Hermanos

Mi nacimiento.

Son las tres a.m. las contracciones y el dolor de mamá aumentan, estoy por nacer. Soy el cuarto hijo no deseado de una familia pobre, muy pobre. Papá está con su amante, de la cual también espera un bebé. 

Nuestros vecinos llevan al hospital a mamá, mientras Greta corre a las tres y media de la madrugada a avisarle a papá de mi nacimiento, ella apenas tiene 10 años.

La lluvia cae sobre Greta, mientras piensa "te odio papá, ojalá estuvieras muerto".

Cuatro treinta de la mañana, mamá entró en labor de parto, ni siquiera le han dado una cama, mi cabeza comienza a asomarse entre sus piernas. Un doctor nota la fuente rota de mamá, el piso manchado, se apresura hacia a ella mientras ordena a las enfermeras que la ingresen.

En una pequeña habitación están encerradas mis hermanas, asustadas por los relámpagos, mamá las dejó solas. Valeria, la mayor, le cuenta cosas que aprendió en la escuela a Susy, trata de calmarla.

Papá está recostado, preocupado, el dinero no alcanza, y ahora vienen dos bebes más en camino, tiene los ojos abiertos, Marcela está recostada a su lado, el sigue pensando "¿Qué voy a hacer ahora?".

Greta toca el timbre, esta empapada y muy asustada, nadie abre. Comienza a llorar, golpea con sus manos la puerta una y otra vez, no para de llorar.

Papá, tarda en levantarse, esta temblando, Marcela solo murmulla - ¿quién rayos toca a estas horas? - papá ya está tomando su bata, la mira y vocifera - Vuelve a dormir, yo me encargo. - al terminar baja las escaleras, sigue temblando mientras abre la puerta

-¡¿Por qué tardabas tanto papá?! - Greta le dice iracunda.

Papá la observa bañada en lluvia y lágrimas - ¿qué sucede? ¿Y tu madre? - dice mientras con un gesto le hace señal de que entre.

  • - ¡Esta en el hospital! ¡Papá! ¡Hoy nace! ¡Ve con ella! - le ruega envuelta en desesperación.

 

Papá la abraza - ya voy hija, ya voy - le susurra al oído.

Sube a toda velocidad las escaleras, Marcela está despierta, lo mira interrogativamente, no hace falta que pronuncie palabra. El no se detiene, toma sus cosas mientras habla - Debo irme - lo dice mientras se pone pantalones y busca sus zapatos - Lindsay va a dar a luz pronto - tiene miedo y Marcela lo nota en el tono de su voz.

  • - Creí que ya no tenías nada que ver con esa mujer - clava su mirada en él y continúa -  ¿Quién te trajo la noticia?
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  • - Greta, mi segunda hija, está abajo, la llevaré con su abuela, y después alcanzaré a Lindsay en el hospital.
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  • - Sabes que también puedo dar a luz en cualquier momento. Quédate conmigo, yo sí te daré un varón, como siempre lo has querido. - Decía esas palabras mientras lo abrazaba por la espalda.
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  • - Te faltan tres semanas, y el bebé que nacerá hoy también es mío, quiero estar ahí cuando llegue al mundo. - dijo con sinceridad mientras se apartaba de ella.

 

Tomó las llaves del auto, se despidió de Marcela y bajo con Greta, le dio una toalla y una cobija, la subió en el auto y partieron camino a casa de su abuela. Greta iba en el asiento trasero, estaba acostada, callada, seguía triste, molesta, pensaba que ella no tenía porqué estar ahí, su lugar era con sus hermanas. 

Tardaron solo 13 min en llegar a casa de su abuela. Papá tocó la puerta. La abuela Margaret abrió rápido, como si supiera todo, aún así preguntó - ¿Jhon todo esta bien? - papá le dio una explicación rápida de la situación, le pidió que de encargará de la niña y se marchó a toda velocidad al hospital.

Douglas y Rose, aguardaban en la sala de espera del hospital, eran los vecinos más atentos, cuidaban a mamá siempre, sobre todo desde que se había caído en la calle después de hacer las compras. Eran cerca de las 5:30 a.m. cuando el doctor salió y preguntó por los familiares de Lindsay, ellos acudieron. - Doctor aún no llega nadie, pero el padre  del bebé no debe tardar, mientras tanto ¿podría decirnos algo a nosotros? - el médico negó con la cabeza - Solo puedo dar información a familiares directos, lo lamento, avisenme cuando el padre esté aquí, es urgente - tras formular dichas palabras se alejó.

Papá manejaba, llevaba un paquete de cigarrillos, saco uno y lo encendió, los nervios siempre lo hacían fumar, la lluvia se espesaba, quería llegar lo antes posible, pisó el acelerador a fondo y al dar una curva, el auto derrapo y se volcó. Papá murió.

Al amanecer la abuela Margaret llegó al hospital, estaba llorando, destrozada, aún no terminaba de asimilar la muerte de Jhon. Pensaba en las palabras adecuadas para darle la noticia a Lindsay,  a sus nietas, no sabía que hacer, estaba fuera de si misma. Pensaba en todo aquello cuando el médico encargado del parto de mamá se presentó y antes de qué la abuela pudiera decir algo, el doctor dió un suspiro profundo y dijo - Lamentablemente, después de dar a luz, Lindsay sufrió una hemorragia, hicimos lo que estaba en nuestras manos, lamentó mucho su pérdida. - La abuela se desmayó de inmediato.

Ante tal alboroto nadie recordó a Valeria ni a Susy, solas y de madrugada, nadie notó como ante la desesperación y la rabia, Greta tuvo el descuido de dejar la puerta principal abierta y mucho menos escucharon con los relámpagos y truenos los gritos, patalelos y jalones de ambas hermanas mientras dos extraños las sacaban de casa.

Al ser la abuela mi único familiar, mi custodia paso a ser su responsabilidad, pero para ella yo era un monstruo que representaba todas las malas decisiones que había tomado Lindsay en su vida, no soportaba estar cerca de mi, pues solo veía al culpable de la muerte de su única hija.

Fue así como decidió regalarme a Rose y Douglas, ellos siempre habían querido tener un hijo y tenerme para ellos fue una bendición. Greta se quedó con la abuela, ambas se mudaron a Los Ángeles y después a San Francisco. Rose y Douglas me llevaron a vivir con ellos a Texas ahí me registraron bajo el nombre de Alan. Ni la abuela ni mis padres adoptivos volvieron a verse y en un trato implícito ninguno habló de lo sucedido aquella noche. De Susy y Valeria, no se volvió a saber nada.




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