Después de varias horas de viaje en auto llegamos a una hermosa mansión.
Antes de llegar allí había cuatro puertas por las que se tenía que entrar primero. Y esas zonas estaban repletas de flores en gran variedad y árboles tan altos que parecía que la punta de ellos llegaba a rozar con las blancas y esponjosas nubes.
Recuerdo claramente que en la tercera puerta había un lago inmenso con sus aguas tan claras tanto que daba la impresión de que si te inclinaras verías perfectamente tu reflejo. Como si te estuvieras viendo en el mejor y más caro de los espejos.
Y mientras yo estaba inmersa en mis recuerdos más recientes de aquellas cuatro entradas, llegamos a la mansión. Era tan grande que me daba la apariencia de que si entraba sola me iba a perder inmediatamente.
Enfrente de ella había jardines de flores moradas y rosas, también había arbustos con formas esféricas y pequeños árboles de pino bien cuidados.
Editado: 21.11.2020