Gusanos de Luz

El encuentro

Casi llegamos a nuestra meta. Después de caminar por un rato, estamos en la zona de cuevas que venimos a investigar. Bueno, venimos es un decir, porque yo soy el que viene a trabajar, Luiggi, mi hijo, viene algo así como de paseo. El viene volando su dron… Lo entretiene muy bien mientras yo me dedico a observar insectos.

 

Soy etnólogo y, por ahora, trabajo en Nature, un canal de paga que transmite documentales. Sí, me gusta el sueldo, pero lo que me encanta es que cuentan con tecnología de punta para la investigación. Por ahora voy sólo a echar un vistazo a esta zona, para un documental. Si vale la pena, traeré a Mat, mi camarógrafo. Pero, vistazo y todo, traigo algunos aparatos por si se presenta algo interesante.

 

Las cuevas nos reciben con una sorpresa. Un microsismo. Se sintió de pronto una sacudida en vertical, pero fue sólo eso. Es típico de los sismos locales. Se sienten fuertes, aunque la intensidad del sismológico marca apenas uno o dos grados. Es increíble que Luiggi no haya perdido la concentración ni con el sismo. No perdió el control del dron ni un momento.

 

- Luiggi, baja tu dron. Vamos a entrar a una cueva -dije

- ¿A cuál vamos a ir, papá? - respondió

- Hmm yo creo que por… - me interrupí al ver una luz en una de las cuevas - Mira, vamos a ver qué es esa luz.

 

Nos acercamos a la cueva iluminada con una mezcla de curiosidad y de precaución. Súbitamente, tuve la idea de dejar un poco lejos a Luiggi, por si había gente en la cueva y no tenían buena actitud.

 

- Holaaaa - saludé en cuanto llegué a la entrada de la cueva, me contestó el eco.

 

Después de unos pocos intentos más, me interné en la cueva lentamente. No había señales de que hubiera nadie. La cueva estaba algo profunda… No había nada fuera de lo común excepto la luz que venía del fondo de ella. Regresé por mi hijo y volvimos a entrar ya juntos y con todo nuestro equipaje.

 

Después de que nuestros ojos se acostumbraron a la oscuridad, avanzamos lentamente para averiguar qué era esa luz.

 

* * *

 

Lo que encontramos fue alucinante. Nunca había visto algo parecido. La luz venía de una esfera que estaba en el piso de la cueva. Había tierra al rededor de ella, como si hubiera estado enterrada… como si el sismo la hubiera descubierto.

 

Ya que se acostumbraron mis ojos a la luz, noté que la esfera era transparente. Dentro de ella, me parecía estar viendo a través del microscopio. Vi varios filamentos luminosos pasar por todo el cuerpo de la esfera. Eran como… "gusanos de luz", pensé.

 

La esfera tenía aproximadamente el tamaño de un balón de basquetbol. Saqué una regla de mi mochila, pero no para medir, sino que intenté tocar la esfera con la regla. Para nuestra sorpresa, la regla atravesó la esfera, como si no estuviera ahí, como si no existiera.

 

Retrocedí un poco, mientras abrazaba a Luiggi, que estaba tan interesado en la esfera como yo. Pero tenía que pensar. "¿Qué es esto? No puede ser que algo así exista… ¿Será peligroso?" Mi mente bien entrenada en la Universidad se oponía a que existiera algo que no estaba incluído en los libros de texto.

 

Pero, al mismo tiempo, mi curiosidad científica no podía resistirse a pensar que pudiera haber tropezado con algún descubrimiento científico… que mi nombre estaba a punto de aparecer en noticias y libros de texto. "Sebastian Lugo, descubridor de los Gusanos de Luz". Reí para mis adentros al pensar en semejante tontería. Lo que es el ego: estaba pensando en el logro, sin saber a ciencia cierta qué eran estos gusanos de luz. Así que decidí investigar.

 

Me acerqué nuevamente a la esfera y acerqué lentamente mi mano. Tal como lo hizo la regla, mi mano atravezó la esfera. No sentí nada, ni dolor ni placer. Simplemente parecía que la esfera y los gusanos de luz no estaban ahí.

 

Subitamente, la luz cambió a un tono azul. Saqué la mano y retrocedí, protegiendo a mi hijo. Entonces sucedió algo extraño. Los gusanod de luz parecían estar contenidos en la esfera, pero ahora salieron de ella. Pero una vez afuera, no se veían. Me pareció sentir un roce, como si una pequeñísima ráfaga de aire me tocara. Creo que los gusanos están al rededor de nosotros.

 

- ¿Los sientes, papá? - preguntó Luiggi, entre asustado y curioso

- Sí, Luis, los siento -respondí mecánicamente.

 

Tomé a Luiggi y quise dar la vuelta para retirarnos. Al voltearme, me di cuenta que el dron, que estaba en el piso de la cueva, encendió sus luces y, al poco tiempo, estaba volando. Nos miramos sorprendidos, porque el control remoto del aparato estaba en el piso también. ¡Se estaba moviendo sólo!

 

El dron hizo algunos movimientos en el aire… Parecía obervar el lugar, luego reparó en nosotros y se nos acercó. Recordé que las aspas del dron podrían lastimarnos, así que extendí mi mano tratando de proteger a Luiggi. En ese instante, como si me entendiera, el dron se detuvo y nos observó. Pasé mi mano por enfrente de la cámara y el dron siguió mi movimiento "con la vista".



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En el texto hay: misterio, traición, búsqueda

Editado: 01.02.2019

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