Intentó alejar al admirador, pues de amor ya no quería saber.
Y luego del beso bajo la lluvia le prometió no quedarse en el pasado, se dio la oportunidad de vivir otra vez.
Anduvieron rápido, casi evitando los tropiezos.
Y con él a su lado se sentía inmune al dolor.
Con el paso de los años la mirada le cambió y ella empezó a alejarse, porque sabía que en el fondo, él así lo deseaba.
Lo encontraba a medias, distraído.
Entonces ella recurrió a recordarle los buenos momentos, la fluidez que antes había en sus charlas, que él se diera cuenta de lo mucho que encajaban.
Se engañó durante mucho tiempo, hasta que lo dejo ir.
Tomó su orgullo, pulió la dignidad que le quedaba y se marchó; él no la siguió.
Y entonces comprendió que pese a la amargura que debía superar, había tomado la decisión correcta.
Y el tiempo perdido lo consideró experiencia, para no volver a privarse del placer de creer, gozar, amar.