—¿Qué quieres? —Preguntó Shixed.
—Lo mismo que tu —Se detuvo en medio de la habitación, podía sentir su respiración—, quiero matar a nuestro padre.
—No te creo —Shixed vio sobre su hombro.
No alcanzaba a ver su rostro, pero si su vestido negro como el carbón y como revelaba sus piernas pálidas, largas y delgadas.
—Por supuesto que no me crees —su voz era cantarina, podía seducir a quien fuera solo con verlos.
—Dime una razón por la cual no debería matarte aquí mismo.
—Porque no tienes las agallas —se cruzó de brazos—, ni siquiera puedes verme a los ojos.
Shixed se dio media vuelta violentamente. No le iba a dar la razón nunca. La vio a sus profundos ojos color negro, notó como su cabello era más largo que la ultima vez que se habían visto, sus rizos de oro caían con gracia sobre sus hombros, sus pómulos se levantaron al dibujar una sonrisa en sus carnosos y rojos labios.
—No te miraba a los ojos porque quería reprimir el odio que sentía hacia ti —Si las miradas mataran Loshal ya estaría muerta.
—Es un comienzo —su sonrisa estaba llena de malicia y maldad pura. Le divertía conocer esta ira en Shixed.
Ella siempre era neutral, mantenía su calma y siempre que podía era sarcástica.
—¿Cómo piensas matar a nuestro padre?
—La única forma de hacerlo es sacándolo de allí —Loshal se acercó a una estantería y comenzó a escrudiñar cada libro guardado.
—¿Esperas que crea que la única forma de hacerlo es sacarlo del Nada? —Shixed continuaba de pie en su punto.
—Piénsalo —Loshal comenzó a acariciar el lomo de un libro de cuero con su dedo índice—, en su mundo es inmortal, ¿Qué pasó contigo al estar aquí? Envejeciste, eres mayor. Casi pareciera que eres una niña de 17 años ¿Le has dicho a tus amigos que eres más vieja que Jean-Claude Van Damme?
—El burro hablando de orejas.
Loshal liberó una pequeña risa.
Shixed no quería admitirlo, pero tenía lógica. Ella fue creciendo mientras más se quedaba en el mundo de los vivos. La primera vez que salió al mundo real no existían los autos, luego existía una guerra mundial, tras otra hasta que el mundo se detuvo. Las guerras cesaron y ella no podía continuar divagando en este mundo hasta que logró escaparse.
—Por lo menos en algún punto me mantendré mas joven que tú.
—¿Por qué quieres matar a nuestro padre? Pensé que él era tu favorito.
—Porque tu eres su favorita —Había algo en su tono de voz que hacía sentir las palabras amargas.
—Puedes decirle que se vaya al infierno —Shixed se cruzó de brazos—. Yo jamás volvería con él.
—Lo sé. Pero sabes como es nuestro padre, es como un niño con una mascota. Tu fuiste un cachorro muy lindo y tierno para él, lo dejaste, nos abandonaste y él tuvo que dar su amor en otra cosa, decidió que debía conseguir otra mascota, quizás una mas grande, una mascota más linda y quizás hasta más poderosa.
—Lissa —murmuró Shixed.
—¿Sabías que esa chica es muy conocida? —Loshal tomó un libro y comenzó a leerlo conforme iba hablando—, muchos se cuestionan del como una creación de un hombre logró ser tan perfecta. Una mujer que no tiene miedo a nada, inmortal, hermosa... Es la clara figura de que la energía no se destruye, solo se transforma.
—Me parece curioso como tu plan no es eliminar a Lissa si no a nuestro padre.
—Porque si lo hago —Loshal cerró el libro de una forma abrupta—, eso no lo detendrá. Así como te fuiste apareció otra, y otra, y otra. Me di cuenta de que la solución no era desaparecer a la competencia, si no eliminar el juego. A él.
—Quieres algo más, pero no me has dicho el qué.
—El trono —exclamó Loshal alzando su voz, no quería repetirlo. Guardó el libro nuevamente en su estantería—, quiero el trono, Shixed. Él nunca lo dejará, y cuando lo haga, si lo hace, quiero ser yo quien lo tenga.
—¿Quieres gobernar en el inframundo? —a Shixed le sorprendía la ambición de su hermana, siempre pensaba que su única motivación era la destrucción y el desorden—, ¿crees que te ayudaré a tener el inframundo para que vengas y seas peor que él?
—Yo no quiero la tierra —Loshal hizo un mohín—, ¿Este lugar lleno de desorden e impurezas? es lo mismo que el infierno. Yo solo quiero gobernar allí abajo, nunca subiría.
—¿Por qué te creería?
—Los únicos a quienes les daría guerra serían a ellos —Loshal señaló arriba con su dedo índice, Shixed sabía que hablaba de las personas del «cielo»—, pero no lo haría ahora.
—Esperarías, como nuestro padre.
—Esperaría a que la tecnología sea más avanzada, cuando los humanos no se den cuenta o —Loshal se encogió de hombros—, cuando tú mueras.
Shixed vaciló.
Era la primera vez en demasiado tiempo que lograba entablar una conversación con Loshal. Conocerla, saber sus motivos y razones, era ajena a este sentimiento de hermandad. Sin embargo, aún podía sentir la penumbra en su corazón, un poco de ira y resentimiento. Estaba recelosa. Aún no podía verla a los ojos sin pensar en las muertes que había causado solo para hacerla sufrir.