Fate's Ashes

Capítulo I

Hace diez mil años, el Dios del Trueno desterró a su hermano, el Dios del Fuego, por haber conspirado contra el equilibrio del Reino Celestial. Fue así que tras un feroz enfrentamiento, con la ayuda de la Diosa de la Luna y la Diosa de las Flores, el Dios del Trueno obtuvo la victoria. El malvado fue reprimido y arrojado al abismo que llevaba al Reino de los Demonios. 

Esa fue la historia que se repitió entre los ciudadanos de los tres reinos a lo largo de estos siglos, poniendo a Zi Long, actual emperador celestial, como el héroe y salvador del orden y equilibrio del universo y al Dios del Fuego como el malvado manipulador, perturbador del orden. 

En los últimos diez mil años, el Reino Celestial se ha centrado en mantener el orden y la armonía en el universo, así también como defender su reino y el Reino de los Humanos de los ataques propinados por el Reino de los Demonios. El Reino Celestial está gobernado por el Emperador Celestial, el gobernante supremo que tiene autoridad sobre todos los demás dioses, el cual reside en el Palacio Celestial, un lugar de esplendor y majestuosidad que se encuentra en lo más alto del cielo. Junto a él están su esposa, la Emperatriz Celestial, Diosa de las Flores y los demás dioses, entre los que destacan la Diosa de la Luna y el Dios del Cosmos.

Mientras que los dioses residen en la divinidad del Reino Celestial, cultivando su poder con rectitud, aquellos seres mortales cuya alma es potencialmente inmortal, pero un cuerpo perecedero, residen en el Reino de los Humanos, dividido en imperios, reinos y naciones que constantemente disputan el poder y los recursos. El papel del Reino Humano en los últimos diez mil años ha sido el de ser un campo de batalla entre el Reino Celestial y el Reino de los Demonios, así como el de ser una fuente de esperanza y cambio para el futuro. Sin embargo, así como hay humanos con la capacidad de cultivar la espiritualidad destinados a aspirar la inmortalidad, también existen aquellos que son propensos al egoísmo, la violencia y la corrupción, elementos que alimentan y fortalecen al Dios Demonio y a su séquito. 

En lo mas bajo de los tres reinos, se encuentra la residencia de los demonios, seres que se rebelaron contra los dioses y fueron desterrados al inframundo, un lugar oscuro y hostil. Allí, los demonios desarrollaron su propio cultivo espiritual, basado en el uso de la magia negra, la sangre, la energía que genera desgracia y el sacrificio. Los demonios siempre han odiado a los dioses y a los humanos, y buscan continuamente destruirlos o esclavizarlos. Durante los últimos 9 mil años, con la existencia del nuevo Rey Demonio, los demonios han aumentado su fuerza y han atacado el reino humano, enfrentándose a los dioses y su ejército, guiados por el antiguo dios que surgió en las llamas del odio.

Tanto los dioses como los humanos han realizado un pacto de colaboración mutua para enfrentarse y protegerse de los seres de bajo astral. Los dioses, como creadores y guardianes de los humanos, les conceden el don del cultivo espiritual, la capacidad de elevar su alma y su poder mediante la práctica de artes marciales, meditación y alquimia. Sin embargo, no todos los humanos pueden cultivar, pues se necesita tener una afinidad especial con los elementos y las energías del universo. Es aquí donde aparece la ceremonia de reclutamiento. Un encuentro formal que reúne al Emperador Celestial y al Emperador Humano del Reino de Sheng quienes serán testigos de la selección a través de la prueba del oráculo de sangre traído directamente desde el palacio celestial.

Los seres mortales vivían su vida con normalidad. El Reino de Sheng había conquistado a los reinos vecinos y había logrado establecerse como el más poderoso, guiados por su gobernante que gozaba del favor de los dioses.

Ling Yue, la hija menor en la mansión Ling, hija del general Ling Chen, se encontraba en el jardín practicando con la espada. Era la única hija mujer del general y la más amada por él, a quien entrenó en artes marciales junto a su hermano desde que eran pequeños. Su padre preocupado por la seguridad de sus hijos durante su ausencia, les enseñó los fundamentos del combate cuerpo a cuerpo, el manejo de armas y la meditación. De hecho, el entrenamiento le permitió a Ling Yue ser ágil, rápida y precisa con la espada, y poder realizar movimientos elegantes y fluidos. 

Desde pequeña, durante su práctica individual, Yue descubrió su afinidad natural con el elemento fuego, lo que le permitió infundir su espada con llamas y lanzar ataques de fuego a distancia, aunque siempre  ha procurado mantener el conocimiento de esta habilidad en secreto de todos, incluidos su padre y hermano mayor.

Nunca habia reflexionado acerca de la habilidad que le habia sido conferida desde su infancia, por lo que no se habia preguntado si se trataba de  algo bueno o malo, pero sabía que era peligrosa, así que aprendió a controlarla y reprimirla cada vez que practicaba con la espada en el campo de entrenamiento junto a su padre, su hermano y los soldados. 

La muchacha se detuvo con la respiración agitada luego de terminar con su rutina. Estaba preocupada porque no había recibido noticias de su padre en los últimos dos días. 

El general se encontraba en el Valle de las Sombras, en el frente de batalla, luchando contra hordas de demonios que habían estado invadiendo y destruyendo las aldeas del territorio del Reino de Sheng. El general Ling y sus soldados se dirigieron al lugar con la misión de defender el Portal Oscuro y evitar que los demonios lo atravesaran lastimando y terminando con la vida de gente inocente. Sin embargo, se trataba de una batalla difícil y desigual, ya que los demonios siempre han sido más numerosos, habilidosos y poderosos que los humanos. 



#4926 en Fantasía
#10372 en Novela romántica

En el texto hay: fantasía romance xianxia

Editado: 21.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.