José Millán

José Millán es el caudillo monárquico por excelencia. Tiene un inmenso prestigio , igual que el Capitán General, pero mucho más carisma que este; además de esto, se maneja como un criollo,; más allá de eso, sus costumbres son de la gente llana, de no ser por su piel blanca y sus ojos verdes, pasaría tranquilamente por un mestizo.

Hay notables diferencias entre el ejército que está dirige y el que comanda el Capitán General. Lorenzo tiene una agrupación constituida por ibéricos, la mayoria llegaron con él en la expedición de reconquista; por otro lado, Millán tiene un ejército de mestizos principalmente. Negros libres, esclavos huidos de sus amos, indios, es la estructura básica de su agrupación. Sus oficiales, al igual que lo hace Manuel María Gómez, son estos mestizos sin ninguna preparación militar o académica, pero con liderazgo ante el resto de los hombre y con probado valor, cuasi temeridad, en el combate, que además lleven consigo un odio acumulado contra el blanco esclavista, sea ibérico o patriota.

Este Ejército con Millán al frente, actúa como una horda bárbara, destruyendo todo a su paso, sin rendirle cuentas a nadie, porque la poca autoridad que Lorenzo Ceballos mantenía sobre ellos, ha sido borrado por la distancia que los separa; pero, además, por las contundentes victorias que el caudillo y su gente han obtenido. Esta horda tiene en la mira una nueva conquista, Las Cuevas, último gran ciudad del Oriente en poder patriota; logrado esto, solo le queda por derrotar a Manuel María Gómez quien esta en El Bosque.

Las intenciones de Millán son un misterio para todos. No sigue las instrucciones del Capitán General, ataca a las poblaciones tanto monárquicas como patriotas, los hombres que incorpora al ejército juran lealtad a él y no al Rey, las autoridades que deja al frente de las ciudades conquistadas son mestizos que siguen únicamente sus instrucciones; parece estar configurando una República bajo su liderazgo y bajo el control de los de raza mestiza.

En cuanto a las acciones militares que emprende, estás están orientadas a la destrucción del ejército patriota en primer lugar, a quienes él considera unos blancos hacendados en busca de más dinero y más esclavos. Este aniquilamiento de los blancos es lo que motiva a su tropa. Es por esto que ciudad que este caudillo toma, ciudad saqueada y arrasada; sin embargo, intenta dejar un tipo de estructura política dirigida por algún ex esclavo, indio o negro libre, preferiblemente de la zona, que muestre cierto dotes de liderazgo y, sobretodo que sea leal a José Millán.

Contrario a Millán, Thomas Alonso, quien funge como 2do Comandante de su ejército, mostraba gran preocupación por como estabas desarrollándose los acontecimientos. Thomas pensaba que esta obsesión por matar a blancos estaba descontrolándose de tal forma, que ya había sobrepasado el liderazgo de José Millán, pero además, que los iba a arrastrar a los dos, Millán y Alonso, que para más señas eran blancos e ibéricos, al igual que al resto de los blancos que continuaban en su ejército.

En el bando patriota, salvo en el Bosque que había triunfos de los cuales ufanarse, en el resto todo era desolación. La pérdida del parque en Bahía y la masacre en la ciudad, reafirmaron las fricciones,.sobretodo entre José Antonio y Santiago; sin embargo, el que peor parado había quedado era este último, de lo cual, él era consciente. Los orientales le reclamaban, más que su derrota en Salinas, su falta de apoyo a Bahía, que fue atribuida al miedo que tenía Carrige de volver a enfrentar al caudillo ibérico

Ahora en las Cuevas,.Santiago estaba decidido a reivindicar su nombre. Todos sabían que el movimiento que iba a realizar Millán era sobre esta ciudad y luego iría hacia el Bosque. Es por esta razón que, en esta ciudad, convergieron ambos caudillos patriotas José Antonio Palacios y Santiago Carrige. Ambos con la intención de ponerse al frente de la ciudad y acabar de una vez por todas con la amenaza que constituía José Millán.

José Antonio llegó con un contingente pequeño, con el estaban los hombres que pudieron escapar de la masacre de Bahía, entre ellos Judas Burgos y Pedro Manrique, además de los 33 hombres que lo habían escoltado cuando se fue a reunir con Manuel María Gómez. En total sumaba unos 200 hombres bajo su mando.

Mientras tanto, Santiago, entre lo que pudo salvar de Salinas y lo reclutado en todos los pueblos de la costa, además de ahora en Las Cuevas, logró reunir 1700 hombres, la gran mayoría sin experiencia en combate, pero con al ánimo de vengar las masacres que habían sufrido las ciudades y pueblos orientales arrasados por las hordas de Millan.

Este último, logró mantener 3000 soldados a su mando, esto pese a las bajas en combate y a las pequeñas guarniciones que dejó en los pueblos conquistados, para mantener el control de los mismos. El poder de convocatoria de Millán era muy alto, la promesa de libertad a los esclavos que empuñaran las armas, el incentivo del saqueo a las poblaciones tomadas, la posibilidad de que los oprimidos se vengaran de sus antiguos opresores, era demasiado llamativa y movía a los negros sobretodo, que llegaban desde todos los rincones a unirse al caudillo, este además tenía fama de temerario, por ir siempre al frente, e invencible, porque pese a tener múltiples heridas, siempre regresaba con más fuerza

El panorama no pintaba bien en el bando patriota. No sólo era tener menos soldados o menos medios para la defensa de la plaza, que el enemigo. Lo realmente preocupante eran las disputas entre José Antonio y Santiago. Ninguno quería ceder el mando de la defensa de la ciudad. José Antonio justificaba su mando, en la investidura de Comandante en Jefe de los Ejércitos, la cual ostentaba desde Baneque. Santiago alegaba que el cargo lo perdió cuando abandonó el país luego de su derrota en La Costa; asimismo, Carrige sacó a relucir el pacto hecho por ambos jefes, hacia tres años, en el que se estipulaba que si las operaciones se realizaban en Los Esteros, al frente de las mismas estaría José Antonio Palacios, mientras que si se realizaban en el Oriente, estás serian dirigidas por Santiago Carrige.