Foscorllum

Capítulo once

El beso...
El glorioso momento en que juro que sentí que tocaba el cielo y mis labios exploraban una galaxia de un delicioso aliento a menta.

Ayer, luego de lo qué pasó, no lo vi más. No estaba, pasé cerca a su salón y no estaba, ni él, ni su rastro.

Nicolás y Bree hablaban conmigo, pero no les prestaba atención, mi hermano me comentaba algo y tampoco supe lo que era. Mi mente estaba perdidamente hechizada recordando el momento en el que mis labios tocaron por primera vez los de otra persona, ni siquiera pensaba en el verso, mis sueños, o cualquiera de las cosas raras que me pasaron últimamente. Solo en él, pero no en la manera en la que siempre lo hacía.

Al llegar a casa guardé el papelito, ahora arrugado, con el verso escrito y lo guardé en el cofre en mi mesa de noche. En el cofre también guardaba anillos, ligas para el cabello y lo de siempre. Lo cerré con la pequeña llave que siempre ocultaba debajo de mi almohada.

Me tumbé en mi cama, no medí el correr de las horas, ya era de noche y no había hecho mis tareas para mañana, mi mente solo se ocupaba en una cosa.

Al día siguiente él tampoco estaba, no vino. Tuve varias anotaciones en la agenda por no presentar la tarea y dos horas extra de matemáticas porque el profesor de ciencias no asistió a clase, mi capacidad de la razón había ido a explorar Marte y no podía concentrarme en nada.

Al llegar a casa no teníamos almuerzo porque mi mamá no le dió el tiempo de hacerlo, y luego de una larga discusión con mi hermano tuve que prepararlo yo, me salió tan asqueroso que terminamos pidiendo pizza y tuve que soportar los regaños de Lucas casi todo el día por toda la comida quemada que botamos.

Y sí, ese fue el resumen de mi "perfecto" día.

Llegó la noche, y mi madre me dijo que vaya a comprar jabón de platos en la tienda de al lado, de mala gana me puse mi casaca verde con capucha y me fui.

Caminar por las calles oscuras y sin gente, el paisaje me resultaba deprimente. Llegué a la tienda, la única luz encendida en tan oscuro lugar. Y ahí estaba yo y mi cara de aburrimiento detrás de un tipo altísimo que estaba comprando algo.
Él agarró su bolsa de compra y volteó y sus ojos se cruzaron con los míos y esa perfecta silueta se apareció ante mis ojos: "él".

Mi corazón empezó a latir tan rápido y fuerte que creo que se podía escuchar, mis piernas temblaron y parecía que iba derretirme en ese instante, todo eso y él ni siquiera estaba tan cerca y ahora pienso: es un completo desconocido. ¡Por Dios, no sé ni su nombre! ¿Cómo puede hacer todo esto en mí?

Creo que nos quedamos mirándonos unos 30 segundos y luego avanzó pasando bruscamente por mi lado, lo seguí hasta afuera de la tienda, pero él ya no estaba, solo la oscuridad, di un suspiro, y el frío que se aproximaba acabando con el verano, hizo que mi aliento pareciera un ligero humo saliendo de mi boca.

Volví a la tienda con confusión y el señor de la tienda tenía una cara de "¿qué acaba de pasar?".

Al terminar de hacer la compra y regresar a casa una nueva interrogante surgió en mi: ¿El beso tendrá algo que ver con sus inasistencias al colegio?
No lo creo, nunca eh sido tan importante para alguien y menos para un chico.




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