Capítulo 18
¿ Ya tus amigos saben que eres una perrita?
Chao saltó encima de la isla de la cocina para refugiarse en ella para evitar que las balas lograran atravesar su cuerpo. Una vez en el suelo colocó su espalda contra la mesa y cubrió su cabeza con sus manos manteniendo su rostro escondido entre sus piernas.
Escuchaba como los cristales se quebraban ante cada balazo que golpeaba contra ellas, luego el metal del refrigerador parecía una guerrilla dentro de su apartamento hasta que solo hubo silencio.
Retiró sus manos con lentitud esperando que todo hubiera acabado.
—Lissa te estima mucho, Chao —exclamó Lissa desde el centro de la sala. Por lo que recordaba Chao, ella no era Lissa solo era su cuerpo—, en serio te quiso. Pero ¿Sabes qué? Yo creo que solo siente pena por casi haber asesinado a tu hermano.
Chao estaba aterrado. Conocía a Lissa y lo que podía hacer, lo que no entendía era ¿Por qué no lo mataba de una buena vez? Sabía que los poderes de Chao eran cosquillas para Blue Velvet, ella no le temía a nada pero debía intentar, no iba a morir aquí.
Tomó aire y una bandada de cuervos se adentraron al apartamento, Lissa cubría sus ojos ante la cantidad de cuervos que ocupaban ese gran espacio. No la estaban atacando pero sus aleteos la cegaban, no lograba ver nada más que manchones negros revoloteando por el hogar.
De pronto un claro se hizo presente, estaban rodeando a Chao y él la miraba a los ojos.
Blue Velvet lo supo al instante, estaba tratando de usar sus habilidades del miedo, era inútil. Ni veía nada, no sentía nada, era molesto el aleteo de los pájaros pero era solo eso. Una molestia.
Blue Velvet apartó sus manos de su vista para poder desatar sus habilidades. Un círculo celeste lleno de energía la rodeó como una pelota a un hámster, la pelota estalló haciéndose más grande hasta desaparecer.
Los cuervos cayeron al suelo al igual que Chao. A todos los consumía una gran cantidad de electricidad que recorría sus cuerpos tratando de escapar.
Blue Velvet se acercaba a Chao evitando pisar los cadáveres de los pájaros que yacían en el suelo. Con cada paso que daba se escuchaba el golpeteo de sus tacones golpear contra la madera.
Chao continuaba adolorido, tratando de relajar su cuerpo. El dolor lo consumía. Alzó la mirada solo para ver a Blue Velvet observándolo.
Definitivamente no era ella, Lissa jamás lo miraría con desprecio y jamás lo haría sentir diminuto.
Blue Velvet le dio una patada en el estómago de Chao provocando que él se girara de una forma violenta. Liberó una bocanada de aire, la patada lo había mareado.
—Esto es ridículo —murmuró Blue Velvet.
Apuntó con su arma a la cabeza de Chao, quitó el seguro. No estaba dudando, su mano era firme y su mirada era tan afilada como una navaja, su rostro estaba cubierto en una espesa penumbra. Estaba lista para terminar con otra vida.
Antes de que lograra presionar el gatillo, Blue Velvet sintió algo, escuchaba el aire hacerse más denso, alguien se acercaba. Antes de que lograra girar su cabeza, un golpe de estrelló contra su rostro haciéndola volar por los aires y golpearse contra la pared, cayó al suelo. Ella vio a su agresora sobrevolando por encima del suelo.
Después de haberla golpeado a gran velocidad, Phemphit se detuvo para ver su hogar. Era un desastre. Todo estaba quebrado, los muebles eran una montaña de madera y los sofás estaban colocados al revés. Lo que alguna vez fueron ventanas ahora eran montones de cristales en el suelo.
La tos de Chao la despertó de su sueño, se acercó a su amigo.
—¿Chao, estás bien? —preguntó.
—Corre, Phem —le murmuró Chao.
—Phemphit —era Blue Velvet está vez—, ¿Ya tus amigos saben que eres una perrita o por eso te abandonaron?
Esta vez no iba a quedarse callada, esta vez no iba a ser pisoteada por ella y menos permitir que se burlase de sus amigos. Apretó sus puños con tal fuerza que sus nudillos se tornaron blancos, un fuego verde rodeó sus manos y voló hasta dar contra ella.
Su puño golpeó contra la pared, Blue Velvet lo había esquivado. La chica de cabellos azules golpeó la quijada de Phemphit, lo estaba disfrutando. Phemphit voló unos centímetros para atrás por lo aturdida que estaba, no sabía que Blue Velvet tuviera tanta fuerza.
Ahora Blue Velvet pegó un salto para volar al final que ella.
—No seas mentirosa —murmuró Blue Velvet, parecía hablar con ella misma—, ambas disfrutaremos esto.
Phemphit estaba lista para golpearla pero Blue Velvet se le adelantó. La tomó a ella del cuello y volaron fuera de la habitación. Blue Velvet la tenía delante de ella todo para golpearla contra las paredes de las demás habitaciones. Los muros caían y creaban un hoyo permitiendo que ambas lo cruzaran, una vez fuera Blue Velvet la lanzó en la piscina, se escuchó la zambullida como una piedra cayendo a un río.