Hija de dos mundos

Capítulo 1: "el hombre"

Mi vida era normal como la de todos, tenía un trabajo, estudiaba, iba a fiestas, tenía un departamento, una mascota y en fin una vida común de una chica de 20 años. 

Mi rutina era la de siempre, iba a la universidad, a la salida compraba un café y luego iba a trabajar al restaurante "City", como mesera. Todo continuaba como siempre. Me pusé el delantal, recolecté los  pedidos, los dejé en la cocina y luego comencé a repartirlos. Nada fuera de lo común.

Pero, mientras los entregaba entró un hombre, apenas pude vislumbrar su rostro, cuando de pronto todo comenzó a dar vueltas y terminé resfalando, quedando a sus pies, ya más lúcida empecé a disculparme con él, mientras recogía la bandeja y el alimento esparramado, cuando terminé de limpiar alcé la vista para ahora disculparme de frente y no desde el suelo, pero ya no estaba.

No sentí la puerta cerrarse, nada, simplemente había desaparecido en cuestión de segundos, estoy segura de que cuando terminé de limpiar aún estaba parado en frente de mí, pero al momento que alcé la vista ya no estaba, ¿cómo es posible? Esa es la cosa, es imposible salir sin que la campanilla suene o sin que la puerta dé un portazo, aunque sea leve, es imposible salir sin hacer crujir las tablas o sin emitir sonidos de pisadas al caminar y lo que es realmente imposible es salir y entrar sin que nadie te perciba.

Así que al darme cuenta de que no estaba comencé a preguntar si alguien lo había visto, pero ¡NADIE LO HABÍA VISTO!, cada vez me sorprendía más, ¿acaso estaba soñando o es que me estoy volviendo loca?

En medio de mi confusión apareció Emmy, una amiga que me había hecho al comenzar a trabajar aquí. Era una chica alta y delgada, de piel oscura, con una cabellera lisa de color castaño que le llegaba hasta la cintura, de ojos grandes, color marrón, rodeados por unas largas pestañas. Acostumbraba a utilizar jeans, poleras anchas y el cabello tomado en una coleta. Curiosa se acercó a mí y me preguntó:

— ¿Qué te sucedió allá? 

– Nada importante fue un mareo nada más –respondí media distraída, pues seguía buscando con la vista al extraño. 

– ¿Estás bien? –preguntó mi amiga preocupada. 

– ¡Oh! Sí, sí estoy bien 

–¿Entonces que te sucede? 

– Okay, te lo diré, es que un hombre entró al momento que me maree y me resbale tirando la comida a sus zapatos... – Emmy me miraba extrañada, así que simplifique mi historia –solo lo buscaba para disculparme. 

–¿Ajá? –respondió de manera dudosa—¿segura estás bien?

– Si, ¿por qué lo dices? 

– Porque no entró nadie cuando tropezaste. 

– ¿A sí? –probablemente no debí haberle contado– a lo mejor solo fue producto de mí imaginación. 

– ¿Segura no quieres que vayamos al hospital? 

– Sí, no te preocupes. 

– Bueno si tú lo dices –respondió con ironía. 



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En el texto hay: misterio, secretos, seres cosmicos

Editado: 13.07.2020

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