Game Over (sin Editar)

NUEVE.

¿Por qué la vida es así de mala conmigo? ¿Qué hice yo para merecer esto? Definitivamente el universo está en mi contra.

—¿A-ah sí? —pregunto sumamente nerviosa— . ¿Q-qué sentiste?

—Sentí que el hambre me removía las tripas.

Lo golpeo en el hombro y el finje dolor. ¿Por qué ese acto lo hace ver tan lindo? Debería suprimir ese tipo de pensamiento, no colaboran con la causa.

—Payaso —digo fingiendo diversión.

—Y así me adoras, Friki —dice sonriendo, el muy idiota.

—Ya quisieras, idiota.

—No te hagas la loca, tú sabes que soy in-creí-ble.

—No me hago la loca, tú eres un in-so-por-ta-ble.

—Eso es falso —dice acercándose más a mí, mirándome directo a los ojos, y siento que esos ojos verdes pueden ver a través de mí.

—Yo no miento.

¡Mentirosa a la vista!

Nathan se acerca más a mí, y un solo empujón podría hacer que ese pequeño espacio entre nosotros desapareciera. Nathan mira mis labios y luego otra vez a mí, siento que se va acercar más a mí... pero en eso una voz que conozco como a mí misma revienta mi burbuja.

—¿Garden? —Robert Petrov.

Nathan se separa de mí de golpe al oír esa voz y al ver a Robert su rostro se vuelve indescifrable para mí. ¿Qué hace él aquí?

—¡Garden! —exclama y se acerca a mí y... ¡Dios! Esos piercings se ven tan bien en él—. ¿Cómo has estado?

No respondo.

—¿Ana?

Silencio de nuevo.

—Ana... ¿Estás bien?

No respondo pero Nathan lo hace por mí.

—¿Qué quieres, Petrov? —espeta y cada sílaba suelta más odio y veneno que la anterior.

—¡Vaya, vaya! Pero si es Nathan West —dice Robert mirando a Nathan, su cara muestra una expresión que nunca antes había visto, y eso solo logró aterrarme—. ¿Cómo está tu madre? ¿Sigue sufriendo de los nervios después de aquella... noche?

—¡Aquella noche mataste a mi padre! —grita Nathan levantándose y golpeando la mesa tan fuerte que mi malteada se volcó—. ¡Mi madre ahora sufre de los nervios, tiene que estar tirada en una cama casi la mayor parte del tiempo y Kyle sacrificó mucho para conseguir mantenernos! ¿Y tú vienes para acá como si sólo nos hubieras quitado un trozo de pan? Eres un...

—¡Basta! —grito—. Robert, si solo viniste aquí para molestar te sugiero que te vayas.

—Ana, yo...

—Ya la escuchaste, Petrov, largo —escupe Nathan.

—Silencio —Robert mira a Nathan de tal manera que el mismísimo infierno se habría congelado—. Ana, necesito tu ayuda.

—Pues yo no te ayudaré en nada —escupo—. Me abandonaste, Robert...

—Lo sé, pero...

—...dejaste que Ella y Mindie siguieran los malditos rumores, pero a ti no te importa, si quisieras desapareces de la faz de la tierra y tú familia se encargaría de hacer como que nunca exististe. Yo no, Robert —para ese punto las lágrimas ya inundaban mis ojos—. Lo único que quería era una vida normal y tranquila, pero tenías que aparecer, desearía que aquel día en que me hablaste nunca hubiera llegado.

—¿¡Crees que dejarte no me dolió!? —exclama Robert—. Yo te amé, y fuiste la única a la que puedo decir sin miedo ni vergüenza que amo, amé y amaré el resto de mi vida. Pero si seguía a tu lado lo más probable es que mi familia se hubiera encargado de borrarte de la faz de la tierra.

—Esa explicación me hubiera importado hace unos dos años, Robert. Ahora vete.

—Ana...

—¡Vete! —grito, cierro los ojos con fuerza para reprimir estás ganas inmensas de llorar.

—Okay. Hasta pronto, Garden.

Robert se aleja de nuestra mesa y se sienta al otro lado del local, a pesar de estar de espaldas a mí siento su mirada clavada en mí. ¿Por qué tenía que volver? Justo cuando lo estaba olvidando el aparece y destruye las pocas tablas que acababa de acomodar en mi desastroso mundo, ese chico es como mi sombra, me persigue a donde sea que vaya. Recuerdo aquel día en la escuela justo luego de haber desmentido el rumor de Ella y Mindie, ese día marcó mi vida.

—¿Supieron la noticia? —pregunta Clarisse sentándose con nosotros en la cafetería.

—No, ¿Qué? —pregunta un curioso Cole. No me interesa nada ahora, todo en lo que puedo pensar es en Robert, desde que Ella y Mindie dijeron que teníamos algo no lo he vuelto a ver.

—Robert Petrov se fue del pueblo —cuando ella dice eso siento que mi corazón de salta un latido. ¿Robert Petrov se había ido del pueblo? ¿Cómo? ¿Cuando?... ¿Por qué?

—¿En serio? No te creo —exclama Cole—. ¿Por qué se iría?

—Quizá le molestó ese rumor de que él y Ana estaban juntos —falso, nunca lo haría por eso... Quizá pasó algo con su familia o... O simplemente decidió dejarte en el momento más difícil para no tener que lidiar con la situación.

—Mejor así —digo en un tono tan frío que el polo sur queda caliente—. Un mafioso, y problema, menos en ROCKMAN.

—Sí, tienes razón, mejor así —coincide Cole—. Igualmente nunca me agradó, y Ella y Mindie tampoco.

—Ojalá fueran ellas las que se van —murmuro, pero solo yo escucho, los mellizos están ocupados hablando de comprarse un nuevo tinte para el cabello, y ponerse un septum.

Como si las hubiera llamado Mindie y Ella hacen aparición con una sonrisa de falsa inocencia. No entiendo cómo pueden andar por ahí como si no hubieran traicionado a una amiga, como si no se hubieran burlado de nosotros. Son unas falsas, Ana, no les importa nada que no sean ellas mismas. Mindie nos mira con total tranquilidad como si fuera otro día más en Rangers, pero no lo era, ellas habían hecho que nada fuera otro día más, ellas habían arruinado todo.

—¡Hola! —saluda Mindie con mucha energía y esbozando una deslumbrante sonrisa.

—No sabía que las perras hablaban —dice Clarisse mordaz—. ¿Tú sí, Cole?

—Silencio, marica —espeta Ella defendiendo a su amiga.




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