Pov: Daniel
Cuando me despedí de mis amigos, fui a la aldea de inmediato, pues tenía un mal presentimiento, por eso no pase primero por mi casa, la que comparto con mis dos hermanas. Al llegar me quedé impresionado por lo que mis ojos veían.
Las brujas, a quienes considero como mis hermanas, a las mayores que son como mis madres, todas ellas, las que me acogieron cuando solo era un pequeño abandonado; están sumidas en un aura de desesperación, tristeza y caos.
—Marta ¿Qué pasa? —Pregunto tomando de su brazo cuando pasa a mi lado corriendo.
Sus ojos rojos, llorosos por las lágrimas que aún brotan, sus labios temblorosa acompañados con su peinado desprolijo, seguramente de tanto halarse el pelo. La luz del sol sigue iluminando a la aldea con furor pues es de medio día.
—Encontraron a Eva y a sus amigas —Suspiro aliviado pues las chicas que menciona Marta desaparecieron hace dos días y yo no había podido unirme a la búsqueda, sin embargo su tono de voz borra la sonrisa que se estaba formando en mis labios.
—¿Marta? —Temo por el resto de la información, pues no quisiera que algo malo le pasará a esas chicas.
—Están muertas ¡Muertas! —Grita desolada aferrándose a mi con fuerza, correspondo el abrazo sintiendo un nudo en la garganta.
Eva y sus amigas eran un grupo de cinco chicas, muy animadas y simpáticas que siempre me sacaban una sonrisa con sus ocurrencias, mi corazón se estruja al darme cuenta de que pude haber echo algo para ayudar a encontrarlas, mi alma se rompe porque sé que si yo hubiera intervenido ellas ahora estarían dándome la bienvenida a la aldea.
El llanto desgarrador de Marta comienza a cesar, yo paso mi mano por su espalda sobando también su pelo para calmarla.
—Las encontraron esta mañana en territorio Alyak, junto con otros dos cuerpos que aún no hemos identificado —Mi ceño se frunce al escuchar lo que su temblorosa voz me informa ¿El territorio de los licántropos? ¿A quienes pertenecen los otros cuerpos?
—¿Dónde están mis hermanas? —El terror surca mi venas de manera alarmante y eso se filtra.
—¡Oh no! —Marta también se alarma al saber a lo que me refiero— No las veo desde ayer en la mañana, dijeron que se quedarían en tu casa, la que está en la frontera del territorio Alyak —Su voz denota el alarme mientras termina la oración.
—¡Carajo!
Algo se mueve en mi interior, una mezcla de furia y miedo crece rápidamente en las profundidades de mi corazón, doy media vuelta para correr en dirección a mi casa.
—Dile a las demás lo que pasa y si no llego al anochecer, salgan a buscarme —Grito casi como una orden a Marta quien espabila y asiente con la cabeza.
Tengo que llegar rápido a mi casa, tardaré más si rodeó el bosque Leinad. No lo pienso más y sin dudarlo me mezclo en aquel bosque que conecta a los cuatro territorios.
[…]
Mi respiración es acelerada cuando llego a mi casa; es de una sola planta y es de madera, algo simple, pero no necesito algo elaborado para sobrevivir. A mi mente llegan los recuerdos de cuando los demás me ayudaron a construirla, mis hermanas también colaboraron; y entre los ocho culminamos en unos meses de construirla.
Entro con rapidez, y me tranquilizó al ver a la mayor de mis hermanas, Clare, en la cocina tomando un vaso de agua.
—¿Qué pasa? —Pregunta al verme sudado y jadeante, yo suspiro aliviado por el tono despreocupante que acompaña su pregunta— ¿Por qué no traes polo-shirt y estás descalzo?
Efectivamente como dice mi hermana, en esas condiciones me encuentro, tuve que deshacerme de varios artículos para poder pasar por el bosque Leinad.
—Estaba preocupado por ti y por Ana —Confieso aquella verdad que siempre está latente en mi ser mientras me dejó caer en la silla de madera que construí con mis hermanas—. Encontraron los cuerpos de Eva y sus amigas esta mañana, temí que a ti y Ana les pasará lo mismo —explico mi miedo ante la mirada de Clare.
—Tranquilo, Ana y yo estamos bien; es lamentable lo que le pasó a Eva y sus amigas, pero no tienes que preocuparte por nosotras, pase lo que pase se que nos protegerás —Intenta consolarme pasando su mano por mi espalda caliente.
—Encontraron sus cuerpos en el territorio licántropo —Sus ojos se abren por la noticia, pero antes de poder decir algo en respuesta, un golpe nos pone en alerta, viene de la habitación de Ana.
—¡Ana! —Grita mi hermana Clare siguiéndome los pasos.
Al llegar a la habitación de nuestra hermanita la encontramos convulsionado en el piso; sin vacilar y sabiendo lo que le pasa, la tomo en mis brazos al tiempo que me siento en el piso; le agarro la cabeza para evitar que se golpee.
—Busca un poco de agua y un paño —Ordeno a mi hermana quien acata lo dicho de inmediato.
El pequeño cuerpo de mi hermanita de tan solo nueve años poco a poco cesa las convulsiones; cuando Clare vuelve con lo pedido, dejo con cuidado a Ana en el piso y la noto frunciendo el ceño, le pasó el paño humedecido con agua tibia que mi hermana me pasó.
—¿Ana? ¿Te duele algo? ¿Sabes quién soy? —La voz de mi hermana suena cuando Ana comienza a abrir los ojos, dejando ver sus ojos grises muy parecidos a los míos.
—¿Clare? —Pregunta la pequeña removiéndose en el piso y los ojos azules de Clare se abren por la emoción.
—Ana ¿Te golpeaste en algún lado? ¿Te duele algo? —Sus ojitos me fijan cuando la interrogó y niega con la cabeza.
—Solo estoy cansada —Con somnolencia dice esas palabras así que la tomo en mis brazos para recostarla en su cama.
—Duerme, pequeña, cuando despiertes nos cuentas lo que viste —Asegura Clare luego de darle un beso a la menor en su pelo albino.
Ella solo hace un sonido inentendible antes de dormirse; le velo el sueño por unos segundos para asegurarme de que todo esté bien. Con señas le indico a Clare que debemos salir de la habitación, al salir entro a mi cuarto que se encuentra contiguo al e Ana y me pongo una polera.
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Editado: 11.09.2022