Era un día tranquilo en el bosque; un bosque totalmente extenso, hermoso y con gran variedad de alimentos y hojas de distinto color, criaturas fascinantes y lugares escondidos en él que son maravillas del mundo.
Ah y por tranquilo....quise decir, no tan tranquilo.
— ¡AAAH! — Gritaba una chica adolescente, corriendo detrás de una gran bestia.
La bestia era como un tiranosaurio rex, un tamaño completamente impresionante, unos dientes muy afilados y un aura atemorizante. ¿Lo que los diferencia?, ¡Este lanzaba rayos de poder desde sus ojos.
— ¡Solo agarré tus bayas! ¿¡En serio eso es tan importante para ti!? — Gritó con desesperación la muchacha, esquivando con dificultad los potentes rayos que iban hacia ella.
Los rayos de la gran bestia dejaban cráteres en el suelo, tenían gran potencia que dejarían muy herido a cualquier persona.
— ¡Tienes suerte de que no pueda agarrar mi arma, si no, ya estarías escapando asusta-- — La chica vió hacia atrás, veía como un gran rayo caía hacia ella. — Oh, por mis bayas. — Maldijo a su forma, al no poder hacer nada.
El gran rayo le cayó directo a la joven, mandándole con gran potencia a volar hasta que chocó contra un árbol, el cuál le hizo caer al césped.
— A-ahg... — Se quejó del dolor de su espalda al sentir como chocó a toda potencia contra un árbol. — Y todo esto por unas simples bayas... — Mencionó, sentándose en el césped, dando leves quejas con su rostro al hacerlo.
La bestia se acercó hacia la joven, rigiéndole con gran fuerza directo en la cara.
— ¿Uh? — La joven recibió todo el rugido, el cuál hizo una gran ráfaga de aire que movía sus cabellos por doquier. — Oh. — Con rapidez sacó una libreta de un pequeño bolsillo que tiene al lado de su muslo, comenzando a escribir cosas con gran rapidez. — Tira potentes lásers, tiene un aliento muy malo y la potencia con la cuál ruge es asombrosa, se estima que podría derrumbar varios árboles si usa toda su potencia de rugido. — Habló mientras escribía eso, viendo hacia arriba por unos momentos al terminar.
La bestia le miraba con gran rubia, no hacía nada más que verle fijamente antes de rugir.
— Oye, perdona. Yo no tengo la culpa de que tú especie sea muy extraña de ver o encontrar. — Dijo la chica, guardando su libreta en el pequeño bolsillo junto a su lápiz. — Eres muy gruñón. ¿Sabes?, No te he dicho mi nombre, tal vez podamos comenzar denuevo. — Con una gran sonrisa, ella se presentó:
— Mi nombre es Mary, Mary Adventum. — Se levantó de un salto, poniendo ambas manos detrás de su nuca con una sonrisa más que resplandeciente. — Tengo 16 y soy una aventurera, estoy llenando una lista de todas las criaturas en este bosque y tú eres una de ellas; lamento haberte quitado las bayas, era solo un poco de sobrevivencia. ¡Esas bayas son únicas!, Solo crecen en distintos lugares de este bosque y es muy raro encontrarlas. — La joven, siguió y siguió hablando sin parar.
La bestia le miraba confundido, entendía todo lo que decía, lo que no entendía era el porque se lo decía a él.
— Si preguntas el porque estoy aquí, no podría decírtelo, realmente no sé qué hago en este bosque, no recuerdo nada desde como hace un año y algo. — Rió suavemente, siguiendo con su conversación. — Es algo extraño. ¿Sabes?, Me gustaría saber de dónde provengo pero parece que padezco del caso de Christmas Miserum. ¿Si lo conoces?, Era un gran aventurero igual a m- — Antes de seguir hablando, algo le detuvo.
Un fuerte y potente rugido salió del oscico de la bestia, el cuál destruyó con gran facilidad unos árboles de este bosque, mandando a volar definitivamente a la joven.
— ¡Woah! ¡Tenía razón! — Gritó con felicidad en el aire. — ¡Tu rugido si que es potente! — Sin darse cuenta, volvió a chocar con un árbol, cayendo al suelo entre quejidos de dolor. — D-debo darme cuenta que a veces estoy en peligro...m-maldición. — Se quedó acostada boca abajo en el suelo, debía descansar un momento.
La bestia corrió con rapidez hacia Mary, lanzando distintos rayos directo hacia ella.
La muchacha alzó la mirada, viendo como varios ataques llegaban hacia ella.
— O-okay...creo que ya es momento de ponernos serios. — La joven dió un gran salto en el aire, sacando su látigo que estaba en su muslo izquierdo. — Lo lamento, trataré de no hacerte mucho daño. — Descendió con gran rapidez hacia el suelo, lanzando su látigo directo hacia la bestia.
El látigo parecía ser especial, en un instante ya se había enredado en las piernas de la bestia.
Y ella que caía a gran velocidad, terminó dándole un suave golpe a la bestia, haciéndole caer al suelo.
Una gran nube de polvo se dispersó ante esto y en ella, se podía ver a la bestia tirada en el suelo y a Mary, quién se le encontró agarrando unas de las bayas.
— Perdona pero si todo fue por esto, de alguna u otra forma debo llevarme algo. ¿No creés? — Rió con suave dulzura, dejando a un lado de la bestia la mitad de las bayas que había robado. — Fue un gusto conocerte, eres muy interesante. — Comenzó a correr, despidiéndose de la bestia con una de sus manos. — ¡Espero vernos pronto! —
Mary escapó con gran rapidez del área de visión de aquella bestia. Luego de haber corrido unos cuantos minutos, paró un poco para descansar.
Se sentó en el suelo, dejando las bayas en el césped mientras descansaba un poco sus piernas.
Su látigo volvió a a aparecer en su muslo izquierdo, sonriendo con suavidad. — Woah, creí que ya no funcionaría ese truco. —
La chica empezó a comer las bayas con tranquilidad, en su expresión se podía ver varias facetas, desde alegría hasta satisfacción al comerlas.
— Si era verdad, cada baya tiene un sabor muy diferente y exquisito. — Mencionó, sacando su pequeña libreta para anotar eso. — Cada baya dependiendo del color, tiene un sabor diferente; es muy buena para hacer pie y alimentos. Se recomienda tener cuidado al encontrarlas, siempre hay una bestia lanza rayos cerca de ahí. — Al escribir esto, guardó su libreta sin más.
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Editado: 05.02.2020