer algo —mencionó mientras se levantaba de su escritorio para preparar sus alimentos.
Pero en cuestión de segundos, se abrió la ventana del chat con un mensaje nuevo. Era de Obed, quien estaba interesado en conocer a Sofía.
—«Hola, ¿cómo estás? Eres muy linda» —leyó Valeria—. ¿Debería responderle? Bueno, no creo que haya algún problema si lo hago.
Posteriormente, se dispuso a responder el mensaje. Sin pensarlo, aquel chico respondió demasiado rápido para continuar la conversación. Valeria siguió respondiendo, ya que le causó mucho interés en conocer a Obed. Tanto, que se le olvidó que tenía que comer. La conversación fluía cada vez más. Valeria se sentía a gusto platicando con él y podía hacerlo todo el día sin problemas. Su forma de ser era amable y, sobre todo, tenía buen sentido del humor. Aunque en ocasiones contaba algunos chistes malos, se agradecía la intención de romper el hielo.
Sin pensarlo, la noche había llegado y los dos aún seguían platicando por mensaje. Parecía que poco a poco estaban desarrollando una buena confianza. Valeria decidió terminar la conversación por el día de hoy, pero cada vez tenía más ganas de platicar con él. Aunque la chica pasaba por alto un pequeño detalle: aún permanecía en el perfil de Sofía. Por lo tanto, Valeria pasaba a segundo plano, ya que Obed cada vez más se interesaba en Sofía, pero no en Valeria. Quizá no lo recordaba, pero lo único en que pensaba era en seguir conociéndolo.