Le eche un vistazo al lugar, habia una pared que llegaba a mi pelvis y de ahí se extendía una gran red metálica, no habia techo pero era la misma red, era una jaula.
Mal momento para haber dejado de leerle la mente a Danna. La veía tan neutra y fría, pero sabía que esto le importaba, ella era más simpática de lo que parecía.
—No toques la red si comienzas a sentir que cambia tu cuerpo— dijo Luca cerrando la puerta y guardando la llave en su bolsillo—. Es plata.
Asentí. Habia hecho la tarea completa con Filis quien me habia enseñado todo. Los licántropos éramos alérgicos a la plata y a una flor de la que no recuerdo el nombre.
Busque a Filis que estaba del otro lado con sus dos amigos y asintió levemente para que nadie se diera cuenta. Me habia dicho que era cierto lo que Luca me habia dicho, que a las diez comenzaría a sentir fiebre, a las once me pondría de muy mal humor y que a las doce cambiaria, solo que duraría una hora transformado y que después, en las siguientes transformaciones, desde las diez cambiaria y no volvería a ser humano hasta que no saliera el sol.
Ella gozaba de ser la líder, quien en las noches de luna llena se podía transformar a la hora que quisiera sin esfuerzo, mientras sus dos amigos, se transformaban sin perder un minuto pero eran tranquilos... civilizados, les llame yo.
—Son las diez.
Mire a Hank que se recostaba en un árbol con los brazos cruzados. Al parecer ya no le agradaba, todo por Danna.
Ahora que lo pensaba bien, con el leve pensamiento y la forma en que lo pensó, me dio a entender que quería de verdad a Danna, pero ella sentía aprecio por él, se emocionaba al verlo, pero no llegaba a amarlo.
Espere que pasara algo en los quince minutos en un gran e incómodo silencio pero nada.
— ¿Cómo te sientes?— pregunto Danna fríamente.
—Normal.
—Creo que su transformación no pasara— dijo Danna mirando a Luca y de soslayo a Filis—. Han pasado quince minutos y no hay cambios en él.
—No te confíes, destripadora, puede tardar. — intervino Filis.
—He visto muchas transformaciones, Filis, ya era para que empezara a cambiar.
Empecé a escucharlas discutir mientras Luca trataba de calmarlas, Hank las veía divertido y los dos chicos ya no estaban.
—Deberías marcharte con tus perritos— dijo Danna—. Christian no será uno de los tuyos.
Escuche unos gruñidos y todos miramos a la dirección en que provenían. Dos grandes lobos salían de entre los árboles, dos lobos color café con unos oscuros ojos color marrón, se detuvieron justo detrás de Filis y se sentaron.
Las dos mujeres no perdieron tiempo y siguieron discutiendo, mire la luna y vi como poco a poco era más visible. Las hojas de los arboles comenzaban a moverse, capte como los dos lobos me miraban a mí, con sus dos grandes y peludas orejas hacia atrás, lo notaron y yo también, comenzaba a hacer calor.
Me quite la camisa, estaba sudada por completo. No sabía en qué momento habia comenzado a sudar. Pase mi mano por mi frente para retirar el sudor en ella. Comencé a hiperventilar, mi piel estaba ardiendo, solo los lobos se habían dado cuenta, Hank estaba entretenido diciendo cualquier cosa para hacer enojar más a las dos mujeres.
Con la camisa retire todo el sudor y me echaba aire, hacía mucho calor esa noche, pero comprendí que no era la noche calurosa, era mi transformación que comenzaba a salir. Volví a mirar a la luna y en la posición que estaba supe que no quedaba mucho para las once. ¿En qué momento habia pasado el tiempo?
De un momento a otro comienzo a tener frio y me vuelvo a colocar la camisa y me abrazo. Miro al grupo que sigue enfrascado en su discusión, todos menos los dos lobos que me miran atentos.
Mis ojos se abrieron en sorpresa cuando de la nada, Luca cayo de rodillas en la hierba, con una de sus manos sosteniendo su cabeza y con la otra la mano de Filis.
— ¿Qué te pasa, Luca?— le pregunto Danna preocupada.
El castaño trato de decir algo pero sus labios no se movía lo suficiente, balbuceaba y no le podía entender lo que decía. Danna se hizo a su altura buscando sus ojos, con una de sus manos sostuvieron el mentón de Luca para mirar todo su rostro, estaba completamente desorientado y sus ojos se abrían y se cerraban como si estuviera muerto del sueño.
—Estoy...— comenzó a decir, como si estuviera borracho—. Bien...
Y no lo estaba porque cayó de frente y si no hubiera sido por Danna y Filis se hubiera golpeado fuertemente el rostro. Danna lo acomodo en la hierba mientras revisaba todo su cuerpo y se detuvo en la pelvis de Luca. Danna retiro un pequeño dardo rojo con plumas negras que estaba en los glúteos de Luca.
Ella lo examino con los ojos entrecerrados y luego su expresión se endureció mirando hacia los árboles. Hank se colocó tenso, vi sus filosos colmillos y sus ojos estaban grises.
Un aullido capto mi atención al igual que la de Filis y sus dos ya convertidos amigos. Los dos lobos respondieron al aullido.
—Calla a tus pulgosos. — dijo Danna en reproche.
Lo siguiente que vi fue como los dos lobos le gruñían a Danna, no se inmuto ante la amenaza de esos dos grande lobos. Hank mostro completamente sus colmillos, retando a los lobos, protegiendo a Danna.
—Controla a tu succionador, destripadora— dijo Filis refiriéndose a Hank—. Y por cierto, no son de mi manada...
Y todo fue rápido, varios lobos, alrededor de seis, con los ojos rojos rodeaban al grupo, Danna saco sus cuchillos, que no sé dónde estaban, y se lo lanzo al primero en toda el centro del cráneo, este cayo sin emitir sonido alguno y vi como un pequeño humo salía donde estaba el cuchillo enterrado.
Filis miro a todos los lobos y asintió con dirección a sus dos amigos, estos agacharon la cabeza, rápidamente sus ojos se pusieron rojos, botaban espuma de sus hocicos y se lanzaron a los lobos, captando la orden y directo a la yugular.
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Editado: 12.12.2020