Una tarde lluviosa
Miro por la ventana el paisaje, mientras las gotas de lluvia caen por el techo de mi cuarto, la noche se ve rojiza; un mal presagio para un pensador, los truenos iluminan la poca oscuridad que hay, me preguntó si el fin será hoy; si todo acabará. Se dice que a la sociedad siempre la salvan un puñado de personas, pero nadie puede salvar a está generación, el destino así lo demanda, no hay escapatoria, oh juez que pueda acsolbernos de nuestra culpa, escogemos nuestro propio camino en la tierra, Una tarde lluviosa me hace pensar, tal vez ese es mi problema; pensar mucho, armar razonamientos como rompecabezas, alguien tiene que hacerlo supongo, ah cada quien le toca un rol en esta tierra, el mío es estar condenado a ver lo que la mayoría no percibe, aunque creo que es más un extraño y feliz privilegio, ponte a pensar: imagina que estás en la cúspide de un edificio, ves una ola inmensa que se levanta al horizonte arrasando todo a su alrededor, de Pronto miras abajo y admiras ah las personas; su despreocupación, ignoran cualquier peligro, algunos pensaran que aran al llegar a casa. Tu no puedes salvarlos ni a ellos ni a ti, tu destino será igual que el de ellos pero ¿ que preferirías? ser aquel que ignora el peligro, o aquel que ve el fin acercarse, ah mi y a otros pocos nos toca ver el triste ocaso del fin cubrir al mundo, ambas cosas tienen una desventaja, pero es mejor saber, el conocimiento por lo general es triste, pero siempre superará la ignorancia. Muchos aprovechan sus tardes para descansar, ver una serie mientras se toman una tasa de café y ponen en redes sociales lo orgullosos que se sienten por ello; como si fuera una gran asaña, oh tuviera algún mérito, aunque me da igual un poco lo que las personas comunes hagan; es su rol; ser obejas que solo viven con el único fin de morir, su ignorancia los convence de que van por el camino correcto, ese es una ventaja peligrosa, se admiran y creen que son sabios y versados a su propia vista; “son carne para cañones” me acusan por ver las cosas como son, por ver el paisaje completo; por no sentir casi emociones, cuando sólo son un estorbo, retrasan aquello que se debe hacer, solo por sentir. Las decisiones por lo general no son difíciles; solo cuando se piensan con los sentimientos y no con la razón, no es más inteligente aquel que conoce mucho, si no aquel que logra Sentir menos y pensar más, si la necesidad de torturarnos, aprende rápido, las respuestas son muchas; pero las correctas pocas; eso es lo deficíl, aún más cuando se entreteje una respuesta propia, por lo general creemos que estamos en lo correcto, y es ahí cuando corremos mayor riesgo de sufrir un error, las constantes victorias nos vuelve confiados, y por lo tanto débiles, nos hace creer que no es posible equivocarnos o errar, es una situación peligrosa para nosotros y para aquellos que están a nuestro alrededor, ya que ser obstinado no siempre es bueno, parte del conocimiento radica en aceptar aquello que parece imposible e improbable, porque cuando se hay menor márgen de que algo suseda, por lo general pasa con más frecuencia, es ilógico e irracional, pero lo sensato en muchos casos en aceptar la insensatez como único recurso para encontrar la respuesta. Pienso en ello cuando la lluvia ah cesado, y la noche parece calmarse, las horas pasan y el silencio empieza a apoderarse del sonido, todos descansan mientras la luz de mi cuarto sigue encendida, y plasmó las últimas letras de mi jornada, que al parecer se niegan a terminar, no sé cuál sean mis últimas palabras, pero se que habrán algunas, siempre las hay. El fin siempre empieza y termina con todos nosotros.