Las luces del apartamento de Cooper se iban a pagando conforme él iba atravesando las habitaciones. Primero fue la luz de la sala, luego la luz que iluminaba los peldaños para finalizar en el cuarto. Ya no había claridad, solo penumbra.
Lissa observaba dese la terraza del edificio de enfrente. No hacía nada, solo observaba con una mirada inerte. La criatura que poseía a Lissa no sentía absolutamente nada al ver como su supuesto amor se acostaba con otra persona ante sus ojos. Le dio una mordida a su cupcake.
La noche era oscura y solo algunas estrellas se revelaban ante el firmamento. Se podía escuchar los autos transitar, la cocina de los restaurantes, los insultos de los borrachos y sobre todo la brisa. Desde la altura en la que Lissa se encontraba podía escuchar la brisa de la fría noche pasando de ella. Sus cabellos celestes ondeaban al va y ven del viento. Su pierna derecha se encontraba fuera del borde de la azotea mientras que la izquierda se mantenía en el borde con la rodilla alzada.
Otra mordida.
Era irónico como antes la claridad era su apoyo, como los rayos y la luz eran lo que le brindaba poder y ahora es la oscuridad. Esta criatura podía ver las siluetas de Phemphit y Cooper haciendo lo prohibido. No importaba cuantas luces apagaran, cuantas cortinas lograran cubrir la habitación, podía verlos.
Sintió una brisa un poco más gélida viniendo desde su espalda, debía ser el portal, se inmutó en girarse. Loshal hizo presencia acercándose a la cornisa, Ahora eran dos personas presenciando la escena.
—No sabía que eras tan enferma —dijo Loshal.
Sus cabellos dorados eran tan sedosos que el viento podía juguetear con ellos, tener un baile agraciado.
—Que asco —murmuró Blue Velvet—, claro que no.
—¿Entonces, que haces aquí viendo esta cochinada?
Ambas mantenían la mirada firme, su espalda erguida y las manos de Loshal se mantenían detrás de su espalda.
—Cuando ella despierte, si es que lo logra, recordará esto —otra mordida—. No sabrá que hacer. Pensará que ama mucho a este hombre, que es su amor de por vida, «¿podría ser capaz de perdonarlo? ¿Nuestro amor es más fuerte que eso?» y allí lo pensará. Cuando no sabemos a quién odiar, nos odiamos a nosotros mismos.
—Si, definitivamente eres una enferma —Loshal asintió.
—Seamos honestos —Blue Velvet tragó un pedazo de su cupcake—, ¿quien no quisiera ver a Blue Velvet enojarse?
—Mi padre.
—¿Quieres cupcake? —preguntó Blue Velvet entregándole la mitad de el cupcake.
—No, gracias —Loshal la miró con repugnancia.
—¿Segura? Nosotros no podemos comer en el Nada. Aprovecha el poco tiempo que tenemos.
Loshal observó nuevamente el cupcake. La crema se veía jugosa y bien formada, podía ver las chispas de azúcar desde donde se encontraba de pie. Vaciló y luego tomó el cupcake para darle una mordida. Mantuvo su mirada circunspecta mientras que en su boca se celebraba una fiesta de azúcar y dulces. El glaseado era cremoso y duro por fuera, la masa era suave y esponjosa, como comer una nube.
—¿En qué piensas? —preguntó Blue Velvet.
Por un momento se les había olvidado el porqué estaban allí. No era para ver un baile enfermizo de un hombre y una amiga, no era para comer cupcakes, no era para charlar.
Sin embargo, ya estaban aquí.
—Que te odio —Loshal tragó para darle otro mordisco al cupcake y terminarlo devorando.
—Tu odias a todo el mundo. Incluyendo a tus hermanas.
Loshal se encogió de hombros. Tenía razón. ¿Que se podía esperar de alguien que creció solo viendo la oscuridad? Nació de la penumbra y no supo nunca lo que era ser una persona con sentimientos más allá del rencor y la ira. Solo recuerda usar sus poderes para iluminar su camino entre la oscuridad, escuchar gritos y llantos lamentables bajo sus pies mientras ella pasaba de ellos. No sabía lo que era el abrazo paternal, solo conocía ordenes.
Iba a la tierra por ordenes y regresaba al completarlas. No había un «gracias» al final de todo, un «por favor» antes de cualquier orden. Su única opción era preguntar «¿con sal o pimienta?». Cada hermana que nacía era una nueva rival. Cada uno era impresionante a sus formas y maneras, y esto era lo que le hacía molestar. Ella nunca sería la especial.
—Cierto.
Todo iba perfecto, la hija favorita de su padre, Shixed, había desaparecido, iban a volver a ser padre e hija unidos. Sin embargo, ahora no estaban solos, ahora Blue Velvet era considerada su favorita. Era una chica con una gran habilidad de interpretar maquinas, leer mentes, disparar una bomba nuclear, mover metales con la electricidad, volar, era inmortal. Era más que imparable.
—Bueno, creo que ya fue suficiente —Blue Velvet se levantó del borde del edificio—, hora de trabajar.
Blue Velvet alzó su mano y alzó sus dedos como las garras celestes que eran. De sus manos comenzaron a emerger chispas de color azul. Podía sentir una cantidad de energía inmensurable recorrer su cuerpo. No sabia si era su poder o la emoción de poder usar todo su potencial. Observaba como las chispas recorrían sus dedos como rayos en el cielo, era hipnótico y excitante.