Floral Vibes © |1| [editando]

CAPÍTULO 3

PARTE I

El lobo amado.

Capítulo 3 - ALIÉNOR

Es medianoche, hora de estar en la cama y dormir. Pero no, estoy sentada en un parque infantil. Vine porque necesitaba pensar más de lo usual. Salir de ese hospital. He traído conmigo mi mochila de mano con la que salí de casa y usé en el viaje, sólo traía mi cámara, mi sketchbook que es como mi diario personal, unos bolígrafos, un mapa, un abrigo y una botella de agua.
Oigo que se acerca alguien. Los pasos resuenan con las piedras, me miro los zapatos: unas botas militares que no he dejado de usar desde que llegué del viaje a Latinoamérica.

—¿Aliénor?

Esa voz, ronca, grave y profunda.
Levantó la mirada y veo a un Iker que ha estado llorando. Me saluda con la mano desde donde se encuentra. Los chicos se miran entre ellos, aunque siguen caminando hacia mi.
Iker se ve como un niño que le han quitado su juguete preferido. Se ve algo indefenso. Me mira con más extrañeza, frunce sus cejas, mira hacia otro lado y niega con la cabeza.

—¿Estás bien? —me pregunta.

—Si, yo estoy bien —respondo con una sonrisa y añado—¿Porque no iba estarlo?

—No lo sabes aún —dice Adam.

—¿Qué cosa? 

—No le digan —dice Iker muy serio.

«Tonta...» dice la voz de mi conciencia.

Veo a una pareja que están en los columpios y se ven felices. La envidia es la emoción que estoy sintiendo con sólo ver como esa pareja se divierte. Me traen recuerdos de mi infancia.

«Cálmate... Respira...» 

Mantengo la boca cerrada, quería explotar de rabia contra ellos. Entiendo que Iker sea reservado en su vida personal, quizás yo no sea su novia, pero negarme a saber algo que para mi debe ser una noticia ya llega a un límite en donde no habrá salida.

—¿Quieres ir a divertirte? —dice Dante moviendo sus cejas sensualmente.

—¿Qué?¿A dónde van? —preguntó, la curiosidad me mata.

—A un pequeño ritual. Venga, tenemos que darnos prisa.

Me doy unos segundos para pensar las opciones: quedarme aquí sentada en un parque infantil o salir con estos cinco pendejos y conocernos más. Los demás chicos ya se han ido. Sólo estoy con Dante que es quien me ha invitado.

Me pongo en pie y corro al lado de Dante para alcanzar a los otros chicos.

—¿Qué vamos a hacer exactamente?, ¿van más chicas?

-Algo peligroso desde mi punto de vista y no, sólo vas tú- responde. Me mira como maníaco,lo imitó. Frenamos cuando alcanzamos a los otros. Me tropiezo con algo y me caigo, me levanto como si nada. Dante sigue riéndose de mí y yo lo acompaño con mis carcajadas que se escuchan por toda la cuadra.

—¿Qué hace ella aquí? —dice Adam al escuchar las risas.

—Acaba de ver como muere su personaje favorito en su serie favorita —responde Dante, creo que con sarcasmo—Déjala a ella en paz, ¿vale?

Adam hace caso omiso. Nadie más dice nada.

Caminamos hacia un semáforo ubicado al final de la cuadra y veo a un grupo de cuatro personas más esperando.

—No hay marcha atrás —grita uno del grupo de cuatro, un chico barbudo.

Los demás lo siguen y nosotros los seguimos a ellos. Me quedo cerca de Iker y Dante. No sé, me siento más protegida. Andamos, cruzamos, corrimos por calles y avenidas que no conocía, y le he pedido a Dante que me tomé fotos, hasta que llegamos a mi lugar favorito, el lago.

Los cinco compañeros hacen caso a las instrucciones que le han pedido los cuatro chicos del semáforo. Veo que se han quitado la ropa y corren al lago. El chico bárbaro se me acerca.

—¿Por qué no te das un chapuzón? —pregunta mirando al lago y añade—Así como tus amigos.

—Ellos no son mis amigos y no, no quiero mostrar mis piernas, además está haciendo frío —respondo cortante y añado—Podría contraer un resfriado.

Ignoro por completo lo que acaba de pasar y me acuesto en el pasto, mirando las estrellas. No sé en qué momento me duermo. Despierto cuando llega alguien súper mojado, me quita las botas y las pone al lado de mi mochila.

—Vamos —dice Iker, suena como una orden y yo toda sumisa le hago caso. Me quito el pantalón, él se me queda mirando, y me da la mano cuando he terminado.

El agua está fría.

«Voy a ganarme un resfriado...» dice mi voz mental.

«No pienses en eso, disfruta el momento...» dice una voz parecida a la Iker en mi mente.

Miró a Iker que ésta lo más de cerca a mi, no le apartó la mirada.

—¿Cómo has hecho eso? —pregunto.

—¿El qué? —responde.

—Ha...Hablar telepáticamente —digo sin dejar de mirar sus ojos.

Iker suspira y me sujeta por el codo, arrastrándome al exterior, saliendo del lago para adentrarnos un poco al bosque que rodea a este. Caminamos deprisa, pero paró y apartó el brazo. Me queda mirando sin decir nada, necesito información, pero no dirá nada.




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