Jueves 19, junio,2020
4:09pm
La brisa de la tarde mueve mi cabello mientras intenta llevarse también las lágrimas consigo, gruesas lagrimas que ruedan por mis mejillas. Me abrazo a mí misma temblorosa, sé que probablemente alguien nos siguiera desde el departamento y se escondiera en algún arbusto solo para fotografiar lo mocosa que es la prometida de un grande de los vinos Müller, pero en estos momentos me vale una mierda.
Solo quiero paz, lo único que pedía para poder despedirme de mis padres como una persona común y corriente, solo necesitaba esa privacidad para decirle adiós a su tumba, a ese puñado de tierra donde nos hacen creer que se encuentra, cuando debería ser en nuestros corazones donde debemos llevar el recuerdo… Pero ¿Quién nos hace entender eso? Somos muy tercos e imbéciles. Yo quería despedirme de la tierra donde descansaban mis padres. Juntos. Como lo fueron siempre.
Un sollozo se me escapa y cubro mi boca ¿Por qué no se han esperado hasta el día más importante de mi vida? Ahora papá, ¿Quién me llevará hacia el altar y me entregará a mi verdadero amor? Él es el indicado y no lo han podido conocer… al menos no del todo. Ustedes fueron los que me hicieron creer en que las almas gemelas existían, pero no se quedaron a celebrar que había encontrado la mía.
— Chiara… — asiento sin ni siquiera volver a verla, sé que es hora de irnos y que probablemente será algo positivo estar lejos de la ciudad por lo menos un tiempo.
Mi asistente coloca su mano en mi hombro en señal de apoyo, como la hermana en la que se ha convertido por qué Midge es más que mi asistente personal. Limpio mis ojos para colocarme los lentes de sol, aunque el día este nublado en estos lados de Italia se me ha hecho costumbre a la hora de salir con mi prometido llevarlos puestos. Esto de ser reconocida es lo único a lo que no podía acostumbrarme.
Camino detrás de Midge con la mirada en el suelo escuchando efectivamente los paparazzi que se encuentran en las puertas del cementerio, todos preguntando sobre la fecha de boda o haciendo preguntas de mi vida privada ¿Acaso no tienen alguien más interesante a quien joder? No es como que los quisiera a todos en mi jodida boda. No tendrían vino gratis igual.
Gracias a los guardaespaldas que ha contratado mi futuro esposo llegó sana y salva al auto que me
llevará directo al aeropuerto, dónde tomaré un avión a Heiliger Glaube Deustschland pueblo de vinos y uvas, pueblo donde estuve mi niñez, donde lo conocí. Exactamente iré a viñedos mundialmente conocidos por fábrica del mejor vino. Vinos Müller.
Lunes 21, marzo, 2005
Sonrío de oreja a oreja, pedaleando lo más rápido que dan mis cortas piernas, a través de los montes que rodean la mansión. Escuchando a los chicos seguirme mientras gritan que me detenga, pero no lo hago, no soy tonta, lo que quieren es ganarme en la carrera rumbo al río. Quieren ser los primeros en llegar, no los dejare.
Doy una rápida mirada atrás viendo cómo se empujan uno al otro para hacer perder al otro, tan típico de los hermanos. Termino de llegar, bajo de bicicleta dejándola de lado, caminando a través de los árboles para terminar de llegar a nuestra meta. Me detengo admirando el río en frente de mí, su sonido y lo fresco que esta aquí. Cierro los ojos por instinto disfrutando de la naturaleza y del agua en mis pies, vivir en la hacienda Müller es lo mejor que pudieron hacer mis padres. Soy feliz en este lugar… adoro como nada estar aquí.
— Macarrón usar la bicicleta que te hemos regalo por tu cumpleaños es trampa — ruedo los ojos, escuchándolos llegar, Zeling es estresante cuando no paso lo que él quiere, tiene un plan para todo con pasos que debe seguir al pie de la letra, es el mayor de los tres y utiliza eso para que lo obedezcamos casi la mayoría de las veces, aunque con Devin hacemos lo que queremos.
— Ya…. Disculpa por ser la mejor — me inclino hacia él para dejarle un beso en la mejilla haciendo que su rostro se torne rojo
— ¡Uy los novios! — le lanzo un poco de agua a Devin que siempre pasa molestándome.
Y así comenzamos una pelea con agua, entre Zeling y yo contra Devin. Es en lo que consiste nuestra vida, luego de ir a clases al estudio con los hermanos Müller, hacemos una carrera hasta el río donde siempre volvemos mojados, embarrialados y con piquete de mosquitos.
Para cuándo el sol se esta ocultando regresamos caminando por el viñedo, aprovechando para robarnos e ir comiendo las uvas del lugar. En especial yo, es mi fruta favorita.
— Macarrón déjame ir en tu nave — Zeling me hace ojitos para que se lo preste, asiento sin dudar. Ellos son mis mejores amigos y se compartir todo, absolutamente todo con ellos. Zeling se va adelante riendo, sonrío viéndolo alejarse.