¡Advertencia! Este capítulo tiene escenas que podrían ser perturbadoras para muchos lectores, contiene abuso sexual, y lenguaje inapropiado. Leer bajo su propio riesgo.
Ahora sin más, disfruten el capítulo.
A N A S T A S I A.
De todas las personas que pude suponer estaban detrás de esto, resulta ser mi prima, mi propia sangre, me resulta confuso. ¿Por qué me haría algo así? Y si la cosa es contra mí, ¿por qué meter a los mellizos? Ellos no deberían estar metidos en la rabieta de Helena.
Han pasado cerca de unas ocho horas desde que Helena me trajo a la fuerza hasta acá, obviamente con ayuda de sus secuaces, unos hombres mucho más fuertes que yo. Luchar fue inútil, pero aún así lo hice. Al final, mientras intentaban traerme a la fuerza, decidí realizar la fase más importante de mi plan, porque por más familia que Helena sea, no iba a dejarle las cosas tan fáciles. Esperaba que ya hubieran tomado notado mi ausencia, y que de alguna manera descubrieran que Hall era parte de todo esto. Aunque ese hombre no fuera parte de mi plan original, igual puede ser de ayuda para que nos encuentren.
Luego de que esos hombres me metieran a una camioneta blindada, amarrada y amordazada, me trajeron a una cabaña no muy lejos de dónde estábamos buscando, pero está en un estado tan deplorable que es difícil que sospechen de este lugar de inmediato. No aparentaba que estuviera en uso, menos para un secuestro de unos menores. La Alerta Amber ya debería haber sido emitida, después de todo ya no se trataba de un único menor secuestrado, ahora éramos dos.
Justo ahora estoy en una habitación, sentada en una cama en mal estado con los resorte sobresaliendo del colchón viejo, la única fuente de luz es una pequeña ventana en lo más alto de la pared, ni siquiera apilando todas las cosas de la habitación —las cuales no son muchas tampoco—, podría llegar hasta allí arriba. No sé aún nada de Cole, solo lo que logré escuchar de camino aquí.
Helena iba sentada en el asiento del copiloto, hablando por celular con alguien desconocido, al menos para mí. Sus tres secuaces se limitan a vigilarme, en silencio todos. Aún me duele el estómago del golpe que me dieron con la rodilla, todo mientras Helena me miraba y se reía de mí. Ni siquiera quiso decirme por qué me estaba haciendo esto, solo me miraba con satisfacción, y antes de decir nada, mandó a sus tres mastodontes a que me tomaran. ¿Qué tanto le habré podido hacer como para que haya querido hacerme todo esto?
—Muy bien —dice Helena, devolviéndome a la realidad de pronto—. ¿Cómo está el prisionero? Asumo que ya comenzó a comer... ¿No? Vaya, que problema, no ha comido mucho desde el traslado... ¿Que quiere hablar conmigo? Muy bien, póngalo en alta voz... ¡Cole! —¿Cole? ¿Está ahí? ¿Está bien? Me remuevo en mi asiento, emocionada al saber que podría escuchar su voz, pero me golpean de nuevo en el estómago, dejándome en claro que no me dejarán hablar con mi mejor amigo—. Que alegría ver que quieres... No tienes que ser tan grosero... Ya te he dicho que es una sorpresa, seguro que te gustará... Lo siento, pero si vas a tener esa actitud mejor cuelgo.
Sin más colgó, luego de eso se comenzó a reír, mirándome a través del espejo retrovisor. Y yo que creía que lo más malvado que había hecho Helena había sido golpear a una chica que miró mucho a su novio, que interesante todo, ¿no?
—Ponte cómoda, Ana —me dice, girándose en el asiento para poder verme mejor—. Porque no saldrás de aquí en un buen rato.
En ese momento me toman de ambos brazos y me obligan a bajar del auto de forma brusca, llevándome al interior de la horrenda cabaña.
De ese punto en adelante Helena no me dirigió más la palabra, de hecho solo desapareció luego de que entráramos en la cabaña, la cual por dentro estaba en mejor estado que el exterior, quizá lo quisieron así para no llamar la atención. Mi mente me tortura una y otra vez con la remota posibilidad de que nunca encuentren mi maldita pista, o que no descubran el engaño de Hall, si eso pasa estaremos jodidos. ¿Quién sabe lo que esa lunática quiera hacer con nosotros?
De pronto la puerta de la habitación de abre, revelando la figura de una mujer, o más bien, una perra. ¿Así que ella también es parte de todo esto?
—¿Por qué no me sorprende verte aquí, Regina? —digo, mirando de mala gana a la pelinegra que está frente a mí, esta se limita solo a sonreír con una falsa amabilidad, una que en otra circunstancia habría creído.
—Solo estoy de paso, quería ver como le iba a Helena con nuestros invitados —dice, caminando por la habitación, inspeccionándola—. Y veo que lo hace muy bien, estos son más lujos de los que... —suelta una pequeña risa para luego continuar:— mereces.
—¿Ah sí?
—Sí. Tú mereces estar pudriéndote en un calabozo frío y sin un solo gramo de hospitalidad.
—¿Y por qué soy merecedora de semejante regalo? —digo con sarcasmo, levantándome de la cama. Intentaría escapar, pero sé que hay varios tipos vigilándonos, ni Dios quiera le pase algo a la señora Petrov, ¿cierto?
—No te hagas la inocente conmigo, rubia. Sabes exactamente por qué mereces ese castigo, ni siquiera mereces estar en el mismo lugar que yo, respirando mi mismo aire.
—Si es así, ¿por qué me tienes aquí? Si tanto te disgusta estar conmigo, déjame ir a mí y a Cole.
—¿Y dejarte vivir en total paz? Nah, no te mereces ese privilegio.
Estoy tratando de mantenerme serena, pero cada vez me cuesta más, nada me hierve más la sangre que soportar a personas que se creen en derecho de decidir en la vida de las demás. Y Regina tiene más méritos al haber estado conspirando en mi contra, llevándose a Cole en conjunto con Helena.