— Mis ojos son indignos de ver tanta belleza, creo que se ha escapado el ángel más hermoso del cielo.— Proclamo Alexander absorto en sus pensamientos, viéndome bajar lenta y torpemente por la escalera.
—¡WOW! Eso ha sido un poco lento. Pero prefiero estar completa que incompleta...Y definitivamente prefiero los tenis a estos enormes zancos—Dije haciendo como si me limpiara el sudor de la frente.
Alex extendió amablemente su mano y me aferre rápidamente a ella para bajar el último escalón. Ya a salvó en el suelo me atrajo hacía el, me abrazo en sus cálidos brazos y me beso tiernamente en los labios. Era nuestro primer beso. Así que quedé paralizada, no sabía como reaccionar, así que me quede quieta como estatua y sólo le escuche susurrar...
—¡Para nada lento! Parecía que volaras como un hermoso ángel... Una revelación divina.
Me quedé mirándolo fijamente, sus ojos chispeaban lujuriosos y su media sonrisa era un tanto pícara. Es tan perfectamente guapo que me hace sonrojar con tan sólo mirarlo. Es tan prolijo a la hora de vestir y su olor... ese olor que emana su cuerpo es tan delicioso que me embriaga y me hace sentir un deseo voraz de volverle a besar una vez más. Pero no... No lo hago, sólo apoyo mi cabeza sobre su pecho y escucho como su corazón late fuertemente. Por un momento pensé que era el mío. Pero me di cuenta que son dos corazones desvocados latiendo al mismo tiempo, al mismo ritmo como si fueran uno sólo.
Y diré como dijo la viejita del titanic «Fue el momento más erótico de mi vida. Al menos hasta entonces» hasta que...
—Aquí viene la reina de la fiesta, de la diversión, la reina del sabor.— gritó Hanne mientras bajaba las escaleras como si fuera en tenis, cuando en realidad lleva unos tacones de más de 15 centímetros.
—¡¡¡Hanne!!— Alex exclamó un poco irritado, lanzándome una mirada de «¿y ella porque está aquí?».
—Si muñequito soy yo. La mejor amiga, la espanta chispas, la violinista más Way del condado y el mejor anticonceptivo que pueda haber en el mundo.— Rio Hanne Victoriosa mientras posaba su brazo en mi hombro.
—¡Quedaste lindisima Ruru!.— Interviene antes que estos dos empezarán a herirse a punta de sátiras.— ¿Cierto Alex?— Upsss acabo de meter la pata, Yo y mi bocota. Pensé para mi misma.
—¡Claro que Si!— Contesto Alex mirando fijamente a Hanne. —Creo que tu lista de amantes se duplicará tanto, que hoy no cabrán en tu cama.
—Jajajaja ¿Crees que con eso me ofendes? Lo único que me ofendería sería que tu acabarás en mi cama, porque habría caído muy bajó. Y si algún día llegase a suceder, iría y me lanzaría del golden gate, porque no podría con tanto asco.— Renato Hanne haciendo que se vomitaba 😷
—¡No me des tantas ideas! Por que sólo lo haría para que te lanzaras.— sonrió Alex de una forma que me hizo recordar a mi hermanito cuando hace algo malo y sabe que lo único que lo salva es su sonrisa.
—¡Nos podemos ir!— Insistí
—Métete tu sonrisita por donde haces del dos.
—¡Hanne!—Exclame.
—¡Déjala Vick! Total ya estoy acostumbrado a su finura.
Salimos de mi casa. Hace frío, parece que una tormenta se avecina. Alex amablemente agarra mi abrigo y lo posa sobre mis hombros desnudos. Luego se dirige a su coche y abre la puerta de su porshe boxter rojo que perfectamente hace juego con el vestido de ruru.
—Traje este auto pensando en que sólo iríamos tu y yo solos... Pero como no falta la mosca en leche, les toca que compartan asiento.
—¡Si quieres yo conduzco! y así ustedes se van juntitos, todos apretaditos.— Dijo Hanne con un toque extraño de amabilidad en su voz.
— ¡Que buen anticonceptivo te conseguiste!— Alex rio jocosamente mientras daba la vuelta para entrar por la puerta del conductor.
—¡¡Si me doy cuenta!!— exclamé abriéndole los ojos a ruru.— ¿Me vendes por un auto?— le susurre.
—¡Perdona! Pero es un porshe... Lo único que me encantaría cogerle a este tío y no puedo.— 😣😣😣Hace una mueca de tristeza
Dios mío está mujer no tiene remedio. Entró al auto, miro a Alex que me sonríe de una forma tan encantadoramente sexy que me derrito... No se que pasa hoy conmigo y mis hormonas, pero hoy Alex es mi hombre perfecto.
—Cierra pronto y nos vamos los dos solos.—🙄🙄🙄 remata con una sonrisa traviesa.
—¡Te he oido! Y te advierto que si me llegas a dejar, a esta señorita le pondré un cinturón de castidad... y tiraré la llave en el golden gate y no seré yo precisamente quien salte para recuperarla.
—¡Entra ya!— gritó un poco irritado.
Alex conduce tranquilamente, es un conductor ágil, muy responsable. Va a la velocidad establecida, ni muy rápido ni muy lento... a un ritmo perfecto.
— ¡Acelera un poco más man! tienes un Porsche y conduces como mi abuela y mi abuela iría mas rápido que tu.