¡hey! Vèndeme Una Pizza

|01| Repartidores y errores

Daniela

De repente escucho sonar el timbre, me levanto difícilmente de mi cómodo sofá, rayos por qué no puedo tener una silla mágica que me lleve a la puerta sin necesidad de moverme. Mis pies tocan el frío piso, genial aún quedan migajas de pan, acaso no puedo tener un día peor.

Camino rápidamente, sin ánimo asía la puerta, si algo puede mejorar mi día es una excelente pizza de pepperoni con bordes de queso de mi lugar favorito, pizza John's, siempre ha sido mi lugar seguro para calmar mi adicción por así decirlo, mi madre siempre me llevaba hay cuando era pequeña, y mi obsesión por esa comida empeoró en la adolescencia.

Vamos, no me culpen quien se resiste a una pizza y una serie de Netflix, tan solo pensar en eso seme hacía agua la boca.

Por fin estoy en la entrada a un toque de mi escape como le llamo yo, abro la puerta y me golpea de golpe la luz del sol, genial ahora parezco vampiro, poniendo mis manos en mi frente como una improvisada gorra para tapar mis ojos del sol veo por fin a la persona frente a mí, mi vista está nublado pero mientras más segundos pasan más puedo verlo.

Y o por dios, estaba viendo al chico más guapo que he visto en mi vida, con ropa de repartidor, una notable cara de bastante aburrimiento, el chico era alto, de cabello negro, y piel blanca, el típico chico cliché de las películas, k-dramas que tanto había visto últimamente hasta quedar totalmente echa un mar de lágrimas, el chico lleva una mochila, un uniforme rojo muy apretado que dudo que lo deje respirar mucho.

El chico me mira con cara de desagrado por qué ya llevo todo un minuto analizándolo y ya sele va a caer la mano de tener la caja inclinada asía mi, pero no puedo dejar de verlo, en serio es muy lindo, no les pasa que en los peores momentos tu cabeza no funciona, eso me pasa ahora.

—Vas a tomar tu pedido o te vas a quedar viéndome parada como un árbol —Me dijo de manera rápida y cortante.

—Yo... Sí, claro —. Le dije tartamudeando.

Tome la pizza y pensé que eso sería todo, cuando estoy por entrar a mi casa a degustar mi pedazo de cielo, me toma del brazo, me asustó por la manera en que lo hace aunque no lo hace fuerte, los nervios me hicieron sentirlo así.

—¿Hey, y el dinero? —Me dice con cara de que aparentemente yo le quisiera robar.

—¿Ya pague con tarjeta no? —Pregunto muy extrañada, ya que siempre el servicio fue con tarjeta. Simplemente recibes la comida y la comes ¿No? Acaso no era así, creo que iré a la cárcel.

—Señora, el pago es a domicilio en el restaurante, mi familia se paga con contra entrega —Me explica el chico con voz suave pero amenazante.

¿Cómo acaba de llamarme?

—¿Me acabas de decir, señora? —Hablo totalmente indignada.

Apenas tengo 19 años, no tengo nada de maquillaje ahora, por qué seguramente si tuviera pareciera el maquillaje del cadáver de la novia de tanto llorar, pero igual ¿Por qué me diría señora?, digo no me veo tan vieja ¿O si?

—Si —. Responde totalmente secó —Solo una "señora" no se daría cuenta que cuando pidió la pizza no le cobraron —. Dijo con tono burlón mientras el aire le pegaba directo en la cara asiendo volar su cabello como en una película

Al final tenía razón, no me cobraron pero ¿Por qué? Esa pregunta tonta paso por mi cabeza.

—Una pregunta tonta ¿En qué pizzería trabajas? —Creo que ya sé que paso, marque a la pizzería equivocada, dios soy tan tonta, me enfoque tanto explicándole todo a Chloe que me distraje por completo.

—Señora, miré no sé si notará con su vista que en mi poloche teng...-—Lo detengo en seco.

—No me vuelvas a decir señora, me llamo Daniela, y si noto el logo del restaurante, solo que no logro reconocerlo —. Digo sincera.

—Perdón "Daniela," hoy te explicaré la historia del restaurante de mi familia, como parte del trabajo de este combo especial —lo dice mientras se acomoda la mochila y pone cara de orgullo fingido.

¿Combo especial?

Coloco la caja de pizza en el suelo y me pongo de brazos cruzados lista para escuchar su magnífica historia, sin más remedio, ya que no traigo dinero encima para pagar ahora.

—Bueno, mi magnífica historia empieza con mi papá siendo un gran cocinero —Empezó a caminar de un lado a otro como totalmente concentrado en su historia. No pude evitar sonreír.

—Teniendo un gran sueño —Dice agitando las manos por los aires.

—De cocinar para vivir y vivir para comer, ese es mi lema.

Todo lo dijo con tanto orgullo que no pude permitirle terminar la historia sin reírme, pongo las manos en mi estómago y bajo la cabeza para reírme, si tengo una manera bastante rara para reír, pero inmediatamente levanto la cabeza, lo miro y veo que su expresión de seriedad ha vuelto.

—Son $15 dólares.

—¡Pero si he pedido una pequeña! —Digo indignada.

—Los cuatro minutos de conversación van incluidos.

—¿Y lo dices tan normal?

—¿Por qué no debería?, Viene en el paquete.

—¿Me estás cobrando $7 dólares más por una conversación en qué siquiera sé tu nombre? —Dije incrédula.

—Si —Dice naturalmente

—¿Tengo que cobrar extra por saber tu nombre o eso va incluido en otro paquete? —Digo con un gran tono de sarcasmo.

—Me llamo Luka, ya estás feliz.

Se nota que él ya se quiere ir, sospecho que no le gusta su trabajo al parecer. Busco entre los bolsillos de mi piyama algo de dinero, del cual solo consigo una barra de chocolate algo aplastada.

¿Espera?

¡Estoy en piyama!

Estoy en piyama en la calle, bueno no en la calle, en la cera de mi casa, pero igual estoy frente a un chico vestida así. Lo miro y noto como el calor sube a mis mejillas y él nota que ya me di cuenta de que estoy en piyama, algo que el noto que no me había dado cuenta y no sé atrevió a decir.

—Tranquila, no me interesa que estés así —. Dice con un tono suave.




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