Nunca me lo había contado. Nunca me dijo una palabra al respecto. Pudo habérmelo dicho como precaución, y tal vez así yo nunca me hubiera asustado tanto conmigo misma. Tal vez, si no se hubiera guardado el secreto… si nadie me hubiera guardado el secreto hasta después de que yo misma lo descubriera…
Tal vez así nada malo hubiera ocurrido. Me hubiera precavido de mantenerme alerta, de comenzar con algunas lecciones antes de que siquiera los poderes hubieran florecido… Todo sería mejor, y yo me hubiera sentido más tranquila conmigo misma.
Mientras mamá todavía me mira, expectante a que le responda, yo sacudo la cabeza y me rio como si me estuvieran gastando una broma.
—¿Audrey…? —pregunta, frunciendo el ceño.
—¿Y cuándo pensabas decírmelo, eh? —le pregunto, todavía sonriendo con ironía— Es chistoso. Está bien que nunca me cuentes nada sobre papá, en realidad no sé por qué siempre has actuado así, y la verdad nunca te lo había cuestionado —añado enseguida—. Pero esto… —resoplo de nuevo en medio de una carcajada.
—No es que nunca he querido contarte nada sobre tu papá —responde a la defensiva, ofendida.
—Oh, claro. Me lo has dicho todo —digo con un tanto más de enfado. Me acerco a su rostro—. Ni siquiera pronuncias su nombre, nunca.
Celine está a punto de llorar, pero la verdad no me importa. Sí, puede que me duela. ¿Pero qué acaso piensa que a mí no me duele también?
—Bueno, ¿eso quieres? —Pregunta, asintiendo con la cabeza lentamente— ¿Qué te cuente sobre Maron? Era un hombre honorable y bondadoso… muy parecido a ti —agrega a último segundo—. Bien, eso ya deberías saberlo. Yo no tengo ni tus ojos ni tu cabello.
—Y no era un hombre normal —la interrumpo con severidad.
—No… —se lleva una mano al rostro y se rasca una ceja— Sabía que algo raro pasaba con él; después de todo, yo era su mujer. No estaba en casa en la mayoría de los días, y cuando sí estaba, se veía perdido y triste… —los ojos de mamá se pierden por la habitación, recordando duras imágenes— Un día vino hacia mí, me tomó de las manos y me lo contó todo. Era increíble. Yo estaba fascinada, pero Maron no parecía muy feliz con sus poderes…
Vaya, eso de verdad es extraño.
—¿Salía de casa mucho? —pregunto confundida.
—Demasiado, lamentablemente. Yo sabía que era a causa de sus habilidades, pero ya no quería que sufriera más. Había algo que lo ataba allí afuera, pero nunca se decidió en contármelo. Decía que quería mantenerme a salvo, y eso significaba mantenerme al margen. Prometía, todo el tiempo, que él se encargaría, y que todo estaría bien.
Aprieto las palmas de mis manos contra mi rostro. Perfecto, él tampoco le decía nada a mamá. Nada que pueda servirme de algo.
Quito las manos lentamente mientras recuerdo algo; una voz que pasa por mi mente de forma fugaz. Fénix me dijo, antes de que me alejara, que él creía que podría encontrar información de mi padre en el Gremio.
«En el Gremio…»
—¿Sabes si papá frecuentaba el Gremio de los Ignisios?
—El Gremio… —murmura rememorando— Yo conocía algo de ese lugar. Creo que sí iba de vez en cuando, porque lo convocaban —resopla de repente—. Dios, lo convocaban todo el tiempo.
—¿Por qué necesitaban tanto convocar a otro ignisio?