Cómo todas las tardes, Ruth sale a caminar. Mientras lo hace, escucha una voz que pide ayuda a lo lejos.
Ella sigue el timbre de la misma y se da cuenta de que proviene de un pozo.
Corre hacia él y ve que en su interior, un joven de diecinueve años con armadura de guerra; se encuentra atrapado.
— ¡Joven! ¡¿Está herido?! Espere que de alguna manera lo sacaré ahí.
Desesperada, mira a su alrededor para ver si hay algo que pueda ayudar al joven salir, pero no encuentra nada.
Nuevamente se acerca a él y dice:
— Por favor, aguante. Vendré enseguida con una cuerda y un caballo para ayudarlo.
Va corriendo hacia su aldea y pide ayuda a uno de sus hermanos.
— ¡Hermano, hermano!
— ¿Qué sucede?
— ¡Un hombre se encuentra caído en un pozo y no puede salir! ¡Debemos ayudarlo!
— ¿Un hombre? ¿Qué clase de hombre?
— ¡No sé hermano! ¡Vamos! ¡Debemos ayudarlo, tomemos un caballo y una soga! ¡Rápido!
— E - está bien.
Él fue a buscar un caballo, ella una soga y sin pensarlo dos veces, salen a toda marcha.
Llegan al lugar y su hermano, ata la soga al caballo y ella la tira.
— ¡Agárrate de esto!
El joven le hace caso y con un enorme esfuerzo, lo sacan de ahí. Tose un poco y Ruth le ayuda a sacarse el polvo.
— ¿Te encuentras bien?
— Gracias a ti y a tu acompañante.
— Amigo, ¿cómo llegaste ahí?
— Amón, por favor. No ves que recién se está salió del agujero, vamos a casa, démosle un poco de agua y comida, luego le preguntamos qué pasó.
— Está bien, vamos.