El papel, ese mismo era de un tono amarillento y sus dobles tan perfectos, fue deshecho por mis manos al abrirlo.
Había escrito un pequeño verso, extraño y sin sentido por ahora. Destacaba su caligrafía tan perfecta como el doblado.
"Y un ser oscuro se enamoró de lo puro, sintiendo el amor por primera vez y la primavera tocar su vida"
¿Él lo habrá escrito? Tal ves sea una pista de quién es realmente. Eso me dejó pensando tanto sobre las apariciones de mis sueños tratando de relacionarlo con el verso.
El ser oscuro, no hay que ser muy inteligentes para saber qué es él, pero el ser puro no estoy segura de que sea... ¿yo?
Tengo tantas interrogantes ahora mismo, que no sé por dónde empezar. Trató de besarme, ¿le gustó de alguna manera? El sonido del timbre de mi casa me arrancó de mis pensamientos.
Probablemente era un vendedor.
De todas formas bajé a abrir la puerta y al hacerlo estaba Nicolás, una playera verde cubría su torso, llevaba unos shorts negros hasta las rodillas y el sol le daba a la cara por lo que sus ojos verdes se iluminaban otorgándoles el hermoso parecido a un par de esmeraldas.
– Hola, Julieta. – Su melodiosa voz se hizo presente.
– Oh, hola. Mi hermano no está...
– Vine a verte a ti.
¿A mi? ¿Nicolás vino a verme?
– ¿A mi? – Pregunté para confirmarlo.
– Sí, dijiste que me darías clases de matemáticas. ¿Recuerdas?
Lo olvidé por completo
– Ah, cierto...
– Si necesitas, lo postergamos.
– No, está bien. Entra.
Nicolás entró acomodándose la mochila negra que colgaba de sus hombros.
– Vamos a mi habitación.
Subí las escaleras y él estaba detrás mío, no me malinterpreten en mi habitación están todos los libros que necesito para enseñarle.
Al llegar al cuarto de paredes violetas, me dispuse a sacar los libros del librero rosa.
– Bien te enseñaré.
Abrí el libro, estaba buscando la página correcta y mis manos estaban temblorosas, tal vez porque saben que estoy sola en mi habitación con un chico, deberíamos bajar.
Su mano se posó sobre la mía y sentí algo.
– Creo que ya te pasaste la página. – Retrocedió un par de hojas del libro. – Es esta: División de polinomios.
– Ok. Em... Empecemos.
– Cuando toqué tu mano, sentí una electricidad. – Dijo sonriendo.
– A de ser una descarga eléctrica. – Dije sin mirarlo y con nervios en mi voz.
Soltó una risa corta.
– O algo más. – Respondió, pero no dijimos nada al respecto.
¿O algo más?
Le expliqué lo básico del tema, él
parecía escuchar, pero cuando le decía que resuelva un ejercicio se le hacía difícil. Por lo que le volvía a explicar lo mismo. Así estuvimos un rato con algunos ejercicios de matemáticas.
– ¿Entendiste? – Pregunté por enésima vez.
– Sí, ahora sí lo entendí.
– Qué bueno. – Cerré el libro.
– Oye...¿Irás al cumpleaños de Bree?
– No le eh preguntado a mis padres aún – Respondí.
– Ah, bueno si vas, si quieres puedo venir a recogerte. Vamos a ir en grupo.
— Sería genial, gracias.
Me lamí los labios porque estaban secos y su mirada resbaló hacia ellos quedándose un momento allí, lo que me puso nerviosa.
– Eh, bueno nos vemos mañana. – dijo.
Se acercó para darme un beso en la mejilla a modo de despedida.
– Gracias por enseñarme me hacía falta.
– Está bien, de nada. - Una sonrisa cerrada ocupó su rostro y me miraba dulcemente.
– ¿Qué? – Pregunté para saber porqué me mira así.
– Eres de verdad una chica muy linda.
Odio sonrojarme, pero es algo que no puedo controlar.
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Editado: 14.01.2020