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—La última vez que vi esto fue en un hentai —habló Murphy.
Murphy era el mayor y el más desmesurado en cuanto a peso y altura, era de piel tostada y un cuerpo cuadrado. Sus brazos eran absurdamente enormes, lo que lo hacía diferente al resto de su equipo eran sus piernas. Sus piernas habían sido intercambiadas por un par de cuchillas similares a las de una tijera. Sus instrumentos para caminar eran peligrosamente afilados.
—Asco —habló Shixed desde los aires.
Sobrevolaba por los cielos evitando ser capturada por unos tentáculos que luchaban con tomarla. Sin embargo, ella era ágil y sabía a lo que se enfrentaba. Shixed era una joven de 17 años con cabello oscuro como la noche que pintaba el cielo actualmente, sus ojos eran negros y vacíos, su piel blanca como la luna y de nariz respingada.
—Eso fue realmente asqueroso —terció Chao Jie.
Chao Jie se posaba en la cornisa de un edificio. Su rostro estaba cubierto por una capucha negra. Todo el equipo portaba uniformes negros para evitar ser vistos, sin embargo, no podían evitar ser vistos cuando un monstruo con enormes tentáculos y 6 ojos se encontraba en medio de la ciudad a mitad de la noche. El monstruo liberó un grito, los civiles gritaron con pavor.
—¿Hay más civiles por allí? —preguntó Guyana.
Cooper estaba fuera de la acción, solo se encargaba de ayudar a los ciudadanos para que se alejara del peligro junto con la policía. Cooper continuaba portando el traje que usaba con Lebanon cuando estaban de patrulla.
Uno de los tentáculos colisionó contra un edificio haciendo que este comenzara a caer. Aún había civiles por traspasar la línea fronteriza.
—¡No! —Gritó Guyana a su vez que comenzó a correr en dirección al edificio a punto de caer.
De su cinturón, tomó unas pequeñas píldoras y las lanzó encima de los ciudadanos. Eran explosivos, voló algunas piedras de gran tamaño convirtiéndolas en escombros, las personas continuaron corriendo y gritaban de pavor. Había hombres, mujeres y niños corriendo despavoridos por sus vidas. A pesar de disminuir algunas piedras, el edificio continuaba cayendo. Cooper se lanzó contra una familia para evitar que continuaran el paso ya que la estructura se desplomaría encima de ellos.
Sin embargo, un grupo continuaba debajo del apartamento.
—¡No! —gritó nuevamente.
Esta vez fue Phemphit la que se acercó volando al recinto. Se colocó en medio del grupo que continuaba en el suelo abrazados, mientras que Phemphit hacía que de sus manos aparecieran luces color rosa. El edificio cayó. Guyana continuaba con la familia en brazos, estaba inmóvil, Phemphit no pudo haber muerto, ella era más fuerte que esto.
Un rayo de luz roja atravesó el edificio que ahora se confundía con el pavimento. Era Phemphit, emergió entre los escombros con el grupo de personas abrazándola, volaba por encima de las brozas y los dejó al otro extremo de la frontera para que se mantuvieran a salvo. Phemphit volvió con Guayana.
—Están bien —respondió ella con su voz tan dulce de siempre—, déjame llevarme a ellos también.
—De acuerdo.
Guyana liberó al grupo de personas como si se trataran de un grupo de niños asustados. Las personas abrazaron a Phemphit y se dejaron ir por ella.
El aspecto de Phemphit era reconocible en donde fuera. Sus cuernos negros sobresalían por encima de su cabellera rosada, sus ojos brillaban en el día y la noche con la misma tonalidad que el color de su cabello y sus llamas.
—Shixed —habló Guyana en su comunicador—, mantén esa cosa encerrada. Que no haga más desastre.
—De acuerdo.
Shixed extendió ambas manos y de ellas emergió una energía color berenjena, el campo se fue formando cada vez más hasta cubrir a la criatura. Al cerrarse, algunos tentáculos sobresalían de la frontera del campo haciendo que se separaran de su cuerpo, los tentáculos restantes se retorcían en el pavimento.
—Puedo cerrarlo y hacer que explote dentro del campo —aconsejó Shixed.
—No —se negó Guyana—, no sabemos si es un aberrante que necesita ayuda, un monstruo, o un niño asustado.
Shixed colocó los ojos en blanco.
Murphy continuaba cortando tentáculos con sus piernas con la misma gracia que una danza evitando que lo palparan.
—¿Ahora? —preguntó Chao.
—¡Sí! —exclamó Guyana.
Chao apartó la capucha de su cabeza y extendió sus brazos. De las mangas de su traje emergieron cuervos negros que volaban como cuchillas al aire. No paraban de emerger de él. Las aves comenzaron a rodear al monstruo y a picotear en todo su cuerpo, más que todo en sus ojos. La criatura gritó de dolor y con sus tentáculos comenzó a aplastar todas las aves, Chao continuaba dejando que las aves aparecieran, aunque parecía no dar frutos.