Frutos de Valor

Capítulo 2: Conociendonos

Me desperté sintiéndome horrible. Incomoda. Como si mi cuerpo me asqueara. Y así era. Cada parte de mi mente rechazaba a mi propio cuerpo, y cada parte de mi cuerpo rechazaba mi propia mente. Apenas hace dos días había comenzado con mi nuevo puesto como Padre y ya mucha gente se había enojado por ello. Creí que con el cabello largo y el cambio de ropa no me reconocerían, pero que iluso fui. Lentamente comencé a vestirme, lo más lento posible. Aunque las quisiera, no tenia las fuerzas para ver a las monjas y la madre superiora en ese momento. Luego de todo lo que tenia que padecer para vestirme, fui a refrescarme. Fue recién cuando vi el agua resbalar por mi rostro en el espejo que recordé que hoy debía hacer algo importante. Corrí hacia el comedor de las monjas, se suponía que los hombres no podían entrar allí, pero yo… digamos que a mí me hacían una excepción.

Apenas puse un pie en la cocina pude escuchar como la madre superiora, mi tía, me regañaba. “¡¡Es que acaso no piensas desayunar, es la comida más importante del día!!” y otra vez con le mismo discurso que había escuchado tantas veces.

“Está bien, madre superiora. Tengo mucho trabajo que hacer y realmente no me apetece.” Podía escuchar su gruñido como respuesta. Detestaba que me saltara la comida.

“anoche no has cenado, si sigues así vas a caer como mosca”

Traté de hacer caso omiso mientras tomaba una rodaja de pan de la mesa. Eso sería suficiente como para mantenerme en pie. Lo justo y necesario. Por suerte pude ver que todas las mujeres del convento se encontraban ahí. Con el camino libre me escabullí a los cuartos. Parecía que solo ayer había estado ahí por ultima vez. Fue difícil entrar al dormitorio de la madre superiora, pero al final conseguí lo que buscaba. Necesitábamos una forma de saber como llegar hasta esa antigua iglesia, y todo estaba descrito en un antiguo diario que se guardaba como un tesoro. Solo había podido leer unas páginas, pero habían sido las paginas que cambiaron todo para mí. Una vez que me aseguré de que estuviera bien oculto entre mis ropas, salí del cuarto sigilosamente. Estaba ya cerca de la salida cuando escuche esa voz levantando los pelos de mi nuca.

“Padre Marcos.” Su presencia era cual un gran roble. Imponente, sabio, antiguo y anticuado. Antes de responderle aclaré mi voz, con el tono más grave y serio que pude.

“sí, madre superiora?” pude ver que el cambio en mi voz le impresionaba. Era más un deseo que una realidad, pero podía pensar lo que yo quisiera de esa ceja levantada. Aunque probablemente fuera solo en señal de desaprobación.

“Sabe usted muy bien que tiene prohibida la entrada a esta sección, padre.” Mantenía su postura erguida, inamovible, por lo que me acerque un par de pasos a ella. Ya era mucho mas baja que yo, sentía que había crecido mucho y en muchos aspectos.

“Por favor, Madre. Es solo que este lugar me trae recuerdos. Usted sabe. Además, esa regla es para evitar que el deseo carnal corrompa las almas de aquellos que ya prometieron el celibato y usted sabe que yo no tengo ninguna intención de romper el mío. Ahora si me disculpa, tengo trabajo de sacerdote que hacer, con su permiso.” Estaba tan ansioso por decir esas palabras. ¡La había esperado por años! Toda una mezcla de sentimientos se juntaba en mí y se sentía increíble. Sabía que quizás esta felicidad no duraría mucho, pero al menos estaba bien el disfrutarla mientras durara.

 

 

 

 

 

Había amanecido tranquilamente. todo iba según lo planeado, pero desde ahí las cosas fueron solo colina abajo. Luego de mi desayuno, me dirigí a la pulpería. Entre como todos los días, pero me parecía extraño que las puertas aun estuvieran cerradas. Generalmente Mai ya habría abierto y estaría arreglando las mesas. Entre un poco asustada, para encontrarme con la misma escena con la que me fui el día anterior. Había olvidado por completo lo que había pasado. Pero al menos esto me daba una excusa para dejar a Mailen en el negocio y no tener que llevarla conmigo. Tomé un par de cosas de la alacena y preparé un desayuno rápido. Al parecer ambas se despertaron con los gritos del primer cliente de la mañana, un gaucho impaciente que siempre se llevaba grandes cantidades de yerba. Por lo que parecía, Suyai había podido desahogar sus penas con mi compañera y se sentía mejor. Aun así, apenas si podía escuchar alguna palabra salir de su boca. Ella solía ser tímida, apenas si se la veía salir de su casa. Al menos ahora tenia alguien en quien refugiarse.

Dentro de poco sería la hora acordada para el viaje, y aun no encontraba la forma de decirle a Mai que quería que se quedara. Por suerte Suyai se había marchado, aunque volvería pronto. Tomé la oportunidad tan pronto como pude.

“Mailen, sé que... sé que te habías ofrecido a acompañarme”

“Humm...? es cierto! El compromiso con el Padre Marcos. Lo lamento mucho, Lena. Es que Suyai, esta terriblemente asustada. Cree haber visto unas manchas en el cuerpo de su padre. Sabes muy bien lo que está pasando. Y no tenemos salvación alguna.” Realmente no esperaba esa respuesta. Pensaba que el problema sería algo más familiar, pero era mucho mas grave de lo que creía. Si era así, debía tratar de apurar el viaje cuanto antes. Aunque también podría tratarse de una confusión. De cualquier forma, mientras antes mejor. Y si de casualidad encontraba un lago en el camino… las palabras de ese anciano casi no me dejaron dormir anoche.



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En el texto hay: viaje, historica, pueblo maldito

Editado: 24.03.2019

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