Muchas veces al caminar
ella tropezaba con sus propios pies,
en algunas ocasiones al suelo rocoso caía
y cogía el color del papel.
Las miradas burlistas no se hacían esperar
se posaban en ella para verla desfilar,
ya que su característico andar
la hacía el espectáculo principal.
Los sonidos fuertes
para él eran los más suaves,
y estos últimos a su vez
eran nada.
La tecnología era su gran amiga
ella llegó con un propósito a su vida,
y aunque todas las gemas lo aborrecían
él los encaraba con una falsa sonrisa.
Ella era Esmeralda
él era Zafiro,
y juntos...
eran las gemas imperfectas.