Mi hermana se acerca a mí y sonríe.
—¿No me digas que ese era Julián? —asiento —cuéntamelo todo, ya.
Me rio.
—Primero voy a comer, porque a mamá le da un soponcio —se ríe.
—Vamos.
Saludo a mi padre y todos nos sentamos en el comedor.
—¿Cómo te has sentido? —pregunta papá.
—Bien, hoy no estuve cansada.
—No puedes dejar de cuidarte solo por eso —me advierte mamá.
—Lo sé, mamá —ella asiente y seguimos comiendo.
Julián Clifford
Llego a mi casa y subo a mi habitación. Al acostarme en la cama, Jazmín llega a mi cabeza. Pasé una tarde increíble con ella, hace tiempo no me la pasaba tan bien con alguien.
Tocan la puerta de mi habitación y me hacen volver a la realidad.
—Joven Julián, ¿puedo pasar? —escucho la voz de Azucena.
Esa señora ha estado conmigo desde siempre, la aprecio mucho. Ella es el ama de llaves de la casa, mi mamá la quería como a una hermana.
—Pase —respondo.
Al entrar me mira fijamente a los ojos.
—¿Y ese brillo en los ojos? —sonrío.
—Tengo una nueva amiga —me mira de forma pícara.
—Debe ser muy especial, porque desde hace mucho tiempo no te veía sonreír así. Deberías traerla un día de estos —la miro con diversión.
—No sea tan apresurada —se ríe.
—Si hace que tú estés de buen humor es lógico que quiera conocerla —suspiro.
—Tal vez le diga que venga algún día, esta casa es muy aburrida y no quiero que se aburra —hace una mueca —¿qué venía a decirme?
—Tu padre quiere verte —ruedo los ojos.
—Yo a él no, tuve un buen día como para que venga a arruinarlo.
—Es tu padre.
—Digale a él, recuérdeselo a él, porque yo lo tengo claro, pero a ese señor se le olvidó por completo desde hace 13 años —ella me mira con tristeza.
—Escucha a tu padre Julián, sus razones debe tener —niego con la cabeza.
—Ninguna justifica su abandono. No lo defienda. Digale que se ahorre sus palabras y me deje en paz.
—Como digas —se da la vuelta.
Suspiro.
—Azucena, disculpeme, no debí ponerme así, usted no tiene la culpa de lo que haga Alexander —ella se acerca a mí y hace una mueca.
—Tranquilo mi niño, yo te entiendo. En un momento te subo la cena, no puedes dormir sin comer —asiento.
—Muchas gracias, no sé que sería de mí sin usted —sonríe.
Sale de mi habitación y suspiro. Minutos después la puerta de mi habitación se abre.
—No puedes evadirme, Julián —miro a mi padre con incredulidad.
—¿No es lo que tú haz hecho todo este tiempo conmigo? —lo desafío con la mirada.
—Eso es pasado, estamos en el presente.
—Algunos errores tuyos en el pasado me marcaron a mí para toda la vida —hace una mueca.
—No exageres Julián —ruedo los ojos.
—No quiero hablar contigo.
—Está bien, por hoy te dejaré tranquilo, pero tenemos una conversación pendiente.
—Desaparece como ya es costumbre tuya —le señalo la puerta.
Suspira y sale de mi habitación con actitud de derrota.
* * *
Me termino de alistar y salgo de mi habitación.
—Buenos días, Azucena —la saludo y ella sonríe.
—Buenos días, ¿hoy te vas más temprano?
—Voy a pasar por mi amiga —ella sonríe con picardía.
—Me la saludas —asiento.
—Buenos días a todos —escucho la fastidiosa voz de mi padre.
—¿Otra vez aquí? —pregunto.
—Esta es mi casa.
—Antes no parecía.
—Deja de tratar de pelear conmigo —me ordena.
—Nos vemos después, Azucena —me despido.
Me subo en mi auto y me dirijo a la casa de Jazmín. Al llegar, estaciono y toco el claxon. Una de las ventanas de arriba se abre y la veo saludarme, sonrío. Me hace señas para que salga del auto y eso hago. Camino hasta estar frente a la puerta.
—Buenos días, que puntual eres —besa mi mejilla.
—La puntualidad es uno de mis fuertes —sonríe.
—Pasa, hoy me desperté tarde y no he desayunado, mi mamá me mata si me voy sin desayunar —hace una mueca.
Entro y es muy acogedora su casa. Me encuentro con una señora y una chica sentadas en el comedor. La chica es la que llegó por Jazmín el primer día que hablé con ella.
—Mamá, Sam, él es Julián Clifford, un muy buen amigo —me guiña un ojo y sonrío.
—Mucho gusto —respondo intimidado por la mirada de ellas.
—Sientate Julián, acompañanos, yo soy Arely, la mamá de Jazmín —le hago caso.
Ella se levanta y a los minutos vuelve con una taza de café y unos panecillos.
—Yo soy Samantha, la hermana de esta chica tan alegre —señala a Jazmín.
—Así me amas —le lanza un beso.
—Es un gusto conocerlas.
—A mí también me da mucho gusto conocerte, hace mucho que mi hija no trae a un amigo a casa.