El silbido de una tetera sonó agudamente a la distancia, mientras que Hermion Granger, una hermosa adolecente de tez blanca y cabello rizado color castaño claro, gritaba el nombre de Harry, con desespero.
-¡Harry! –Grito Hermion, despertando Harry tras otro sueño igual, en el que veía a Cola gusanó, un desconocido y lo que creía ser Voldemort, atacar a un muggle anciano e indefenso-. ¿Estás bien?
Harry empapado de sudor, sintiendo todo el cuerpo cansado y tenso, con un intenso ardor en un costado de su frente, siendo exacto en su cicatriz con forma de rayo, rápidamente tomo sus lentes con forma de círculos de la mesa, y los coloco en sus ojos azules, pudiendo hasta entonces apreciar el rostro de su amiga y posteriormente su cuerpo, cada vez más desarrollado.
-Hermione –exclamo con cierto asombro, al ver lo hermosa que se había puesto, olvidando momentáneamente lo que había soñado-. Aaa si, tuve una pesadilla –recordó – ¿Cuando llegaste?
-Hoy ¿y tú? –dijo Hermione, mientras llevaba la vela de su mano, hasta una pequeña mesa a los pies de Harry, momento en el que este, no perdió ni un instante para ver el trasero de la chica, reafirmando su sospechas de lo buena que se estaba poniendo.
-Anoche –respondió, casi deletreando la palabra, aun impresionado.
-¡Despierta, Despierta Ronald!
-¿Qué haces aquí? –respondió Ron sorprendido, mientras se cubría con las mantas hasta el cuello.
-Rápido vístanse, y no se vuelvan a dormir ¡Levántate Ron, tu madre dice que el desayuno está listo! –dijo Hermion, mientras salía por la puerta, tan rápido como había llegado.
-Yo si le doy –musito Harry a sí mismo.
-¿Qué? –inquirió Ron.
-Nada.
Más tarde, Arthur, Fred, George, Ginny, Ron, Hermion y Harry, salieron de la madriguera, sin un rumbo conocido, salvo por el mayor del grupo. Tras un par de kilómetros de recorrido por un denso bosque, y bastante silencio que solo acrecentaba una mayor curiosidad por el destino incierto, apareció a la distancia un hombre de mediana edad, que de inmediato saludo:
-Arthur, ya era tiempo de que llegaran.
-Lo siento Amos, pero hubo algunos que se quedaron dormidos – dijo el padre de los Weasley, en eso Ron bostezo, mientras Harry solo echo una mirada de desprecio al vacio, mientras ignoraba la indirecta, muy directa-. El es Amos Diggory, trabaja conmigo en el ministerio –un joven alto, atlético y bien parecido callo justo a un lado del hombre, y frente a Arthur, dando casi la apariencia de haber aparecido de la nada-. Y este joven debe de ser Cedric ¿no es cierto?
-Si señor… Por aquí.
Mientras Arthur y Cedric se daban las manos, Harry pudo apreciar como Ginny y Hermion cruzaban miradas traviesas, sintiendo un desagrado en su estomago, del cual estaba seguro de que eran producto de estar celoso. Sin embargo, de lo que no estaba nada seguro, era respecto a cuál de las dos había sido la culpable de causarle ese sentimiento momentáneo.
-Por Merlín, tú debes ser Harry Potter –dijo Amos, muy sorprendido, mientras le extendía su brazo para saludar.
-A huev –respondió Harry, mientras chocaba su mano con la del hombre, y cerraba su puño para toparlo, dejando a Amos un momento desconcertado, imitando a Harry en cuanto volvió en sí-. Me alegra que siga existiendo gente que si me valora.
-¡Es un placer conocerte!
-A eso me refería.
El viaje continuo, hasta el punto de que el sol en el horizonte estaba cerca de esconderse, momento en el que todos se pararon, frente a una vieja bota en el suelo.
-Es justo aquí –dijo Amos.
-¿Comenzamos? –pregunto Arthur.
-Si, claro.
-No debemos llegar tarde.
-Dense prisa. Casi no hay tiempo. Colóquense todos en círculo.
-Haber, haber. Está bien que todos seamos maguitos y todo eso. Pero que alguien me explique bien las cosas, o no hare sus cosas raras –exclamo Harry, desconcertado.
-Es un traslador –dijeron los gemelos al unisonó.
-Es hora de irnos –grito Arthur.
-¿Y qué chingados es un traslador? –inquirió Harry.
-¿Listos? A la cuenta de 3 –grito Amos-. 1, 2…
Harry, que solo miraba desde lejos con recelo, fue visto por Arthur, que de inmediato grito:
-Harry –momento en que de inmediato se lanzo al frente, casi como una intuición, tocando una parte de la bota, como el resto, justo en el momento en que Amos llegaba al 3.
Todos empezaron a girar, elevándose rápidamente en el aire, hasta que hubo un fuerte destello de luz, la cual al desaparecer, hizo que Harry viera desde el cielo, un terreno completamente diferente al que se encontraba antes.
-Suéltenla –dijo el mayor de los Weasley entre risas, al igual que su amigo.
-¿Qué? –exclamo Hermion, pero no fue necesaria la voluntad de la chica ni de la de Harry o el resto, para soltar la bota, ya que fueron arrastrados hacia afuera, como si se encontraran en un poderoso torbellino, que los hizo chocar rápidamente contra el suelo, mientras Arthur, Amos y Cedric, descendían de los aires, como si estuvieran bajando unas simples escaleras.
-Hijos de… -dijo Harry al verlos.
Editado: 04.09.2020