Estaba listo. Después de tanto tiempo, por fin vería a la persona que me hizo sufrir mucho. Era un manojo de nervios, pero, al recordar lo sucedido, me daban ganas de avanzar. Tenía una sola meta en mente: La venganza.
Salí de mi habitación y me dirigí hacia la cocina.
—¡Buenos días, Sean! —dijo mi madre.
Ella generalmente se comporta de una manera muy alegre. Pocas son las veces en las que la he visto enojada. Aparte de ser entrometida, es un poco más baja que yo. Teníamos el mismo color de cabello, pero nuestras personalidades eran opuestas.
—Mamá, ¿no entiendes? —preguntó burlescamente mi hermana, en tanto volteaba a verme —Ahora es “Ethan”, ya no lo llames “Sean” ¿No es así, buscador de justicia?
Mi hermana, Pues ella era como yo de niño. Claro, ella no tenía sobrepeso, pero sí era amante a los videojuegos, el anime y el manga.
—Deja de hablar tonterías, ¿de acuerdo? —reclamé yo —Además, no busco justicia. Al contrario, ¡quiero venganza!
—Hijo, deja de bromear —dijo mi madre en tono serio —. Sabemos que no eres así. La venganza solo causa más dolor.
A pesar de que le conté anteriormente el motivo de mi cambio, ella aún se negaba a creerlo. Yo estaba decepcionado.
—Basta de charlas —me quejé yo —. Tengo que irme
Quería salir lo más pronto de la casa. Conforme los segundos pasaban, mis nervios aumentaban.
—Ten cuidado —dijeron mi madre y mi hermana a la vez.
El instituto quedaba a 15 minutos de mi casa, así que decidí caminar. Durante el trayecto, empecé a analizar todo lo que había sucedido desde que fui rechazado. Al dejar la ciudad, comencé a vivir un infierno con un pariente lejano. Me hizo bajar de peso de una manera horrible, pero gracias a él convencí a mis padres de cambiar mi nombre. Dejé mis apellidos tal cual. Mi nombre fue lo único remplazado. Utilicé uno que no tuviera relación con el anterior, por lo que pasé de ser "Sean Parker" a llamarme "Ethan Parker".
En un abrir y cerrar de ojos, me encontré frente al instituto. Mi pulso se aceleró y empecé a temblar. Bajé mi cabeza un momento, respiré profundo y recordé mi lema: "La apariencia es lo importante". Aunque sonara superficial, ese era mi lema de vida, pues la misma vida me había demostrado que eso era lo que en verdad importaba en la sociedad. Observé de nuevo la entrada y me dispuse a mover mis pies hacia delante, acercándome al portón. Estaba ansioso por lo que sucedería, pero algo era seguro: Esta vez... Yo no perdería.
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en el texto hay diversion, en el texto hay secretos, en el texto hay alegrias con finales tristes
Editado: 09.08.2019