El cigarro está encendido, el humo cubre las angustias, la pena, la preocupación.
-¿Por qué está niña no aparece? - se pregunta.
-amor, ya está grande. No debes preocuparte- le contesta su esposa.
-claro, le das un poco de confianza y se va apenas puede.
-volvera, te aseguro que antes que acabe el mes, ella estará en nuestro hogar.
La angustia no desapareció de la cara del hombre.
Los días pasaron, lentamente, cada día parecía una semana. Era totalmente eterna.
La angustia crecía, el temor igual "¿Dónde estará?" se preguntaba.
"¿Debería llamar a la policía?" Se cuestionaba.
El mes pasó. Efectivamente, ella volvió. Pero la angustia no desapareció. El miedo, y la tristeza tampoco, incluso, nunca antes estuvo más presente.
La cabeza de la chica en cuestión estaba sin la mandíbula, y de sus cuencas, solo se observaba oscuridad.
Volvió, luego de un mes.