Mi corazón comenzó a latir con tal velocidad qué empezaron a sudarme las manos automáticamente y mi respiración comenzó a acelerarse aunque, por razones obvias, intenté reprimir todo aquello.
Rápidamente, Dan yo cruzamos miradas intentando responder a qué hacía aquí nuestro CEO cuando se supone que él estaba fuera en un viaje de negocios.
Abrirle sería una completa locura, pues aquellos chicos estaban en nuestra empresa y el CEO seguramente tendría miles de preguntas que hacernos... además de la bronca y nuevas restricciones que nos caerían encima.
Por otra parte, si no le abríamos la puerta, este no se quedaría de brazos cruzados, pues haría lo que fuera para poder entrar y encontrarnos...eso conlleva dos cosas: la primera es que tire la puerta abajo o encuentre la otra llave para poder abrirla, nos echaría una bronca increíble o, incluso, recibiríamos golpes por no haber abierto o, por otro lado, podría encerrarnos durante un tiempo en un lugar más pequeño que este....
- Esconderos - me apresuré a decirle a los cuatro chicos que vinieron el día de hoy.
- ¿Qué? - ellos parecían completamente perplejos a las reacciones que estábamos teniendo tanto mi amigo Daniel como yo.
- ¡Rápido! - les dije - En la despensa, entre la ropa - me apresuré a decir cada vez más rápido pues el CEO empezó a golpear la puerta desesperadamente.
Por suerte no tuve que decirlo dos veces pues los chicos obedecieron de manera inmediata y se escondieron en la despensa. Les ayudé a taparlos con nuestra ropa - obviamente toda esta eran camisetas, pantalones y chaquetas limpias - y cerré la puerta para volver con Dan.
- H...Hola CEO, ¿qué hace usted aquí? - Habló Daniel a la vez que abrió la puerta e intentó parecer normal.
Pero el CEO era mucho más listo de lo que aparentaba...y sabía que algo no iba bien.
- ¿Por qué habéis tardado tanto? - comenzó a preguntar - Huele raro - dijo a la vez que inspeccionaba el lugar.
- Estábamos ensayando y no escuchamos la puerta, y el olor...es de lo mismo, lo sentimos - Dan hizo una reverencia.
- No huele a sudor...huele a perfume - sentenció.
Mierda...¡¿Cómo podía oler eso nada más entrar?!
Directamente, y sin decir más, comenzó a inspeccionar toda la sala buscando cualquier cosa que se saliera de la normalidad para criticarla o pedirnos explicaciones de por qué no todo estaba como debería y qué habíamos estado haciendo en realidad.
- Hoy es nuestro día de comida, ¿qué comeremos? - pregunté intentando desviar a nuestro CEO.
- Arroz, kimchi y sopa de miso - respondió automáticamente a la vez que abrió la puerta del baño y lo inspeccionó.
- ¿Qué está buscando? - preguntó Dan por saber la gran insistencia de este.
- Escuché rumores...rumores de las señoras del barrio diciendo que unos chicos bastante guapos frecuentan aquí...¡¿Qué estáis haciendo?! - comenzó a alterarse.
- Solo son rumores, señor - respondí con la cabeza gacha.
Y, sin más, una bofetada llegó a mi mejilla.
- ¡¿Los has contratado tú?! ¡Eres una zorra! - comenzó a gritar, insultar y maldecir.
- ¡No! - respondí con mi mano en la mejilla - Si no tenemos dinero para comer cada día...¿¡cómo lo voy a gastar en esas tonterías!?
- ¡Exacto, señor! - habló Dan - ¡Aquí no vino nadie! - ante el alzamiento de voz de mi amigo, este se llevó un rápido puñetazo en el estómago.
- Un rumor más...una tontería más...y sabréis quien soy.
Hasta aquí el capítulo de hoy ¡Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!
¡Muchas gracias por todo el apoyo! ¡Nos vemos en otras historias!
AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
EDITORIAL: Ediciones Arcanas.
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♡¡Hasta pronto!♡
Editado: 07.03.2024