—¡Anastasia, apresúrate! —grita mi mamá desde abajo.
Hoy mi mamá, papá y yo iremos a acampar junto a la familia de papá. El año pasado fuimos con la familia de mamá, así que este año le toca a la de papá. Me encanta acampar con ellos, sobre todo con mis primos, Antonio, Anthony, Alexander y Sergio; son unos chiflados totales, en cambio mis primas... es una lucha constante estar con ellas. Todas viven lamiéndole las suelas a Helena, nuestra prima mayor —solamente por unos meses, pero eso es suficiente para sentirse la gran cosa—. Nunca me ha gustado eso de lamerle las suelas a las personas, mucho menos si es de la familia.
Termino de meter todas mis cosas en mi mochila —una de esas que usan los exploradores— y bajo corriendo a la sala de estar, en dónde una impaciente Grace, mi mamá, me espera mientras le da leves golpecitos al piso. Me apresura a meter mis cosas en el maletero del auto y nos encaminamos a buscar una última cosa. Llegamos a nuestro destino y paso la mitad de mi cuerpo a la parte de adelante del auto para tocar la bocina.
—Anastasia Evangeline Clark —me regaña papá—, ¿qué te he dicho sobre tocar la bocina cuando yo esté al volante?
—Lo siento —me disculpo—. ¿Puedo bajar para llamarlos?
—Por supuesto que...
—Sí, anda —autoriza mamá.
—¡Gracias!
Bajo del auto y corro hasta la puerta, toco el timbre y al rato unos rostros sonrientes aparecen en la puerta.
—¿Quién está listo para acampar? —exclamo entusiasmada.
—¡Nosotros! —gritan mis amigos.
—Vamos, mamá se impacienta cuando vamos de viaje —digo y los halo a los 3 hasta el auto.
Primero me subo yo y luego los tres desastrosos. Papá los saluda con una enorme sonrisa y mis amigos le devuelven el saludo. Mamá está hablando por teléfono con mi tía Mara sobre lo que cada quien llevará para comer.
—Hola muchachos —saluda mamá luego de colgar la llamada—. Charlie, hay que llevar pan y algo de salsa tártara. Para la barbacoa.
—Claro, en el camino nos paramos en una panadería o una tienda de comestibles —dice papá dedicándole una enorme sonrisa llena de amor y ternura.
Espero tener una relación así algún día.
—¿Ana, ya te enteraste? —me pregunta mi mejor amiga.
—¿De qué? —pregunto sin entender a qué se refiere.
—Jessica, Mindie y Ella se han peleado —dice con una sonrisa malvada en el rostro.
—¿En serio? ¿Por qué? —digo en total impacto.
—Al parecer se enteraron de que Mindie estaba en el closet —dice Cole con una sonrisa burlona en el rostro—. Y lo más entretenido es que se enteraron de que tenía fetiches extraños contigo.
—¿Mindie tenía fetiches con Ana? —pregunta un Nathan impactado—. ¿Mindie Wild? ¿La pelirroja regordeta amiga de Jessica Miller? ¿Esa Mindie?
—Sí, sí, sí y súper sí —dice Clarisse divertida—. Esa chica está mal de la cabeza y lo más seguro es que ahora todo el mundo la aisle. Se lo merece por perra.
—¡Lenguaje, señorita! —la regaña mamá.
—Lo siento, señora Clark —se disculpa Clarisse.
—Así me gusta —dice mamá—, ahora díganme ¿Qué es eso que Mindie tiene no sé qué con Anastasia?
Todos nos miramos sin saber que decir. Es uno de los grandes dones de Grace Clark, escuchar las conversaciones menos agradables para luego interrogarte de la manera más incómoda del mundo.
—Nada, mamá —digo yo después de un largo rato.
—Anastasia Evangeline Clark, no se te ocurra engañarme —me advierte.
—Bueno, hace tiempo (antes de que desapareciera con Ella) ella se sentía atraída por mí y se ha corrido el rumor de que hasta tuvo fantasías conmigo —explico con calma a mamá, nunca he tenido problemas en contarle las cosas a ellos, pero ese tema es intocable por Clarisse, aunque al parecer ya se le ha pasado todo.
—¿En serio hablamos de la pelirroja regordeta Mindie Wild? —pregunta papá incluyéndose en la conversación.
—Sí, la misma —contesto.
—Uau, que locuras pasan en este pueblo —dice papá impactado.
—Sí, quién lo diría —dice mamá con la mirada fija en la ventana—. ¡Charlie, te pasaste una panadería!
Papá se devuelve y se estaciona frente a la panadería Family bread. Mamá se baja del auto y sale disparada al interior del local, papá suspira para luego bajar con la cartera de mamá —quien la dejó olvidada en el auto— y una sonrisa se escurre por sus labios.
—¿Quieren algo? —pregunta papá antes de bajar.
—¿Unas galletas de chocolate y fresa puede ser? —pregunta Clarisse con una sonrisa inocente.
Manipuladora.
—Por supuesto, Clarisse —dice papá con una sonrisa paterna adorable—. ¿Ustedes no pedirán nada?
—Me gustaría unos Doritos, señor Clark —dice tímido Nathan.
—A mí unas Ruffles, por favor —dice Cole sin timidez ni sonrisa inocente. Solo siendo Cole.
—Muy bien, ¿y tú, Ana? —me pregunta papá.
—Unos platanitos.
—Okey, en seguida vuelvo.
Papá sale del auto y justo a tiempo porque veo a mamá rebuscar en su bolso su cartera, y papá llega como un héroe con su cartera en mano.
***
Una hora después, estábamos todos en el bosque con la familia de mi papá y mis amigos. La verdad me los traje solamente para no tener que estar con mis primas, ya que mis primos ya no quieren estar conmigo porque dicen que soy una niña y las niñas somos muy delicadas. Pero Helena no deja de lanzarle miradas coquetas a Nathan, lo cual me molesta mucho... y al parecer también a Clarisse le molesta. ¿Realmente a ella le gusta Nathan? ¿No son imaginaciones mías?
Cole, papá y Nathan comienzan a montar la tienda de campaña, mientras que mamá, Clarisse y yo ayudamos a mis tías a montar las mesas para cocinar más fácilmente. De todos los jóvenes de aquí solamente mis amigos y yo estamos colaborando con el campamento, ¿es que acaso son alérgicos a la cooperación? Cuando eran niños se los pasaba, pero ya algunos tienen 18 años, ya va siendo hora de que comiencen a ayudar en algo.