Harry y los demás salieron tan rápido como pudieron de la que por fuera era una pequeña casa de campaña, encontrándose un caos total, corriendo toda la gente sin rumbo fijo de manera alterada.
-¡Vallan al traslador y quédense juntos! –grito Arthur Weasley-. Fred, George. Ginny será su responsabilidad.
-Y yo me encargo de Hermion y Ron, no se separen –se apresuro a decir Harry.
-¡Harry! –grito Hermion con miedo, comenzando a correr sin dirección lógica.
-Chingada madre –dijo Harry molesto-, que no acabas de oír lo que dije.
Sin mucha opción, Harry corrió detrás de Hermion, ignorando el hecho de que Ron había quedado atrás. Ya que si le daban a escoger, sin duda preferiría proteger en esos momentos a la chica de cabellos rizados.
Sin embargo, entre tanta multitud, caos y descontrol total, Harry no pudo evitar perder de vista a su amiga, quedando perdido entre un mar de gente, pudiendo apreciar a la distancia como un grupo de magos con túnicas largas y negras, sombreros de punta, y mascaras con forma de calavera, caminaban con antorchas en mano, mientras parecían recitar la misma oración una y otra vez.
Harry al verlos, sintió un enojo profundo, pues sabía que esas personas no solo eran malas, sino que además trabajaban directamente para quien había matado a sus padres y que por ende odiaba hasta en lo mas recóndito de su ser; Lord Voldemort.
-¡Ahora si se los va cargar el payaso! –grito Harry, con el ceño fruncido y con la varita en mano, y empezó a correr en su dirección, con la total determinación de detenerlos.
Las explosiones a su alrededor eran contantes, pero él las evitaba con el hechizo protego, logrando así, quedar a una distancia lo suficientemente buena, como para utilizar en contra de los magos malignos, uno de los hechizos asesinos que le había enseñado su maestro y amigo; Severus Snape.
Sin embargo, cuando ponía toda su atención en el ataque que haría, una de las tantas personas que corrían despavoridas, lo tumbaría sin querer, cayendo al piso de manera estrepitosa, mientras que otra lo golpeo justo en la cabeza, haciendo que Harry perdiera la noción del espacio tiempo, quedando inconsciente.
Una vez que logro recobrar el conocimiento, la noche era más obscura, y aparentemente se encontraba solo, mientras que la mayoría de lo que se encontraba a su alrededor se encontraba completamente calcinado, haciendo que en el aire se formara una densa cortina de polvo y humo. Pero en eso, un hombre con varita en mano apareció al frente de él, tomando la suya con fuerza, esperando que el extraño hiciera el primer movimiento, para saber cómo reaccionar a la situación. Sin embargo eso no fue necesario, debido a que en esos momentos, empezó a escuchar los gritos de Hermion y Ron, buscándolo, lo cual hizo que de inmediato el extraño corriera en una dirección opuesta.
-¡Harry!
-¡¿Harry, donde estas?!
-Llevamos horas buscándote –dijo Ron, una vez estuvo al frente de Harry, mientras este se abrazaba con Hermion-. ¿Dónde estabas?
-En el piso. Echándome un sueñito –dijo Harry, sarcásticamente-. ¿Pero qué chingados es eso? –pregunto, una vez que vio una especie de nube con forma de calavera, sacando por su boca una enorme serpiente. Momento exacto, en el que su cicatriz le empezó a arder tan fuerte como si le quemaran con carbón al rojo vivo.
-¡Desmaius! –gritaron varios hombres al unisonó, haciendo que varias luces aparecieran a los alrededores de Harry, Ron y Hermion, sin causarles daño alguno, debido a que todos los ataques habían ido a parar a todas partes, menos en alguno de ellos, tras haberse agachado simplemente.
-¡DETÉNGANSE, EL ES MI HIJO! –grito Arthur desde lejos, mientras corría-. Ron, Harry, Hermion ¿Están bien?
-Pues si estos tipos son los que se encargan de la seguridad, creo que no estamos muy bien que digamos –enfatizo Harry con enojo, viendo a un hombre correr hacia él.
-¿Quién la conjuro? –dijo el hombre que iba por Harry, con la varita apuntándolo.
-Guarde eso, si no quiere que se la meta por… -dijo Harry dando un manotazo a la mano del hombre que lo apuntaba con la varita, dejándolo con los ojos más abiertos que antes.
-Crouch, no es posible que… -defendió Arthur.
-Los descubrimos en la escena del crimen.
-Son solo niños.
-¿Crimen? –Inquirió Harry-. Crimen es que casualmente aparezcan justo cuando ya no hay ningún problema… ya se parecen a los policías de mi México.
-Harry, es la marca tenebrosa, es su marca.
-Mi archirrival… es obvio. La gente que vimos, con las mascaras ¿son sus mayatones, verdad? –pregunto Harry, asintiendo Arthur con deje de desconocer el adjetivo que había utilizado en la oración, respondiendo:
-Si, mortifagos.
-Síganme –exclamo Barty Crouch, empezando a caminar.
-Había un vato parado, allá –señalo Harry.
-¡Vamos entonces, por aquí!
-¿Un hombre, Harry? ¿Quién? –pregunto Arthur, impresionado.
-No sé. Pero tal vez lo hubiera hecho pomada si no hubieran llegado –respondió Harry, abrazando a Hermion-. Vente, chiquita. Digo, vente amiga.
Editado: 04.09.2020