Ghost

1

2019, Santiago de Chile

Despierto con la respiración agitada y el cuerpo sudado. Miro a mi alrededor y me doy cuenta que sigue siendo de noche; busco mi celular bajo mi almohada. Cuando enciendo mi celular sale en grande el número 3. Son las tres de la mañana.

­­­—¿Tuviste una pesadilla?

Miro a mi costado y Elliot me ve con sus ojos llenos de preocupación.

—Estoy bien, pero ¿podrías dejar de verme cada vez que duermo?

—Oh si claro, déjame salir y salgo con mis amigos, a ver si son capaces de verme—Elliot voltea los ojos mientras usa su típico sarcasmo.

En parte sé que tiene razón. ¿Quién además de yo lo puede ver? El chico está muerto y tanto sus amigos como sus familiares no tienen la capacidad de verlo. Yo hace un tiempo tampoco podía verlos e incluso no creía en la existencia de ellos.

Hasta el accidente.

Desde entonces fui capaz de ver fantasmas y Elliot fue el primero que vi dentro del hospital. Se convirtió en uno de mis mejores amigos.

—Lo siento, sabes que no es con intención decirte eso. Solo es...

—¿Volviste a soñar con eso? —asiento mientras me levanto de la cama.

Bajo junto con Elliot a la cocina para servirme un vaso de agua. Mientras lo veo llenarse, me doy cuenta que afuera está lloviendo muy fuerte. Incluso con relámpagos.

No es algo común escuchar relámpagos y truenos en estos años. Sé que antes era así, pero en los 18 años que llevo viviendo en Santiago nunca había sido de esta magnitud.

—Pensé que las pesadillas sobre ese día ya no estaban—Elliot se sienta en la mesa mientras yo sirvo agua.

—De vez en cuando vuelven, pero esta vez fue raro. Dentro del sueño estaba escapando, pero no sé que era, solo sé que sentía el peligro por todo mi cuerpo.

Miro a Elliot quien fruncía un poco el ceño al escucharme. Elliot es un chico alto, de 1.90, con el pelo castaño oscuro, casi siempre alborotado, su nariz bien definida y unos labios delgados.

En teoría es un chico lindo.

Claramente es un chico lindo, muy rauw.

Ay conciencia, basta. Un poco de decencia.

Decencia dice la niña ahora.

Ya sh.

Cuando comienza abrir la boca, de la nada lo interrumpe un resplandor que viene de la calle. Me acerco para abrir la cortina, pero apenas toco la cortina ese resplandor desaparece, al igual que la electricidad.

Solo veo oscuridad.

Vuelvo a cerrar la cortina y el resplandor vuelve. Miro a Elliot que está con un rostro lleno de curiosidad.

—Salgamos a ver que sucede—comienzo a caminar a la puerta.

Cuando tomo la manilla, Elliot me detiene. Levantó una ceja mientras me miraba muy desconcertado.

—¿Es que a ti se te escapan los enanitos pal bosque o qué?—me mira como si estuviera loca mientras mueve sus manos de forma exagerada—O sea, sé que estás loca, pero no pensé que serías una loca suicida para salir al mínimo ruido. ¿Sabes que no vamos a seguir la analogía de las películas de terror y salir ahí afuera pensando que no nos van a matar?

—Pero si tu ya estas muerto—digo mientras me aguanto la risa al ver la cara que hace ante mi comentario.

—¡Ya lo se!—me grita.

Pero cuando estoy a punto de decir algo se escucha un grito.

—Dime por favor que no vamos a salir para saber de dónde vino ese grito—súplica mientras cierra los ojos, pero yo solo me encojo de hombros, mientras abro rápidamente la puerta y salgo de mi casa.

Hola soy tu conciencia y ella te dice que es una mala idea.

Pero siempre me apoyas en estas cosas.

Una de las dos tiene que ser razonable y justo es mi trabajo. Pero te conozco y se que no harás caso así vamos por esa idea loca.

Esa si es mi conciencia.

Escucho como la lluvia golpetea el techo del patio. Cuando abro la reja que dirige a la calle siento como la lluvia moja todo mi pijama y las pequeñas piedras del suelo se encajan en mis pies.

—Tú sabes que estamos siguiendo la analogía de los personajes de las películas de terror, ¿verdad? Estamos siendo unos tontos y solo por tu culpa—suspira mientras ve hacia todos lados con miedo—Estoy seguro que a ti te van a matar y yo no quiero descubrir si en este estado me pueden matar.

—La verdad, sería un gran descubrimiento e interesante de saber—levanto las cejas, mientras me río de su cara.

Elliot sigue quejándose y diciendo cada tontera como siempre. 

Ruedo los ojos mientras sigo caminando.

No es novedad para mi saber que Elliot es un miedoso ante estas situaciones, en cambio yo desde hace un tiempo ya estoy acostumbrada.

Para que estar muerto es re miedoso el chiquillo.

¿Verdad que si?

Cuando estamos por llegar a la avenida principal volvemos a escuchar un grito y en ese momento corro al lugar, pero cuando miro a mi alrededor no veo nada, solo el brillo de la luna en las pozas de agua que se forman a las orillas de la calle. Cuando Elliot llega a mi lado, la luz resplandeciente que vimos anteriormente vuelve aparecer y me ciega, al igual que a Elliot.

Y ahí comienzo a temer.

Porque los sentidos de los fantasmas se perciben de una manera muy distinta a los vivos.

Y esto le afecta de la misma forma que a mí.

¿Por qué le afecta?

Intento hacer sombras con mis manos y cuando por fin puedo ver la dirección del resplandor veo unas siluetas.

Tres personas.

Comienza a desaparecer esa luz y yo puedo enfocar mejor, en eso me doy cuenta que esas tres personas nos están observando, a pesar de que estamos a casi a una distancia de tres casas puedo sentir la mirada de ellos en mi cuerpo.

Especialmente la del chico más alto, siento como a partir de una sola mirada mi pecho se aprieta, como si me faltara el aire, el cuerpo me comienza temblar, y no se si es por el frío y la lluvia o es su mirada que me llena de temor. Cuando comienzan a caminar a nuestra dirección el miedo ya instalado en mi pecho se expande a todo mi cuerpo.




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