Cole está parado frente a mí, vistiendo un elegante traje negro, su cabello peinado de forma impecable hacia atrás. No puedo creer que estoy viendo a mi mejor amigo entero, vivo y frente a mí. Trato de caminar hasta donde está él, pero André toma mi brazo y detiene mi avance. Me giro hacia él, molesta por estarme reteniendo. Regina suelta una pequeña risa, cubriéndose los labios con la mano, ese acto solo me provoca arrancarle la maldita cabeza. Hija de puta.
—¿En serio creíste que te dejaríamos abrazar a tu amigo? —dice con tono de burla, veo a Cole y noto que a él también lo tienen sujeto del brazo, evitando que venga hasta donde estoy yo.
—Por favor, señora, déjeme abrazarla —suplica Cole, sus ojos empañados en lágrimas que no deja salir.
—Lo siento, querido, pero por más que me agrades no puedo darle ese gusto a ella —dice Regina, señalándome de forma despectiva.
—Oh, por favor, Regina. ¿No te cansas de joderme? —digo esta vez yo, irritada. Algo que no le daré a esta mujer, será el gusto de verme sumisa y callada frente a ella, no la dejaré romperme.
—Mmm... no, me divierte mucho —dice con una sonrisa que quiero borrarle a golpes—. Muy bien, tomemos asiento, la cena está casi lista.
André me obliga a sentarme de forma brusca, y la dura silla solo hace que me de un fuerte golpe en el trasero. Helena está sentada junto a mí, un lugar al lado del puesto del anfitrión. Me sorprendo al ver que Regina se sienta al frente de Helena, dejando el puesto del anfitrión vacío, Cole tomando asiento a su lado. ¿Ella no debería estar sentada en esa silla? En eso, escucho pasos, dirigiéndose hacia donde estamos. De pronto las puertas del comedor se abren de golpe, y de ellas aparece el primogénito de la familia Petrov en toda su gloria, luciendo un traje negro a la medida, usando una corbata roja muy llamativa. La verdad, no me sorprendía verlo aquí, era algo bastante predecible, lo extraño era que tardara tanto en aparecer.
—Cariño —dice Regina, mirándolo con una sonrisa—. Creí que no querrías venir, me dejaste en claro que esto no te agradaba.
¿Kristopher Petrov no estaba de acuerdo con nuestro secuestro? No, dudo que se haya puesto en contra de su madre.
—No dije eso, solo que no era buena idea que hicieras algo así sin consultar a papá —dice indiferente, tomando asiento en el puesto que ni Helena ni Regina habían tomado.
—Tu padre, de haber sabido todo esto, le habría dicho a todo el mundo, ¿y sabes lo que pasaría si Robert se entera? —dice, negando con la cabeza.
—Si piensan meterlo al negocio tendría que saber todo esto, ¿no lo crees? —dice, mirando a su madre sin mostrar emoción alguna—. Así que este es el motivo de tu ausencia, creí que sería algo más importante.
No puedo evitar notar la mirada de desprecio que me dirige, dejándome en claro que él tampoco es fan de mi pasado con su hermano. Por otro lado, noto como mi prima está casi babeando por este idiota, aunque no es algo extraño, Kristopher es muy atractivo, pero su actitud opaca el resto. Tiene el cabello negro de su madre, al igual que Jessica, y sus ojos son tan azules como el mismísimo cielo, todo lo contrario a su hermano. No culpo a Helena por sentirse atraída por él, pero ¿quiere estar con él a pesar de saber qué clase de persona es? Definitivamente está loca.
—Entonces, Helena, ¿por qué decidiste colaborar en el secuestro de tu propia prima? —pregunta Kristopher, rompiendo el silencio que se formó en la habitación.
Helena lo mira un momento en silencio, antes de contestar con la mirada perdida en su plato.
—Porque estoy harta de ver como todos prefieren a Anastasia antes que a los demás, la utilizan siempre para decirnos que debamos ser como ella. "Sean responsables como Ana"; "sean inteligentes como Ana"; "no se metan en problemas, sean más cómo Ana" —cada oración me sorprende más y más, ¿de verdad mi tía Gloria le dijo todo esto a Helena todo este tiempo?—. Oír eso durante dieciocho años, una y otra vez... llega un punto en el que te jode, te pudre por dentro y te hace sentir insuficiente, sintiendo que jamás serás lo suficientemente buena para ellos, nunca serás Ana. Así que en cuanto vi la oportunidad de deshacerme a la perfecta de la familia... simplemente la tomé.
—Mmm... —es lo único que dice.
Luego de eso dos hombres entran al comedor, el primero es castaño, con ojos marrones y piel blanca, es bastante alto; el otro tiene cabello negro, y unos ojos azules que llaman mucho la atención teniendo en cuenta que su piel es morena. Ambos son bastante atractivos. El rubio lleva el carrito con los platos y jugo de la comida, y el moreno trae consigo los vasos y cubiertos, los cuales coloca en su lugar velozmente. Pero el chico moreno es frenado por Regina antes de poder retirarse, este la mira con temor y es ahí cuando me doy cuenta de que ambos hombres están aquí en contra de su voluntad.
—Creo haberte dicho que quería las copas de cristal, no estos vasos asquerosos —dice con suavidad, mirando asqueada los vasos de vidrio que tiene delante.
—L-lo lamento, señora —dice de inmediato, para luego apresurarse en tomar los vasos y cambiarlo velozmente por las copas de cristal que tanto reclamaba Regina.
—Maravilloso —dijo en cuanto tuvo su copa puesta frente a ella. Al ver que los hombres aún estaban inmóviles, sin servir aún la cena, esta enfureció—. ¿¡Y qué demonios esperan para servir!? ¿¡Una invitación!? ¡Muevanse!
De inmediato entre ambos comienza a servir la comida, sus manos temblando del miedo, seguro creyendo que podrían terminar muertos si hacían algo mal. Y la verdad creo que sí podría ser una opción. Cuando el mismo chico que sirvió las copas puso mi plato frente a mí, lo miré con lástima, estaba metido en todo este lío sin siquiera tener nada que ver conmigo o con Cole. O eso creía hasta que vi la manera en la que Cole y el chico se miraban. ¿Era idea mía o estos dos se miraban como un par de enamorados que no se volverían a ver? No dije nada, solo me limité a permanecer en silencio hasta que todos tuvimos nuestra cena servida.