Frame [#3 Aberrantes]

Capítulo 9 - Esto es malo

Esas palabras fueron una cachetada a su realidad. Ella observó nuevamente a su alrededor y se percató de que esa era la razón por la cual continuaba allí. La razón por la cual continúa va peleando en este mundo tan simplista.

—Okay —respondió Shixed.

—¿Lo has intentado? —preguntó Chao tomando su copa de café listo para tomar otro sorbo—, deberías intentarlo.

Shixed se limitó a asentir.

—Quizás.

—¿Quieres ir al parque? —preguntó Chao, Shixed la sorprendió lo espontáneo qué fue.

—¿Qué?

—Que si quieres ir al parque —repitió—, sí vamos a morir prefiero hacer muchas cosas y no sentir que perdí mi tiempo.

Shixed le dio el crédito por eso, pero nunca lo iba a admitir.

Una gran cantidad de Grama seca cayó a los pies de Cooper. El llevó el dorso de su mano por encima de su frente para secar el sudor. Se dirigió a una esquina, donde había un gran acopio de paja, para transportarlo en el medio del patio y crear un acopio mucho más grande.

Cooper se había despojado de su uniforme y a su misma vez de su cabello rubio para volver a su cabello color carbón.

Mientras apilaba el heno su mente continuaba divagando, pensando en todas las palabras que habían salido de la boca de Shixed. El hecho de que su padre estaba en la tierra y lo hacía estremecer, pero no más que el hecho de que Lissa había caído en sus garras ¿Cómo puedes rescatar a alguien del inframundo? Orfeo lo había hecho.

Se detuvo a pensar en la historia de Orfeo y Eurídice.

—¿Qué haces? —preguntó alguien a sus espaldas.

Cooper pegó un brinco, se había perdido en su asimismo que no había notado la presencia de Phemphit.

—Lo siento —Cooper dejó caer el montículo de paja que cargaba sobre los brazos para que se desplomara encima de los demás acopios—, pensé que habías salido con los demás.

—No —Phemphit se colocó a su costado admirando la montaña de grama seca—, yo no soy de salir mucho, tengo ciertas cosas en la cabeza.

Cooper pensé que hablaba de muchas cosas en su mente, pero al ella señalar sus cuernos se percató de que era un chiste.

Copper liberó una pequeña risa.

—No, yo —bajó la mirada—, bueno... No hay una buena forma de decir esto.

—Esto es el funeral, ¿verdad?

—Si.

Ahora Phemphit podía notar como el acopio de heno parecía un poco más a una cama qué salo una montaña de desperdicios.

—Entiendo —respondió Phemphit con un hilo de voz—, ¿necesitas ayuda?

Cooper mantenido su mirada baja mientras señalaba lo que parecía ser una camilla envuelta en un manto blanco. Ver tanta sangre en sus batallas le hacía inmune al hecho de tener que ver un cadáver, sin embargo, saber que Murphy era el hombre debajo de esas mantas le hacía estremecer.

Phemphit pegó un pequeño saltito para coger impulso y volar en dirección a la camilla, tomó el cuerpo como si se tratara de un bebé. Una de sus habilidades era tener una gran fuerza, no era la mujer más fuerte del mundo, pero podía tolerar gran peso con sus manos.

—¿Sabías que tenía cáncer? —Cooper continuaba cabizbaja—, él estaba muriendo y aún así decidió hacer actos buenos para las personas que continuarían viviendo en este mundo. Murphy —Cooper frotó sus ojos con sus dedos para evitar soltar una lágrima, no se iba a permitir ser vulnerable frente a Phemphit—, él era testarudo porque siempre tenía la razón.

Phemphit sabía que no debía decir nada, Cooper vomitaba sus sentimientos mientras ella colocaba Murphy encima de la cama de paja.

» Él siempre fue mi primera opción en todo, era sabio, sabía cómo arreglar gran parte de los problemas, rogaba porque algún día el lograra dar contra su problema. A pesar del poco tiempo que tuvimos lo consideré como mi mejor amigo.

Phemphit escudriñó la mente que cubría a Murphy, tenía curiosidad por saber que había debajo de esa manta, pero se detuvo. Volvió su mirada en Cooper y se dirigió de nuevo a su costado.

» Tener este grupo de amigos, ésta pequeña Liga de la Justicia, fue idea de él. Sabía lo que yo hacía con Jeff y quería repartir eso en este pequeño mundo, el principio le dije no —Cooper río entre dientes mientras continuaba recordando—, ¿Cómo podemos tener una pequeña liga si ni siquiera sabemos pelear? Luego él dijo...

—Tú sabes pelear —interrumpió Phemphit observando la montaña de paja—, tú nos enseñarás —Cooper se dio cuenta que Phemphit no estaba hablando, lo estaba citando—. Lo sé, los escuché hablar ese día.

—Siempre fuiste buena escuchando.

—Pero muy mala para hablar.

Se formó un silencio sepulcral.

—Tenemos que hablar —el primero en hablar fue Cooper.

—Solo somos amigos —dijo Phemphit—, los amigos no deben hacer lo que yo hice.

—Phemphit.

—Fui estúpida y una egoísta, no pensé en las consecuencias que vendrían después de mis acciones —Phemphit comenzó a jugar con sus dedos—, lo siento. Lo siento mucho.




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