—¡Sue! ¿Cuántas veces te lo he dicho?—Gritó Desmond.
—No grites que ya estoy despierta.
—¿A qué hora viniste ayer?
—Se nos pasó la noche volando, pero ya soy mayor déjame hacer mi vida.
—Te recuerdo que a nuestra tienda no viene ni dios y tenemos que comer, pagar el gas, el agua, la luz.
—Escucha, ya lo sé, pero ayer fue el cumpleaños de Aina y…—La campana sonó. —Un cliente—Sonrió al saber que se había librado.
—Esto no quedará así—Dijo antes de salir de la habitación. —Hola, ¿en qué les puedo ayudar?
—Hola Desmond, quería saber si os había llegado la caja que encargue—Dijo Nelson, seguía con su cuerpo alto y delgado, sus ojos eran azules como el mar.
—Pues si señor Muñoz, nos acaba de llegar hoy mismo, se la habríamos llevado antes de no ser por alguien que no atiende a sus labores obligatorias.
—¡Ya te he entendido!—Gritó Sue desde su habitación.
—¿Problemas de hermanos?
—Pues sí.
—Que me vas a contar, nosotros también tenemos diferencias. Pero que se le va a hacer, hay que continuar.
—Y que lo diga, tome—Puso la caja encima del mostrador. —¿Quiere que se la lleve?
—No, gracias, puedo yo, adiós y buena suerte.
—Gracias, que tenga un buen día—Nelson salió de la tienda con una gran caja marrón, entró en su mansión y la puso encima de una mesa de cristal. —¡Geldrion! ¡Ya ha llegado!—No contestó nadie. —¿Geldrion?
En ese momento llamaron al timbre de la mansión, Nelson abrió la puerta sin mirar ya que estaba mirando a su alrededor a ver si encontraba a su hermano.
—Hola Nel, ¿puedo pasar? Se nos ha colado un Escúrrel en vuestra casa y me gustaría cogerlo antes de que pudiera pasarle algo malo—Dijo Edith con una sonrisa inocente.
—Ah claro, pasa, pasa—Dijo sin mirarle a la cara.
—¿Te pasa algo?—Edith llevaba su dron a todas partes y lo grababa todo. En cuanto Nelson se giró para verla, se percató.
—¿Qué es eso? No estará grabando ¿no?
—Estoy haciendo un video diario, he cambiado la tarjeta de memoria, la primera estaba llena.
—No se puede grabar aquí dentro.
—¿En tu casa?
—Sí, está totalmente prohibido.
—¿Es que estáis huyendo de algo? ¿Que habéis hecho ya?
—¿Nos estas acusando?
—Mira ahí está—Empezó a correr tras él. —¡Luego seguimos hablando pero primero tengo que atraparlo!
—¡Edith! ¡Vuelve aquí! ¡No se puede grabar el interior de la mansión!—La siguió dejando la puerta abierta.
El interior de la mansión no tenía nada fuera de lo común, cuadros de señoras y señores feos y calvos, algunos con una enorme nariz; Paredes pintadas con tonos oscuros como el granate, el negro y el verde oscuro; En algunas partes de los pasillos se podían ver estatuas de cristal y de barro…
—Que fea es la decoración.
—¡Edith!—La alcanzó pero se quedó sin aliento.
—¿Por qué corre? Si no me voy a ir de aquí hasta que no lo atrape.
—¡Pero a ti quien te ha dado permiso para correr por los pasillos de otras casas!
—Es que, a propósito, deberían plantearse cambiar de estilista, la decoración no parece muy alegre y cómoda.
—¿Y que más te da? ¿Dónde está ese bichejo tuyo? Lo buscamos y te largas de aquí.
—¡Como usted diga!—Y empezó a andar.
—Ay… esta chica me causara más de un problema de ahora en adelante…—Edith sigue teniendo su dron a su lado, grabando-lo todo. —Vamos a ver Edith, ¿cómo es ese bichejo tuyo?—Preguntó mientras miraba un reloj de pared.
—No es mío, se llama Viscosil y es un Escúrrel. Tiene un cuerpo pequeño y delgado, con visión nocturna y cuerpo viscosos, se puede colar por los agujeros más pequeños convirtiéndose en una masa viscosa y aplastada. Y sus colores más frecuentes son el verde y el lila, este concretamente es lila.
—Tengo la enciclopedia al lado—Susurró mientras miraba los relojes que habían en cada pasillo.
—Hoy estás muy serio y distante ¿te he hecho algo?
—No, no me has hecho nada, solo que hoy no era un buen día para que se perdiera tu bichejo.
—Escúrrel.
—Eso. Veras Edith, a Geldrion y a mí no nos gustan mucho las visitas y justo esta semana nos va muy mal.
—¿Estáis metidos en un lio?
—No, todavía…
—¡Mira! ¡Ahí esta!—Edith lo vio a lo lejos subido a una estatua de barro. Se podía confundir con una salamandra excepto por el color de la piel.
—Oh no, ¡está en la estatua de Brigit!
—¿Quién es Brigit?
—No, no, que no se caiga—Dijo corriendo hacia la estatua.
—¡Nelson lo va a asustar!—El animalito saltó y se estampo contra el suelo, pero no se hizo ningún rasguño ya que parecía de goma y se fue corriendo, Edith llegó donde estaba Nelson quien miraba atentamente la estatua de barro donde solo estaba la cabeza y los hombros de una mujer.
—Hay que atrapar a ese bichejo, antes de que lleguen los invitados.
—¿Lleguen? ¿Quiénes?
—¿Es que lo tienes que saber todo? No preguntes y busca a tu bichejo.
—Está bien, no te pongas así.
—Tenemos menos de una hora así que ya estas tardando en buscarlo, yo iré por la derecha, tu ve por la izquierda—Dijo mirando los relojes de pared que decoraban cada pasillo.
El día se estaba nublando así que la claridad no daba mucha luz en los pasillos, eran las 15:39 de la tarde.
—Ven Viscosil, te daremos comida en el sitio secreto que nos ha encargado la alcaldesa, no tienes porque preocuparte, mis hermanas y yo cuidamos muy bien de los que se quedan ahí, más bien que a nosotras mismas, bueno, igual mejor dicho, uno no se debe menospreciar. Vamos, ¿qué tengo que hacer para que salgas?—El animalito salió de un agujero en la pared. —¡Viscosil! ¿Te vienes conmigo? Este sitio no es muy agradable ¿verdad?
—No, no, no, ¡dónde estás maldito bichejo!—Se escuchó la voz de Nelson desde la otra punta del pasillo.
—Vamos a decirle que ya estás conmigo, no vaya a ser que le dé un patatús y la liemos.
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Editado: 14.08.2021